Con este título no quiero referirme a todos los políticos en general, ni siquera a los de una determinada ideología en particular,
sino a los efectos en las vidas de los ciudadanos de ciertas decisiones que toman, impulsar una ley, aprobar un presupuesto, esas cosas.
Quizás
debí titular esta entrada, la política, pero como al final saldrán, inevitablemdente, algunos nombres, pues lo dejo así, que más dá.
He bajado al Maravillas y no había periódico, bueno, sí, el de ayer, así que he decidido basar la entrada de hoy en una reflexión personal, en lugar de en los titulares del día que, por cierto, desde hace algún tiempo son bastante semejantes.
El efecto de la actividad de los políticos en el ánimo de la ciudadanía es muy variado. Así, las tiras cómicas de los periódicos nos hacen reir
y muestran el lado jocoso de la política, como si los políticos fueran cómicos que están en la vida pública para hacernos más felices, lo que no deja de ser una especie de ayuda para transitar hacia el Nirvana, haciéndonos olvidar el lado mas crudo de la relación entre políticos y ciudadanos.
Por el contrario, sobre todo en los últimos años, la otra faz de los políticos, la de la corrupción extendida, pues se trata de una corrupción sistémica, es decir, que afecta a buena parte de las instituciones del sistema, cabrea a mucha gente que la percibe como el mal que produce un mayor daño a los ciudadanos.
Me propongo argumentar a continuación, demostrar me parece excesivo, que lo que produce el mayor mal a la ciudadanía no es la corrupción, con ser muy evidentes sus efectos negativos, sino las conductas, decisiones y actividades absolutamente legales de los políticos, que, siendo como son de una legalidad manifiesta, en ocasiones producen un daño mucho mayor a la ciudadanía que las actividades delictivas.
Daré, solo, tres ejemplos.
La prolongación, durante sesenta años más, de la vida de una industria contaminante en la Ría de Pontevedra, es seguro que va a afectar mucho más a la vida de sus moradores que los asuntos turbios que puedan existir en cualquiera de los ayuntamientos de esa ribera, y seguro que es legal, porque de no serlo, ya se habrían encargado los políticos de articular una ley para que lo fuera, como lo de Castellón.
En Castellón, el ínclito y contradictorio Soria, ex ministro de industria, se encargó de proteger los intereses de la compañía de fracking que
tuvo que interrumpir sus perforaciones porque producían movimientos sísmicos a centenares, y gracias a la legalidad de los acuerdos alcanzados,
todos los contribuyentes del país tendremos que hacer frente a unos mil tropecientos millones de euros de indemnización, que por cierto no fueron para los castellonenses, sino para la compañía, que seguro que es un desenlace legal al conflicto.
En Galicia, la aprobación de un Presupuesto para la sanidad pública, algo absolutamente legal y democrático, ha tenido como resultado la muerte de un número aún no determinado de pacientes de hepatitos C, porque las prioridades de ese presupuesto se orientaron a la reducción del déficit, no a la atención con nuevos, y caros, fármacos, de esos pacientes.
Si las autoridades político sanitarias de la comunidad valenciana hubieran seguido esa vía, legal, ahora yo sería viudo.
Cuesta trabajo abstraerse de la idea de que la corrupción, la ilegalidad, es el azote de la ciudadanía, en estos tiempos en que algunas emisoras de televisión, muestran, mediante imágenes retrospectivas, el cinismo de un número creciente de políticos que fueron campeones orales
de la ética política, y ahora andan de ejercicios espirituales en comunidades más o menos budistas, para purgar sus prácticas poco éticas.
Quiero destacar hoy aquí, solo con estos tres mínimos ejemplos, que no es solo, en esencia, la corrupción la causa de nuestros males, que son las acciones legales de los políticos, las leyes, los presupuestos, sus decisiones ordinarias
estén o no adornadas por la Abogacía del Estado para cuidar su legalidad, las que constituyen una amenaza para la ciudadanía.
Una amenaza que se suele consolidar, sobre todo, con las mayorías absolutas, como la de Rajoy que, por decir algo, se ha dedicado a vaciar
las cajas de la Seguridad Social, de las pensiones, para lo que tuvo que retocar, como es natural, alguna ley. Todo legal, sí, pero hacia la catástrofe.
Conviene reflexionar sobre esto, además de afligirse porque ahora no hay ninguna mayoría para gobernar.
En fin. Los Políticos.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 19 04 16.
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