domingo, 9 de octubre de 2011

LA SOLEDAD DEL MUERTO

"Cuando asistió al primer velatorio era demasiado joven para entender y apreciar de un modo mas generoso la conducta humana. No contribuyó a favorecer ese punto de vista mas maduro y tolerante la presencia en los pasillos del Tanatorio de una multitud vociferante y el eco de sus desaforadas voces rebotando en las paredes como una pelota en un campo de fútbol.

El había leído poco, solo algunas novelas de Agatha Christie, y pensaba que a los muertos los velaban un número reducido de personas, los mas allegados, sentados alrededor de una mesa redonda, se dedicaban a evocar los hechos mas sobresalientes del difunto, sus manías y peculiaridades, los rasgos de su carácter y las acciones, u omisiones, que le habían conferido una condición singular, única, ahora desaparecida junto con su alma mortal y que, de ese modo, acompañaban la soledad inapelable de su cuerpo expuesto al otro lado de la pecera, con su traje apañao, su corbata, y esa rigidez pétrea que indicaba, sin sombra de duda, que estaba, inevitablemente, muerto, es decir, solo, con esa clase de soledad que al percibirla, te rompe el corazón.

(...)
Fue entonces cuando comenzó a comprender que la vida, la vida cotidiana, no es como las novelas, y menos aún como las de la Christie. Estar presente durante casi dos días en ese acto de despedida en el que el muerto estaba ausente, aunque seguía presente, frecuentado por una cantidad enorme de personas que nunca se llaman por teléfono, ni se visitan, y que convertían, sin querer, la necesaria intimidad del duelo en una competición social, con un nivel de actividad conversacional semejante al que había visto y oído en los pasillos, una interacción personal tan activa, de la que el mismo participaba sin ser del todo consciente que, por omisión, dejaba al muerto en la mas espantosa de las soledades, le llevó a pensar en la muerte, por primera vez, con un temor reverencial.

Cuando, de modo puntual, tomaba conciencia de la situación, se apartaba del grupo, se situaba frente a la pecera y conversaba con el muerto,le hacía preguntas. "¿Te acuerdas, cuando bajabas a bailar a la verbena del barrio, hecho un pincel? Te arrimabas a las mas zorras. No zorras, en el sentido que ha dado un juez estúpido, aficionado a los reportajes de Rodríguez de la Fuente, a su última sentencia, sino zorras, zorras de verdad."

"Nunca te pregunté, cuando pude hacerlo, por la faena que te hicieron tus padres, cuando llevabas una sólida carrera de hijo único, al darte un hermanito muy tardío, una broma inoportuna a la que es seguro que, si te hubieran preguntado, habrías renunciado."

Después de esos breves intervalos, de esas interpelaciones de imposible respuesta, Gonzalo volvía al grupo conversador y se integraba sin dificultad en las charlas cruzadas que rebotaban en los muros, daban en las pinturas de la escuela abstracta funeraria colgadas en las paredes y se estrellaban en la luna de la pecera. Cuando sentía la necesidad de salir al exterior, abandonaba la sala del velatorio y se quedaba junto a la fuente que decora el acceso al tanatorio.

Gonzalo acababa de enterarse, porque un amigo suyo estudiante de teatro se lo dijo, que el agua es un elemento funeral. En el texto original del Tenorio, los personajes cruzan un río y eso es un símbolo de muerte, como la barca de Caronte que nos cruza a la otra orilla.
Ahora, mira las fuentes, en especial la de aquí, de otra manera.

Luego volvía a la sala del velatorio, se ponía delante del muerto y seguía con sus preguntas. "Cuando de joven, algunas de tus amistades en el barrio eran un poco raras, yo no entendía porqué, pero lo que sigo sin entender es porqué te has dejado recluir en una residencia antes de tiempo, has renunciado a tu casa, a tu vida, cuando aún podías seguir luchando por ella. Contéstame. ¿Porqué no me contestas.?"

El muerto, desde su inmovilidad, vestido con su traje apañao y su corbata nueva, no mostraba ningún interés en dar respuestas. De todos modos, hay tantas preguntas que no tienen respuesta, es tan corta la vida, que no llegamos a entender lo que es, ni como debemos vivirla. Gonzalo, en su momento, tomará el papel de cadáver silencioso, y otros le harán las mismas preguntas, ¿porqué esto? ¿porqué lo otro? y el permanecerá invariablemente quieto, en medio de la mas patética soledad."

En fin. La Soledad del Muerto. (No es muy alegre, lo sé, pero es que vengo de un velatorio)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM)9-10-11.

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