Desde la ventana del gabinete donde escribo de manera cotidiana se contempla el patio del viejo cuartel en rehabilitación permanente. Un bosquecillo de fresnos, pinos y palmeras, cipreses, abetos y acacias, puestos allí hace casi una centuria sin ningún criterio paisajístico o botánico, crea la sensación de que escribo desde un apartamento de Central Park.
El rectángulo acristalado deja ver otras cosas. Un antiguo refugio antiaéreo, reconvertido en polvorín, galería de tiro o algo así, la fachada trasera del viejo edificio cuartelero, el amplio patio ocupado por vehículos policiales, pero no deja ver la cárcel, un espacio con edificios modulares que queda fuera del ángulo de visión desde el ventanal, y se usa como centro de detención de extranjeros, porque este viejo cuartel del Ejército es ahora una dependencia de la Policía Nacional.
La Policía Nacional supongo que depende del Ministerio del Interior, pero puesto que aquí hay un Delegado del Gobierno central, de todo el gobierno, no me parece decente que el Sr. Peralta quiera quedarse al margen de su responsabilidad política en la carga violenta que agentes de la Policia Nacional, en su jurisdicción, lanzaron sin previo aviso sobre las personas que realizaban una sentada para oponerse a los derribos del Cabañal.
Es cierto que la decisión de seguir con los derribos, en contra de la declaración de Expolio del Ministerio de Cultura es fruto de la personalidad excesivamente fogosa y ovárica de Rita Barberá, a quien Millás llamaba el otro día en 'Levante', con mucha gracia, Rita Barbuittón, lo que puede interpretarse en el sentido de que es el autoritarismo de la alcaldesa lo que ha creado el conflicto.
Pero cuando hay un conflicto, y debe intervenir la Policía, el modo en que lo hace es de la exclusiva responsabilidad de quien la manda, y el responsable último de la Policía Nacional en Heliópolis, en ausencia del Ministro del Interior, es su delegado, el Sr. Peralta, quien, si fuera coherente con lo que reclama permanentemente a los demás, debería dimitir, sin más, sin esperar al resultado de la investigación abierta por el ministro.
Hacía décadas que no veíamos aquí una intervención tan inadecuada, violenta y desproporcionada de la Policia Nacional ante un conflicto vecinal, y por mucho que la presencia de activistas, ocupas,y demás gente joven hostil a la Policía en el lugar del conflicto hiciera ver que había que reducir su protesta, hay mil maneras de hacerlo antes de recurrir a la carga sin aviso ni contemplaciones, como en los malos tiempos que ya creíamos olvidados. Apalear a activistas, periodistas y diputados, no parece una práctica propia de una policía democrática y el Sr.Peralta, a mi juicio, es el máximo responsable del modo en que se ha tratado el conflicto creado por el autoritarismo de la alcaldesa.
Tal vez hemos visto tantas veces en la ficción del cine americano que en estas situaciones siempre hay un sargento licenciado en psicología por la universidad de Cambridge que dialoga con los disconformes para deponer su actitud, antes de emplear la violencia, y dedica las horas que hagan falta a esa tarea de persuasión, que nos lo hemos creído, pero las porras esgrimidas aquí de modo indiscriminado sin aviso previo por las fuerzas mal llamadas del orden que tengo por vecinas cercanas, dan a entender no solo que la realidad no es así, sino que esa realidad evoca otra película, la que vimos y sufrimos tantas veces en la larga época pre democrática, y eso, no se puede consentir.
Hoy pensaba escribir de otra cosa, pero me acosté después de las cuatro de la madrugada, y casi lo único que recuerdo del día de ayer son las imágenes repetidas que ofrecen las televisiones de la carga policial en el Cabanyal, así es que reitero la necesidad de la dimisión del Sr. Peralta y paso a otro tema.
La noche del viernes fuimos al barrio de Russafa con unos amigos. Después de compartir una somera cena de picoteo con crujientes de queso, ensalada de codorniz, embutido con habas, y unas croquetas que nunca nos llegaron a servir por distracción del camata, seguida de un postre compartido a base de chocolate caliente y helado de vainilla frío, y tiramisú, dimos un pateo por el barrio y acabamos recalando en la taberna cubana de la calle de Cádiz, donde nos sirvieron unos mojitos con ron que no era de garrafón, excelentes.
Luego nos acercamos a Les Portes, un garito que está en Matías Perello, que ha sido renovado recientemente y del que ahora se ocupa, junto con su compañera, Boro, un tío lleno de energía que tiene muchos planes para el local, una vez que ya ha conseguido reunir un interesante grupo de público que conecta con la filosofía del lugar. Los jueves, Jazz. Mas adelante, exposiciones de arte plástico, café teatro y lo que haga falta. El café, semejante al que anuncia G. Clooney, está superior, lo comprobé. Entre el público, un pintor que actualmente expone su obra en la Galería Natalia, un brillante estudiante de arte en trance de revelarse como un formidable escultor, músicos y antiguos clientes del garito, de la etapa anterior, cuando estaba dirigido por George, que también andaba por allí. Russafa es un sitio cada vez mas interesante –se va pareciendo al barrio de Chueca, en Madrid, sobre todo desde que han pintado el mercado con los colores del arco iris-- que merece que se le dedique, al menos, una noche a la semana. Si van por allí, es interesante separarse un poco de su cogollo y acercarse al garito de Boro, ya saben, Les Portes, en Matías Perelló. Los jueves Jazz, los demás días, un ambiente interesante. Siempre, un magnífico café. De nada.
Al regreso a casa, terminaban de exhibir en el cable 'Trilogía de Nueva York' Esperé, por curiosidad, a la siguiente película que resultó ser 'Choose Me', Elíjeme, y me atrapó tanto, que me tuve que quedar hasta el final. Pero eso lo contaré otro día.
El lado lúdico de la noche del viernes no ha hecho que me olvide del asunto principal de esta entrada. Peralta, dimite.
Gracias.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 10-04-10.
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