martes, 25 de octubre de 2011

ARTE NOBLE Y VIRUS.

Construir casas y vías de comunicación, puentes, viaductos, ha sido una de las artes mas nobles entre las muy diversas actividades que ocupan a los humanos. Desde que habitaron las primeras cuevas rupestres, donde inventaron el arte, los hombres no han parado de ingeniar alojamientos cada vez mas complejos y despejar rutas para hacer mas accesibles, a través de caminos practicables, lugares y culturas muy lejanos que la ingeniería ha acercado.

Los testimonios de ese noble arte permanecen a través del tiempo, aunque sus artífices ya no estén entre nosotros. Las venerables piedras renacentistas de los edificios históricos,
los puentes romanos, verdaderas obras de ingeniería que han durado milenios, coexisten con los modernos edificios de viviendas que nos dan cobijo, nos permiten disponer de agua caliente por la mañana, y están dotados de espacios donde podemos recibir a los amigos y compartir una botella de vino mientras disfrutamos de una conversación distendida.
(...)
Este esforzado arte conjugado que reúne los saberes de los Arquitectos, el impulso emprendedor de los constructores, y la realización material de los operarios, tiene como finalidad atender la demanda de una sociedad sedentaria que busca, fundamentalmente, cobijo y confort, pero también los ingenieros y diseñadores de infraestructuras viarias, atienden otra demanda, la de los nómadas creativos que, despojados de cualquier sentido de pertenencia, deambulan por paisajes y culturas ajenas, para hacerlas propias, con una insaciable ambición por comprender el mundo.

Mi única experiencia directa en el arte de la construcción fue encargarme, junto a un amigo, socio y compañero de estudios, de la gestión de una obra en los años ochenta.
Un edificio de viviendas en el Paseo de la Alameda, en Heliópolis. Lo bueno de aquello fue que los pisos de 300 metros salieron por 27 millones de las antiguas pelas. Una ganga. Sin embargo, el arquitecto omitió medir la longitud del Volvo de uno de los compradores cuando diseñó la rampa del garaje, y el Volvo no cabía.Cuando paso por delante de aquel edificio, lo hago con la satisfacción de haber contribuido a una obra material que da cobijo a la gente, aunque sea de clase media alta y el del Volvo fuera bastante borde.

Hoy nos cuenta el periódico que este noble arte, en concreto el de la obra pública, ha sido contaminado por el virus de la codicia, --suena demasiado bíblico, no?-- pero, al parecer, hay un antiviral que opera para detener y castigar esa infección. La Comisión Nacional de la Competencia castiga a 47 constructoras con multas millonarias por repartirse la tarta de las licitaciones y fijar precios de modo fraudulento.

Otro virus, el de la codicia financiera, llevó a los bancos, como es de sobra conocido, a conceder hipotecas que no debieron conceder y ahora muchos usuarios de viviendas que creían que eran suyas, porque no leyeron la letra pequeña del contrato, ven en peligro su cobijo y están en riesgo de volver a alojarse en las cuevas rupestres de sus antecesores.

Por su parte, el Consell parece que no tiene intención de licitar obra pública nueva hasta 2.015, lo que indica que la duración de la crisis se prolongará, al menos, siete años, un periodo temporal que se acerca al que predije en el blog cuando comenzó todo esto.

La razón de la mayor duración de esta crisis, respecto de otras anteriores, es
que en este caso se ha producido un cierto desplome del sistema financiero, mientras que las anteriores fueron meras crisis cíclicas de demanda de la economía real, sin que el sistema financiero se viera afectado.

Aquellas crisis se vieron rápidamente superadas, precisamente porque la obra pública se estimuló para compensar la debilidad de la demanda privada. La debilidad actual del sector financiero, la crisis de deuda, el modo en el que se están afrontando, tienen el efecto de impedir financiar estímulos nuevos, lo que prolonga y profundiza la recesión.

La situación actual no nos debe impedir reconocer el enorme progreso material de la humanidad en los últimos doscientos veinte años. Desde que los fisiócratas, partidarios de una economía basada solo en los frutos de la tierra, perdieron la batalla ante los defensores de la industrialización, el aspecto del mundo ha cambiado en los últimos dos siglos, mas que en toda su historia anterior, aunque no siempre para bien.

Hay problemas muy serios, medio ambientales, de desigualdades sociales agudizadas por la crisis, pero, en su conjunto, hay progreso, aunque, como vemos ahora, contaminado por los virus. Lo que es pertinente, es aplicar un tratamiento antiviral para reducir los síntomas que nos aquejan, aunque, por el momento, quienes lo están aplicando no parecen estar obteniendo resultados.

Alfaro y de la Rosa publican ahora su 'Gran Libro de la Vida Sana' y en la entrevista que publica 'Levante',dan una serie de consejos orientados a practicar unos hábitos saludables.
Uno de ellos es 'limpiarse de virus mentales'. Yo lo intento, pero tengo dudas. Si Voltaire
hubiera seguido esa práctica, se hubiera abstraído de la crítica y no hubiera escrito 'Cándido', tal vez pensaríamos aún, con Leibnitz, que vivimos en 'el mejor de los mundos posibles', y si fuera así, ¿para que contribuir a cambiarlo con el sentido crítico?.

Es verdad que el sentido crítico produce, en quien lo ejerce, ciertas molestias víricas,
pero, no se, no me decido a abandonarlo. No es el mejor momento para hacerlo. En el futuro, tal vez me lo pensaré, porque ejercerlo, es cierto, no es bueno para la salud.

En fin. Arte Noble y Virus.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 25-10-11.

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