miércoles, 7 de abril de 2010

CONRAD

“El primer día de mis vacaciones en la sierra abrí por su primera página, con la intención de releerlo , un libro que no alcanza las doscientas, pero es universalmente conocido, y comienza con estas líneas,

“La Nelli, una yola de crucero, giró sobre el ancla sin el menor movimiento de las velas y quedó inmóvil. Había subido la marea, apenas soplaba el viento y, puesto que se dirigía río abajo, solo le quedaba fondear y esperar al cambio de la marea.”

La última escena del libro transcurre en el mismo lugar que el principio, dando así a la historia un carácter circular, tan frecuentado por algunos autores clásicos,

--”Hemos perdido el comienzo del reflujo (…) Yo levanté la cabeza. Un negro banco de niebla se cernía sobre el horizonte, y la tranquila vía fluvial que conducía a los mas remotos confines de la tierra fluía sombría bajo un cielo nublado, como si condujera al corazón de una inmensa oscuridad”

Ambas escenas transcurren en el tranquilo lecho fluvial del Támesis. Entre ambas, Joseph Conrad teje la historia del horror del lado mas sombrío de la naturaleza humana, que sitúa en la jungla, en un entorno de dominio colonial, “El corazón de las tinieblas”, que inspiró a Coppola el Kurtz de “Apocalípsis Now”, salido de esas páginas.

Otros autores se han introducido, a través de sus obras, en el horror mas oscuro del alma de los hombres, desde sus experiencias personales. Celine, el despreciado colaboracionista de los nazis, y a la vez autor de la obra maestra que es “Viaje al fin de la noche”, una de las cumbres de la literatura europea, o Anthony Burgess, que aunque cuenta entre sus libros con algún título amable, como “La Hora de la Cerveza”, es el autor de una de las novelas mas brutales sobre la violencia sin sentido, “La naranja mecánica”, llevada al cine por Kubrick.

Este trío, Conrad, Celine, Burguess, que han andado caminos literarios distintos, pasó por experiencias de servicio colonial semejantes, y tal vez la decantación de esas experiencias tenga algo que ver con el hecho de que expresen como nadie la violencia y el horror asfixiante, oscuro, que a veces se cultivan en el caldo espeso que contiene la vulnerabilidad y la bajeza humanas.

Mis vacaciones comenzaron y terminan en un mismo escenario, bajo un negro manto de nubes amenazantes, como en la novela de Conrad. Abrí la primera página el primer día y justo cuando doy por concluida la lectura de la última, preparo apresurado huyendo de la tormenta el mínimo equipaje para emprender el regreso. Tal vez la vida, como algunas novelas, tiene ese carácter circular que marca todo lo humano.”

“Entre la llegada y el regreso, a menos que escribas como Joyce, hay poco que contar. La presencia permanente de la naturaleza serrana, el olor resinoso de los bosques de pinos, el aire exento de venenos de estas alturas montaraces, que permite respirar mejor, el rumor del agua que salta entre las piedras con la fuerza del último deshielo, y la ausencia de los balidos de las ovejas, que dejaron de triscar por aquí cuando se fue Víctor, el último pastor.

En la casa aislada, recuperada hace quince años del riesgo de demolición al que la sometía el paso del tiempo, la música barroca de Radio Clásica, el aroma de la madera que arde en la estufa, la compañía de los amigos, la cordialidad de los escasos vecinos, y un cielo de un azul límpido,-mientras duró- espectacular, apenas subrayado por unas pocas nubes blancas empujadas por el poniente.

En la aldea cercana, la insólita presencia de vehículos que aparecen el domingo y el lunes de Pascua dejando después en completo silencio la sierra deshabitada.”

En fin. Ya estoy aquí de nuevo.

Un saludo a todos.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 7-04-10.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios