martes, 7 de agosto de 2007

HA CERRADO EL MARAVILLAS

He bajado a por el pan. El horno estaba cerrado. He pasado por el quiosco, no abre hasta septiembre. La parada del autobús no estaba ¿...?. Al llegar al Maravillas, su cierre metálico echado me ha enfrentado a la cruda realidad. La terrible época del desierto urbano que se extiende por las calles al aproximarse la segunda quincena de agosto me ha caído encima sin apenas apercibirme. Los hombres no son nada sin sus rutinas, sus hábitos cotidianos, sus tics. Alguien debería considerar esa realidad sociológica y germanizar los períodos vacacionales de las gentes, para luchar contra la desertización de la cultura urbana.

Afortunadamente, hasta en los desiertos mas inhóspitos encuentras de vez en cuando un oasis. Un rótulo en letras amarillas sobre fondo negro es mi oasis de esta mañana. Cafés Valiente. Estaba lleno de titis. Un café con leche, media tostada de aceite y un zumo de piña me han reconciliado con agosto. Como no he podido comprar el periódico en mi quiosco habitual, hago uso del de aquí. Prensa local. Catalunya se hunde. Los fallos en los ferrocarriles, en la red eléctrica, en las casas del Raval que se arruínan, en el Carmel, y sus carísimas autopistas, la convierten en una potencia declinante, mientras que en Heliópolis todo va sobre ruedas.

Como es posible que una potencia decadente sea capaz de penetrar el tejido cultural y empresarial de Heliópolis con la intensidad que nos cuentan?

Como no tenía nada que hacer, me he acercado al Registro Mercantil para comprobar, documentalmente, la validez de ese tópico que tantos réditos políticos ha dado a la derecha cavernaria.

Lo que he encontrado me ha horrorizado. Pascual Hermanos dejó de existir hace decenios. La primera empresa cementera de Heliópolis fue vendida. La que fue primera empresa exportadora de vinos es ahora un museo o algo así. Una empresa de productos de gran consumo, con una marca muy asentada en el mercado, cambió de manos hace tiempo. Claro, pensé, no nos dimos cuenta a tiempo de que aquellas adquisiciones eran el primer paso para una operación mas amplia del imperialismo catalán, de la que solo se ha salvado Mercadona.

Indagué con mas detalle en los registros de esas transacciones. Pascual hermanos fue adquirida por Chiquita Brands. El cemento se lo vendieron los patriotas de Heliópolis a los mexicanos. La exportadora de vinos fue adquirida, antes de especular con sus terrenos, por un banco vasco, aunque esa operación se mantuvo secreta durante mucho tiempo, lo que permitió a sus gestores mostrar su rostro autóctono en sus relaciones sentimentales con el gobierno autonómico. Cruz verde hace mucho que pasó a manos americanas, como otra empresa, cárnica, que se ha vendido tantas veces que es difícil saber de quien es ahora. La primera industria de automoción, no hubo que venderla, directamente la montaron los americanos. Y los catalanes? Hostia. No aparecen. Estarán en la industria cultural?

Oiga, ¿Donde está la valencianía empresarial amenazada por el terror catalán? No será que el dinero no tiene patria?. Aunque sería mas exacto decir que la patria del dinero es un tanto por ciento, un índice que expresa el grado de acumulación de capital que se obtiene, o se puede obtener, con un negocio. A estos efectos de extraterritorialidad del negocio en un espacio globalizado, tiene menos sentido hablar de sucursalismo, pero sigue siendo cierto que las empresas, aunque los mercados sean globales, suelen tener una sede territorial y cuantas mas sedes de empresas poderosas en manos autóctonas tiene un territorio, eso es un índice del verdadero poder económico de esa comunidad.

En ese sentido, Heliópolis ha sido, y sigue siendo, un lugar sucursalista, en el que los empresarios de aquí han buscado alianzas con capital foráneo, lo que es razonable, pero en demasiados casos han renunciado a su poder de decisión y han cambiado sus empresas por paquetes de acciones de empresas foráneas, en lugar de invertir sus euros en el lugar que tanto quieren, lo que parece indicar que una cosa es el cariño, una relación afectiva, y otra el dinero y la confianza en un sistema económico.

Si han invertido, ha sido, sobre todo, en ladrillos, pero, incluso en ese sector, el edificio mas emblemático de Heliópolis, ese que necesita balizas para avisar de su presencia a los aviones, --viva por encima de los demás-- ha sido construido por un empresario madrileño de adopción, ex presidente del Real Madrid, del mismo modo que las inversiones inmobiliarias mas importantes realizadas en Benidorm tienen su origen en capitales financieros ajenos, sobre todo madrileños.

Y los catalanes? Hostia. Estarán en la industria cultural?

Los mas importantes teatros, casi todos los museos, la filmoteca, alguna editorial, son de titularidad pública, es decir suyos, o sea, de aquellas plañideras que, cíclicamente, agitan al personal con la bandera de los catalanes, esos personajes de pesadilla, para distraer la atención de su propia inanidad.

En cuanto a la penetración catalana en la industria cultural, dejando aparte la presencia testimonial de Eliseu, su editorial, su asociación y su dichoso repetidor, sencillamente es una entelequia. No puede existir penetración foránea en un sector que es prácticamente inexistente. Quién va a querer invertir en un sector económico que es lo mas parecido a las calles de Heliópolis cuando se aproxima la segunda quincena de Agosto?

Terminada la visita al Registro, me he dado una vuelta por la Gran Vía. He aspirado el perfume de los magnolios que plantaron los pro hombres locales que creían en la necesidad de asentar una prosperidad sólida en su tierra, quienes fundaron la Sociedad de amigos del país y las demás instituciones mercantiles y culturales que aun perviven, y me he preguntado, ¿Tienen los empresarios y los políticos valencianos en el poder sentido de País?. Rotundamente, no. Me remito a las pruebas documentales. Mas bien han sustituido, salvo excepciones, claro, la defensa verdadera de sus raíces históricas, de su modo de ser, de su singularidad, por la agitación periódica de un fantasma que genera pesadillas a los desinformados, para ocultar su inanidad, su mezquino concepto de país y de ciudadanía, provinciano, y a veces, ruin y reaccionario

En fin, todo esto me pasa, me meto en estos berengenales, porque el Maravillas está cerrado.

El Maravillas ha cerrado. Queda inaugurado Cafés Valiente. Buenos días.

Lohengrin. 7-08-07

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