miércoles, 18 de febrero de 2009

EL MERCEDES

He bajado al Maravillas vestido con vaqueros, camisa de leñador y la vieja chaqueta de pana, superviviente de tantas batallas. El frio aire de la mañana que se ha colado por la ventana entreabierta me ha producido un escalofrío, seguido de una serie de estornudos incontrolados.
Refugiado en una esquina de la barra, al abrigo de la corriente, he recordado que ya soy abuelo, tengo sesenta y cinco años, y esa condición aconseja bajar a la calle provisto de bufanda y chaquetón, porque los tiempos de la dulce juventud ya transcurrieron. En fin.

La primavera meteorológica ha entrado –lo ha dicho Florenci-- y las temperaturas de la mañana son muy frescas, el solazo del mediodía hace despuntar la flor del almendro, favorece la frenética actividad hormonal de los humanos y acelera las pulsiones hipercríticas de los escribidores.

Una evidencia de esa pulsión hipercrítica es visible en el largo artículo de hoy en “Levante” dedicado al uso de los Mercedes por algunos cargos públicos del gobierno popular en Heliópolis.
No comparto del todo ese punto de vista. Un Mercedes es un coche que suele durar veinte años, por lo que la decisión de la directora general de Teatres de comprarlo para su departamento, le cuesta menos dinero al contribuyente que el uso de cuatro o cinco vehículos de menor duración que tendría que fundir durante la vida util del Mercedes, si usara los que según las normas de protocolo le corresponden a su rango.

Mi punto de vista es que esa decisión de inversión es mas racional que la de su homóloga, la directora general del libro, que usa los recursos de su departamento para alquiler un Mercedes con chófer.

En el caso de la directora de Teatres que nos ocupa hay que atender, además, a las necesidades de protocolo derivadas de su cargo. Se relacionará, digo yo, con gentes muy importantes de la farándula bohemia, que son profesionales, por un lado, acostumbrados a la precariedad de los camerinos improvisados en algún pueblo, cuando hacen bolos en los festivales de verano, pero también al caviar y el champan Krug cuando se acercan a los poderosos, porque el oficio de cómico tiene sus orígenes, también, en los salones reales, donde, a cambio de divertir a personajes regios, acostumbraban a gozar de las comodidades de las sofisticadas cortes. Y no vas a llevar a esos bohemios famosos en un coche de fabricación nacional, pudiéndoles ofrecer un Mercedes. Lo digo sin ironía, creo que su sacrificada profesión merece lo mejor.

Estoy pensando, por citar a alguien, en Boadella, quien, después de una larga carrera diletante en la que ha hecho de todo, desde montar espectáculos críticos con el poder Pujolista catalán, como Ubú Rey, hasta recalar en un partido independiente, Ciutadans de Catalunya, y ahora mismo se trabaja el teatro de la corte madrileña, a la sombra de Esperanza Aguirre, la marquesa consorte. Entiendo que la directora de Teatres reclame un cierto nivel protocolario proporcional a la fama de sus eventuales invitados.

Otro caso es el de la directora general del libro. Esta señora, si no recuerdo mal, dijo hace unos meses, cuando se le reclamaba que no enviaba a las bibliotecas públicas los libros prometidos, además de haber reducido el presupuesto para esa finalidad, que no entendía esas críticas pues, según ella, cuando mandaba las cajas de libros se quedaban sin abrir. Para distribuir libros en las bibliotecas, lo suyo es una furgoneta, mejor que un Mercedes, y si las cajas no se abren, puede ella misma tomar un taxi, acercarse a esas salas de lectura de los barrios, abrir las cajas y poner los libros en las estanterías. Quienes estamos a favor de disminuir la tasa de analfabetismo funcional que todavía tenemos, se lo agradeceremos y, si nos necesita, la ayudaremos en esa tarea tan necesaria todavía.

El mejor ejemplo que tenemos en este país del uso protocolario del automóvil esta en Cantabria. Su presidente, algo pintoresco, canta mucho cuando sale por la tele, pero tiene a gala llamar a un taxi cuando necesita desplazarse por razón de su cargo. Vive en una casa de vecinos, carece de residencia presidencial y su filosofía política es de una simplicidad y una eficacia sumarias. No robar.

Este hombre, cuya imagen cuesta algo de aceptar, acostumbrados como estamos a la liturgia del poder de la que el abomina, se ha adelantado, con su comportamiento llano y su austeridad militante a las necesidades de austeridad que nos exige a todos la crisis. Pero nuestros políticos de aquí, los populares que gobiernan Heliópolis apoyándose en los grandes fastos y los gestos grandilocuentes, parece que están en la corte de Luís XVI, y sería bueno para todos los ciudadanos que, si no cambian, los apearamos de esa liturgia en las próximas elecciones.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 18-02-09.

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