miércoles, 6 de abril de 2016

EL TIEMPO

¿Que es el tiempo?. Me refiero al tieempo cronológico, que debe su nombre a Cronos, no al meteorológico, del que hoy decía el 'Levante', que he ojeado en el Maravillas, que nos ha dejado en tres días más lluvia que en los últimos cinco meses.

El tiempo que me interesa hoy es el marco cronológico por el que transcurren nuestras vidas, ese tiempo marcado por los movimientos planetarios, de rotación y traslación, en el que se insertan nuestras trayectorias vitales, supongo que en algunos casos bastante lineales, aunque no exentas de episodios en los que esa línea se quiebra, con mayor o menor dramatismo, y nos hace refundar nuestra trayectoria vital, unas veces para bien, otras no.

De ese recorrido vital se nutren las biografías de personajes célebres, y menos célebres. En mi opinión, de la conducta, actitudes y discursos del tramo final de la vida de cada uno, se puede percibir el grado de dignidad que ha sido capaz de conservar cada sujeto.

Si preguntas a una de estas personas en camino de alcanzar la edad provecta cual es su edad, cuántos años tiene, y no es capaz de contestar, como Casona, esos son los que no tengo, porque ya los he vivido, los que me quedan por vivir, no lo sé, es que tiene lagunas en su formación intelectual, aunque sea académico de la lengua.

Es difícil mantener la dignidad hasta el último tramo de la vida, en especial si has sido un político de relumbrón, académico, o escritor laureado. En mi memoria literaria, hay un escritor, intelectual y economista, José Luís Sampedro, que fué un ejemplo de coherencia y dignidad hasta el final de sus días, no debe ser fácil tal cosa, a juzgar por las dósis de indignidad que observamos cada día en otros personajes públicos, quienes, alcanzada una edad que aconseja más discreción, no renuncian a declaraciones y actitudes que en ocasiones rozan el escándalo, la indignidad o el ridículo.

Rídicula, me parece a mí, es la exhibición publica de Vargas Llosa de su amorío con la filipina de plástico, sobre todo porque no es su tía, y el, al parecer, ha dejado de ser un escribidor, para convertirse en el nuevo/viejo icono de las revistas del corazón, pero esto es una impresión únicamente subjetiva, pues cada cual tiene derecho a elegir, faltaría más, entre la dignidad y el ridículo.

Más censurable, me parece a mí, es la actitud en los últimos años del campeón del socialismo pragmático sevillano, Felipe González, que no rechazó en su día, aunque lo ha hecho ahora, descansar su culo en el sillón de uno de esos grupos empresariales iconos del capitalismo más duro, y ahora presume de defender la democracia en Venezuela, una actitud que le honra, si no fuera porque entre sus amigos más íntimos está Carlos Slim.

Todo esto demnuestra lo difícil que es envejecer con dignidaad, como Sampedro, y supongo que muchos otros que no cito. Quizás el colmo del mal uso del tiempo de la reflexión, el sosiego y la dignidad, si atendemos a lo que está en todos los periódicos, las teles, y las redes sociales, --el profe de teatro nos advirtió ayer que no debemos hacernos eco de esas noticias repetidas hasta la exasperación, pero, en fin-- es lo que ha salido por la boca de un académico, Azúa, quien, además, no se la ha lavado después con lejía, sino que ha insistido en su discurso, relativo a la alcaldesa de Barcelona, y a los oficios humildes a que se debería dedicar.

Me ha interesado este asunto porque en mi memoria de lector de periódicos hay archivados un montón de artículos del Azúa joven, --me niego a escribir de Azúa, ya que esa preposición indica nobleza o hidalguía, y no parece ser el caso-- cuyo contenido mereció entonces mi atención, por su sentido crítico y su impecable forma de expresarlo.

El contraste entre aquel Azúa joven, y el lamentable personaje casi en edad provecta que se nos muestra en la actualidad, es la prueba que buscaba para constatar la variable influencia del paso del tiempo en la vida de las gentes. Algunos, como Sampedro, conservaron la dignidad en la vejez. Otros dilapidan esa dignidad, como si aún tuvieran tiempo de recuperarla. Ya no lo tienen.

En fin. El Tiempo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 6 04 16.

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