miércoles, 13 de julio de 2016

LUMBALGIA

La bóveda celeste está oculta hoy por un colchón nuboso que amenaza descargar una muestra de lluvia, en abierto contraste con el día luminoso y la noche tropical de ayer, por lo que al bajar a La Fuente he sustituído el café con hielo, por el cortado caliente, después de hacer alguna modificación en mi vestido y calzado.

Me he tirado en plancha al suelo de la habitación, para pillar unas zapatillas escondidas debajo de la cama, justo en su centro, para sustituir las sandalias de playa con las que asistí ayer a un concierto en la plaza de la virgen, que será el centro de la crónica de hoy.

Solucionado el calzado, he añadido una camisa vaquera a la camiseta de tirantes, con lo que me siento perfectamente adaptado al clima cambiante de este verano, un tanto raro, digan lo que digan los meteorólogos.

Habíamos quedado con Lola y Antoni para asistir, a las siete y media, al concierto que daba una orquesta de jazz en la plaza de la virgen, música americana de los años veinte, treinta y cuarenta, básicamente boogy, ¿se escribe así?, swing y esas cosas, ritmos bailables que un numeroso grupo de danzantes se ocupó de ilustrar con sus movimientos.

Una orquesta sensacional, como todas las que nos ha sido dado escuchar en estos días de la Gran feria de Julio. El origen de los músicos, cada uno de un pueblo, o de un barrio de Valencia, invita a pensar que se trata de músicos que además de formar parte de la banda de su pueblo, han formado un grupo con otros músicos afines.

A juzgar por lo que he visto estos días, deben ser miles los músicos activos en la comunidad valenciana, tantos, y tan buenos, que asombra que nadie haya iniciado un procedimiento para elevar a patrimonio de la humanidad a los músicos de esta comunidad, a los que solo conocíamos por los desfiles de las bandas de música en las fiestas falleras, pero, ahora, gracias a la Feria, están desfilando en los distintos conciertos callejeros, demostrando que su conocimiento musical es omnímodo, no solo marchas y pasodobles, también músicas sinfónicas y las distintas variantes contemporáneas.

Así como Viena o Salzburgo se han atribuído la representación europea de la música sinfónica, ya estamos tardando para reivindicar el título de la música total para esta comunidad, y de paso recuperar todo el talento musical autóctono disperso por el mundo que se ha marchado buscándose la vida.

Una sola queja puntual. Nadie había dispuesto sillas para el público que asistió al concierto, de modo que, acuclillado en unos mínimos escalones, intentando defenderme de los abusos del escaso espacio por otros espectadores, cuando terminó el concierto, había pillado una buena lumbalgia, menos mal que el voltarén me la quitó en cuestión de horas.

Ya sabemos que el concierto era gratuito, como otros que se dan estos días, así el de esta tarde en el Marítimo, al que tal vez haya que asistir con paraguas, pero, esa gratuidad es relativa.

Si bien no se paga entrada, el caché de los músicos se paga con nuestros impuestos, por lo que, más que gratuidad, se trata de una devolución de impuestos y, siendo así, no estaría de más que contaran con las sillas a la hora de presupuestar los conciertos en los barrios.

Los que ya hemos rebasado los setenta, aunque tenemos la tentación de incorporarnos a los bailes de boogy o swing, lo agradeceríamos, por lo de la lumbalgia.

Se me olvidaba decir que Lola y Antoni llamaron a última hora para decir que no sabían si podrían asistir al concierto, porque uno de sus hijos les había llamado para llevarles a la niña. Mediado el concierto, me puse de pié en el mínimo escalón, con riesgo de mi integridad, y Antoni que estaba por allí, me reconoció y se acercó para decirme que su hijo, finalmente, no les llevó a la niña, aunque tampoco les concretó que no iba a hacerlo, y esa fue la causa de su retraso. Cosas de la inconciliación familiar.

Al margen de estas tonterías, esta página intenta ser un homenaje a la música y a los músicos valencianos, que tengo la sensación por su número y calidad de que constituyen el grueso de la actividad musical de todo el país, solo contando una banda en cada pueblo, y los numerosos grupos de música contemporánea que salen de esas bandas, no me parece exagerado, en absoluto, que nuestras autoridades se pongan en marcha para atibuirles la calificación de patrimonio de la humanidad, ah..y que pongan sillas, por lo de la lumbalgia.

Esta tarde pensamos estar presentes en el concierto del Marítimo, a las siete y media. Ya les cuento, o no.

En fin. Lumbalgia.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 13 07 16.

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