domingo, 4 de septiembre de 2016

EL TIEMPO

En la página Septiembre me ocupé del tiempo cronológico, miré el significado de esa palabra y resultó venir de su raíz latina, Séptimo. No me percaté entonces de que Octubre es octavo, Noviembre noveno y Diciembre décimo. ¿Décimo?, pero si son doce, no?. Volvï a mirar y descubrí que los romanos tuvieron dos calendarios, uno de diez meses, otro de doce.

Evidentemente, los nombres de estos meses provienen del calendario de diez meses. ¿Porqué fue útil en su momento este calendario reducido? Como esta noche estaba en vela por el calor a las cuatro de la madrugada, he imaginado alguna respuesta.

Es posible que en la época en que se gestó este calendario, Roma estuviera invadida por la nieve, y el período que ahora conocemos como Enero/Febrero, se caracterizara por un clima invernal tan extremo, que los romanos tenían que suspender todas sus actividades, hasta la llegada de Marzo, época de siembra y esas cosas, de tal modo que permanecían en sus villas, con la chimenea encendida, tumbados en el puto triclinio haciendo el amor con su parienta, y claro, para que coño querían entonces el calendario.

El tiempo es una magnitud abstracta, y todos los intentos que hacemos por entenderlo, por hacernos con el, fracasan porque, inexorablemente, es el tiempo el que se hace con nosotros. No obstante, cuando nos hacemos con un poco de tiempo, podemos usarlo para la convivencia o para la soledad.

Esta mañana, después de una agitada tertulia de contenido político en la Fuente, cuando los demás tertulianos se han ido y nos hemos quedado Cármen y yo, ella ha dicho, Al fin solos. Yo he matizado, esa frase tiene poco sentido, si fuera al fin solo, lo entendería, pero siendo mas de uno, no se está solo sino acompañado. Yo diría, al fin acompañados, sin nadie que nos moleste.

Porque los tertulianos de hoy, ignorando las reglas de la mas elemental cortesía, tratándose de una tertulia informal, donde solo son admisibles argumentos irrelevantes, nada profundo ni concreto, para no herir las susceptibilidades de nadie, se ha visto pervertida por discusiones más propias de los años treinta y cuarenta, con alabanzas a los pantanos que construyó Franco, y argumentos en favor de que esos pantanos hubieran sido construídos por un político demócrata en lugar de por un dictador, en ausencia de golpistas.

La cosa se ha complicado aún más, con preguntas tan indiscretas como --tú, a quien votaste. En fín.

Me he sentido obligado a explicar mi voto con un sentido histórico, citando a mi abuelo, militante libertario compañero del Noi del Sucre, a su hijo, secretario general de CNT y gobernador de Cuenca en plena guerra civil, en fin, ya se ve, historias de otro tiempo, que nada tienen que ver con el tiempo actual, aunque en mi caso, no puedo olvidar ese poso familiar, cuando se me pide el voto, aunque sea en Navidad.

Carmen y yo, un poco al margen de ese debate político, hemos concluído que debíamos solicitar a la dirección de la cafetería que instale una conducción bajo las sombrillas, de esas que dejan caer un ligero riego de agua sobre los cuerpos sudorosos de los clientes, y nos hemos puesto de acuerdo para bajar el próximo día, ella en bikini, yo con bañador y una neverita portatil, porque el otro tiempo, no el astronómico, no el histórico, el puto tiempo climático nos estaba ahogando a esta temprana hora de la mañana, y no créemos que la política pueda hacer nada por nosotros, si no lo hacemos antes nosotros mismos.

En fin. El Tiempo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 4 09 16.

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