domingo, 30 de octubre de 2011

MEMORIA DE LA IMAGEN. IMAGEN DE LA MEMORIA.

Definitivamente, la gota fría se ha ido a otra parte. Hace un día nuboso, pero soleado, en la línea de la dualidad, la ambigüedad y el eclecticismo que trato de cultivar en el blog desde hace algún tiempo.

He bajado al bar de los locos a la hora vieja, porque no he puesto al día el reloj de la cocina de acuerdo a las normas de ahorro energético en las que no creo. ¿De que sirve ganar una hora de luz si antes de finalizar el día la vuelves a perder?. ¿No sería mejor que todo el mundo acabe de trabajar a las cinco de la tarde y el tiempo libre lo dedique a fornicar o a jugar con los niños en los parques?. No sé.

El caso es que he bajado pronto a desayunar porque quería conseguir en el quiosco anexo un ejemplar de 'Levante', nos han prometido que regalan el primer libro de una colección sobre arte, editada con el concurso de varios expertos, entre ellos Felipe Garin, con quien hice la mili, aunque el desapareció después del primer mes y yo tuve que hacer de machaca todo un año, pero resulta que siendo esa promesa cierta, no se materializará hasta el domingo seis de noviembre.

La columna de Millás, en la 5, que también es una forma de arte, se titula 'El espacio de la imagen' y trata del peso relativo del texto y la imagen en el disco duro del ordenador,
me ha liberado de esa pequeña decepción y me ha sugerido el título de la entrada de hoy, aunque su contenido va a ir por otro lado, el disco blando de nuestro cerebro, en ocasiones marcado de tal modo por el recuerdo, que el asunto no es cuanto espacio ocupan en el los textos o las imágenes, sino la sorprendente permanencia y fijeza de ciertas imágenes que, al contrario de otras que pasan a gran velocidad y se olvidan, quedan de por vida fijadas en el archivo del memorioso.
(...)
Antes de entrar en materia, una breve introducción sobre los libros gratuitos, como ese que esperaba recibir hoy sobre Sorolla, cuyo disfrute ha quedado diferido hasta el próximo domingo. Hace tiempo que no compro libros. Tengo sobre la mesa dos libros obtenidos en préstamo de dos bibliotecas distintas. Tragedias, de Esquilo, y el Tenorio, de Zorrilla, ambos a medio leer por recomendación del profesor de Teatro, como actividad alternativa a las clases que no se darán la semana próxima.

Cada vez tengo menos libros en casa. Los voy dejando en paquetes en el contenedor, y la gente se los lleva enseguida. Esta mañana, he dado un vistazo a los que quedan en el cuarto de los libros y, para mi sorpresa, he encontrado 'Larva' de Julián Ríos, que creía haber empaquetado junto a otros. Este libro fue importante para mí, menciona muchos lugares de Londres y acompaña un pequeño álbum de fotos de esos lugares que, cuando lo leí, no conocía, por no haber visitado aún esa ciudad.

Su lectura, tal vez me sugirió la imagen de un lugar inexistente, el cementerio de Charing Cross que, al parecer, fue una aldea antes de ser el centro urbano londinense, además de ser ahora una estación, pero no parece que en la actualidad albergue cementerio alguno. Al menos, mi búsqueda en Wikipedia no ha dado resultado.

Lo cierto es que la página 'Lovelace' del blog incluye una referencia a ese cementerio que es importante para el desenlace del relato, y es un ejemplo de como, a veces, se almacenan imágenes y textos en nuestro disco blando que no proceden de la realidad, y, sospecho, que en esos archivos no están discriminados los recuerdos verdaderos de los falsos recuerdos.

Los textos leídos, a veces, generan imágenes. Sobre todo si se leen mas de una vez y se escribe lo leído en ellos, suelen fijarse en la memoria con mayor persistencia que las imágenes vistas de modo cotidiano. Me ocurrió con la lectura y relectura de los dos volúmenes del Ulises, de Joyce, en rústica, que tuve durante mucho tiempo en el cajón de la mesilla en la casa de la sierra y que luego extravié.

Hasta tal punto quedaron fijadas en mi algunas imágenes literarias de ese libro que cuando, años después, escribí la página 'El Papiloma', que trata de una intervención quirúrgica menor para extraer un papiloma del glande del narrador, cité al ahogado de la playa de Sandycove, 'con la cara abotargada y blanca de sal', una imagen del libro de Joyce, junto al hallazgo de un cetáceo muerto en la playa de Pinedo, una imagen real.

Con esto quiero decir que el archivo fotográfico de nuestro disco blando, aunque es semejante al del disco duro y también este almacena imágenes reales y manipuladas, tiene alguna característica única que justifica el título de esta página. Si bien ese archivo es la memoria de la imagen, sea esta real o inventada, tiene además un rincón entrañable donde permanecen, de por vida, ciertas imágenes de la memoria capaces de sobrevivir, desde la infancia, a los avatares de la vida adulta.

'La calma luminosa de la calle regada, un domingo de julio. El vuelo de libélulas púrpuras y doradas. Los gritos infantiles, los pregones, los ecos, de un tiempo preterido, sin restos, sin nostalgias."

Este texto es un ejemplo de una imagen que lo precede, archivada para siempre en el disco blando. En este caso, la imagen precede al texto, en otros el texto precede a la imagen y
en ocasiones, el texto inventa imágenes inexistentes. El tiempo, puede llevar a confundir el origen del material archivado, impide distinguir lo real de lo soñado, pero la memoria de las imágenes de la infancia, creo yo, es el material mas duradero, inextinguible, de la mente humana.

En fin. Memoria de la imagen. Imagen de la memoria.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 30-10-11.

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