viernes, 14 de octubre de 2011

PERSONAS, ANIMALES, COSAS.

De que vericueto neuronal han surgido esas tres palabras, PERSONAS, ANIMALES, COSAS, que evocan la taxonomía rudimentaria que empleaban los textos únicos escolares de mi infancia para aproximar al mundo a los zopencos como yo, no lo se, pero si se porque he iniciado esa búsqueda en mi memoria mas remota.

Sucede que he dado un vistazo a los índices del blog, y en las cincuenta y siete entradas de septiembre y octubre me he ocupado demasiado de las personas de distinto sexo, en particular de las de sexo político y periodístico, y tengo un empacho de política y periodismo del que necesito recuperarme.

Es por eso que, aprovechando esa emergencia espontánea de mi memoria, me voy a ocupar de los animales, aunque antes haré una breve evocación del lugar físico donde se situaban los textos recordados.
(...)
Asistí a lo que hoy se llama escuela primaria en un lugar semi clandestino, la vivienda particular de una maestra roja represaliada, acondicionada para atender un número reducido de alumnos. Allí no había retrato alguno del dictador, ningún crucifijo, ningún símbolo, ni se practicaba ritual alguno que recordara que estábamos en
un territorio autoritario dominado por el nacional catolicismo.

Si bien es cierto que recibí una única y gran bofetada de aquella mujer que se esforzaba en desasnarnos, que podría equipararse a la de cualquier fornido hermano Marista, no por ello he pensado luego que fuera lo mismo estudiar en una escuela religiosa que en una laica, en una privada que en una pública, aunque las hostias fueran del mismo calibre.

La sensación que tengo ahora, después del tiempo transcurrido, es que aquella afortunada experiencia escolar de mi infancia, dentro de su precariedad, fue lo mas parecido a estudiar con una preceptora de las que formaban a la aristocracia inglesa, y que aquella modesta vivienda acondicionada para escuela primaria clandestina, era como un territorio diplomático, una embajada, a la que no llegaba la cutrez de la enseñanza oficial de la época.

ANIMALES. Los primeros animales de los que tuve noticia fueron de pluma, pero también de pelo. En el corral de la casa donde nací había una numerosa población aviar, pollos, patos, pavos, y en el cuarto de los libros algún manual de veterinaria dedicado a la mixomatosis, porque los conejos eran, después de los animales de pluma, la especie mas numerosa, como por otra parte sucedía en otras casas del barrio, porque entonces se vivía en una economía de subsistencia, y la cría de animales comestibles era un renglón obligado
de las economías domésticas, bien para al auto consumo, bien para su venta o trueque.

La primera imagen que guardo en mi memoria es la de un niño de muy pocos años asomado a ese corral, cuyo suelo estaba literalmente cubierto por las deyecciones de los animales de pluma.

De mayor, he tenido poco contacto con los animales, a excepción de la mula del lechero, que me partió el pecho de una coz cuando tenía unos diez años y, mas tarde, mi perro Lucas, con quien compartimos trece años de nuestra vida, al que he dedicado una página en el blog.

El ecologismo ha tratado de enseñarnos el respeto a la vida natural, y las importantes interacciones entre las diversas especies, lo de la cadena trófica y todo eso, pero cuando estoy en la casa de la sierra, siempre me pregunto para que hacen falta los mosquitos y las moscas cojoneras.

Los mosquitos son un auténtico coñazo, y no puedo entender la necesidad de su presencia entre nosotros. He comprobado que sirven de alimento a los murciélagos, vale, pero ¿quien coño se come a los murciélagos? Mientras están vivos, nadie. ¿Quien se va a comer a unos tipos que permanecen escondidos durante el día y solo salen por la noche a comer mosquitos.? Nadie. Tengo la sensación de que me falta algún eslabón para entender eso de la cadena trófica.

De las moscas cojoneras tuve una experiencia real, bastante terrorífica, que también me hace dudar de la necesidad de su presencia en el mundo. En una visita a Asturias, mientras gozábamos de una bucólica estancia en las orillas de un lago de los Picos de Europa, un buey picado de la mosca, ya se imaginarán donde iba picado por el nombre vulgar del insecto, emprendió una carrera desenfrenada motivada por los mordiscos de la bicha, y toda la gente que se encontraba a orillas del lago tuvo que salir pitando, unos se tiraron al agua, otros huyeron como pudieron, y algunos fueron derribados por el ímpetu del buey
que corría desesperado a causa de la jodida mosca, que parecía comportarse como una garrapata con alas.

Yo no se a ustedes, a mi el medio ambiente me merece un respeto, separo y reciclo como el primero, pero los jodidos mosquitos, y las agresivas moscas cojoneras, la verdad no me parecen especies nada necesarias y creo que, si desaparecieran del planeta, junto con los basiliscos, no pasaría nada, y la cadena trófica se pasaría sin ellos.

En fin. Personas, Animales, Cosas.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 15-10-11.

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