viernes, 24 de agosto de 2007

OTOÑO/INVIERNO

Observo a mi alrededor una preocupante confusión con el tema del tiempo. En todas las conversaciones informales, sean personales, en las tertulias televisivas, sobre los autobuses urbanos o en las cafeterías, el factor meteorológico predomina de una manera escandalosamente abusiva. En concreto, en Euskal Telebista, canal que frecuentamos desde nuestro reciente viaje a Euskadi, es el tema que mas imágenes aporta. En esa tertulia todo el mundo afirma que hace un tiempo otoñal, pero todos visten de verano.

A ver si nos aclaramos. He consultado mi blog, en busca de algún dato objetivo, y puedo asegurarles que estamos en otoño. En efecto. El 18 de mayo ingresó un comentario en mi página Amarillo Pálido. El contenido de la página comenzaba así, “Y llegó el verano. Brusco. Treinta días antes del verano cronológico.” Es evidente que, si contamos desde esa fecha, el ciclo veraniego ha concluido. Yo, incluso antes de esta consulta, ya me he puesto una camisa negra de manga larga, para ser congruente con lo que percibo a mi alrededor. De paso, disimulo los quilos que he cogido comiendo pinchos por ahí.

Claro, esta declaración unilateral, anónima, por no decir maldita, no tiene efecto alguno. Ni siquiera el cambio climático, ese asunto tan mencionado estos días, que tanta influencia tiene últimamente en la vida de las gentes, se puede comparar al influjo oracular del Corte Inglés en materia tan importante como la determinación exacta del principio y el fin de los ciclos estacionales.

El Corte Inglés. Diez millones de afiliados. Noventa y cinco mil personas a sus ordenes y quince mil millones de euros de facturación. Eso si que es autoridad científica para decir cuando debemos empezar a vestir de otoño y abandonar las alegrías informales del estío.

Ya verán ustedes como, cuando ellos den la orden, se acaba esta desagradable ambigüedad. En veinticuatro horas, como un ejército bien entrenado, todos saldremos a la calle vestidos de oscuro, y se acabaran radicalmente los mini shorts, las faldas cortas, las bragas visibles, los pechos al viento, los vestidos amarillo pálido y todas esas diversidades personales que han acompañado la belleza de los cuerpos en el centro del estío.

Así es como funciona, en realidad, el clima, no como creen que funciona los meteorólogos, ni mucho menos como, en nuestro desconcierto, decimos que funciona en las conversaciones informales.

Si aceptamos esa realidad, estaremos en condiciones de prevenir algunos de sus aspectos negativos. Porque, está demostrado, que ese brusco encadenamiento masivo de tonos oscuros, puede generar episodios depresivos en las personas que sufren esa predisposición. La depresión es el invierno del alma. (La frase es mía). Para aquellas personas que tengan esa susceptibilidad, les recomiendo cordialmente que no le hagan ni puto caso al Corte Inglés, y continúen con el estilo de vida y de vestido que mas les acomode a su equilibrio anímico, sin hacer caso de modas, usos y costumbres, que han sido diseñadas para las mayorías, sin considerar las peculiaridades personales y anímicas de cada uno. Es una sugerencia, no un consejo. No estoy calificado para aconsejar a nadie.

En fin. El otoño llegará, cuando el Corte Inglés lo ordene. Mientras tanto, viva el verano, aunque llueva, truene o caigan chuzos de punta.

Lohengrin. 24-08-07

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