viernes, 16 de septiembre de 2016

¡EL COCHE YA VA...!

No puedo transmitir a ustedes la euforia que me ha invadido cuando he ido al taller y me han dicho que a las once ya puedo ir a recoger el coche. La maldita electrónica ha dilatado la reparación del cuadro hasta límites exasperantes. Encima, cuando ya parecía que todo funcionaba, ha habido que llevarlo a codificar. Al parecer, algunos modelos, Audit, Sköda y otros, cuando tienen una avería en el cuadro, no vuelven a funcionar si no se recodifican.

Por fin, mañana podremos ir de nuevo a la aldea de la sierra, después de una ausencia muy prolongada. Un vecino me ha dicho por teléfono que esta situación ha provocado manifestaciones en la aldea, con pancartas, 'Que venga Enrique....que venga Enrique'. Una broma del vecino, claro.

Lo cierto es que he echado mucho de menos estas estancias cortas en la casa de la sierra, que rompían la monotonía de la vida ciudadana, aunque igual les digo que una vez en la sierra, enseguida nos cansaremos de estar allí y estaremos deseando volver a la divertida vida urbana.

Es lo que pasa con la condición humana, al menos con la nuestra, que siempre estas deseando lo que no tienes, y te cansas de lo que tienes. No lo digo por mi mujer, llevamos más de cincuenta años juntos, y no me canso de ella, aunque sospecho que ella está hasta el gorro de mí.

Por esa necesidad tan humana de cambiar de paisaje, llevo unos meses tomando café con dos señoras en la terraza de La Fuente, y lo cierto es que no me canso de su presencia, cada día las veo más guapas, sí.

El otro día hablábamos de perdices, yo relataba la historia de un señor feudal recriminado por su arzobispo por sus veleidades extra matrimoniales. El señor feudal, harto de las reconvenciones del religioso, lo invitó a pasar quince días en su palacio. El primer día le puso para comer perdíz, y así durante los días siguientes, hasta que el religioso, harto del mismo menú todos los días, le dijo, --Señor...todos los días perdiz.... --Ves, querido arzobispo, no soportas la monotonía, espero que ahora me entiendas mejor...

No comparto del todo esa moraleja, se puede comer perdíz cada día, siempre que la aliñes con diferentes salsas.

Cuando lleguemos a la sierra, mañana, es probable que encontremos las plantas del jardín hechas cisco. No creo que los lilos, los lirios, las jaras, los romeros, hayan sobrevivido al clima extremo que nos ha castigado. Dan a poniente y es seguro que el viento abrasador las habrá secado. En cambio esperamos recoger una buena cosecha del almendro, pues en nuestra última visita sus frutos tenían ya un tamaño que los hacía menos vulnerables al calor extremo. Son de la variedad marcona, la que se emplea para el turrón, distinta de la largueta que se cultiva por allí.

No se expresar mi contento por ser de nuevo una persona libre para desplazarse con su coche a cualquier parte. Me siento como alguien que ha cumplido su condena de retirada del carnet y se incorpora de nuevo a la vorágine del tráfico.

Tampoco entiendo muy bien esta afinidad, esta actitud de entusiasmo por el tráfico rodado, teniendo en cuente que me crié en la calle, con una ausencia casi total de vehículos de motor. Esta mañana lo hablaba con mis tertulianas. Nuestra infancia tuvo en común, jornadas de ocho o diez horas de juegos en la calle, solo parando para comer o merendar, con una ausencia de tráfico rodado que nos permitía que fuéramos los reyes de la calle.

Es cierto que aquellos juegos, a veces un poco salvajes, se cobraban alguna clavícula rota, algún agujero en la cabeza. En mi caso, las coces de la mula del lechero en el pecho me obligaron a una estancia hospitalaria para recuperarme, y a los cuatro años, la caída desde la ventana del horno a los adoquines del suelo, me llevó, sangrando por los oídos, a acudir en una ambulancia a lo que entonces se llamaba un sanatorio, para atender los daños de mi fractura de cráneo.

Aquella lesión, me habría preparado para presidente del gobierno, visto lo que tenemos ahora, de no ser porque mi familia era de origen libertario.

En fin. El coche ya va. Mañana nos iremos a la sierra de Utiel, comprobaremos los daños en el jardín por la ola de calor, cosecharemos las almendras y, cuando nos cansemos, otra vez aquí,  en ese ir y venir, se nos va la vida, sí.

En fin. El coche ya va.

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16 09 16.

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