martes, 10 de febrero de 2009

LA MEDICINA

He bajado al Maravillas a desayunar, como suelo hacer todos los días. Después he ido a Sebas, el peluquero del barrio. Mientras esperaba a que Sebas me pelara he dado un vistazo a un par de periódicos. Tomados en su literalidad, algunos argumentos de Rajoy y González Pons para defender a su partido de los ataques indiscriminados que se ciernen sobre el, me parecen legítimos, pero conviene situarlos en el contexto de la política española de los últimos años.

Según González Pons, “Cuatro chorizos no son el PP”. Rajoy dice que “.los cinco detenidos (ya son treinta y siete los imputados, creo) no son militantes del PP y (..) sus actuaciones no pueden manchar el nombre del partido.Es intolerable y profundamente injusto.”

Estoy de acuerdo. Es profunda y rotundamente injusto que se impute a todo un colectivo por las responsabilidades de una minoría en conductas delictivas y mafiosas. Vale, pero hagamos un poco de memoria de los hechos políticos en este país.

El partido popular, que además de ser un partido político, parece una organización partida, dividida por sus conflictos internos y sin un liderazgo claro, se cohesionó al final de la última legislatura de González por el procedimiento de extender la mierda que acumulaba un grupo de chorizos a todo el colectivo socialista, ventilando esa mierda, que afectaba sobre todo a una parte puntual del socialismo, por todo el país.

Algunos recordaran la famosa pinza, un extraño acuerdo entre el periódico “El Mundo”, Anguita, entonces secretario general de Izquierda Unida, un maestro con una oratoria antigua y un odio personal evidente hacia el entonces presidente del gobierno socialista, y el partido popular, unido como una piña en la tarea de extender la mierda de unos pocos hasta pringarlos a todos.

Es decir, si, es intolerable y profundamente injusto generalizar las acusaciones contra unos pocos a todo un colectivo. Pero eso es exactamente lo que hizo hace unos años el partido popular, con gran eficacia, hasta el punto de que, en Heliópolis, donde no hubo ningún asunto que lo justificara, consiguieron cambiar el sentido del voto poniendo en marcha el ventilador de una mierda que nos era ajena, y han vivido mas de diez años de esa renta política. Hasta hoy.

Lo que le ocurre al partido popular en estos días es, justamente, que está recibiendo una considerable dosis de su propia medicina. Por eso les parece tan amarga, después de haberla dispensado oportunamente sin tasa ellos mismos.

Pero lo que mas me interesa de este asunto, por mi condición de estudiante tardío de periodismo, es el papel que juegan los medios de comunicación en estas peleas políticas. Los medios de comunicación, en general, y los escritos en particular, no son cátedras de Ëtica, ni O.N.G. Son empresas mercantiles que ofrecen sus productos informativos, sus noticias, sus entretenimientos, acompañados de una fuerte dosis de publicidad, sin cuyos ingresos no pueden subsistir.

Los medios de comunicación escritos no permanecen al margan de la crisis económica y financiera generalizada que alcanza a todos. Ahora mismo, se ha reducido el número de ejemplares vendidos. Las empresas que se anuncian han reducido fuertemente sus gastos en publicidad Si venden menos ejemplares, las tarifas de publicidad que aplican, vinculadas a la tirada, bajan. Es decir, a los menores ingresos por el recorte de los anunciantes, se unen las menores ventas al público y el recorte en los ingresos por las tarifas mas bajas que se ven obligados a aplicar si pierden lectores.

En este contexto, encontrar una “exclusiva” como el asunto de la corrupción en el entorno del partido popular, de la que otros competidores no disponen, puede ser lo que marque la diferencia que permita sobrevivir, o no, al grupo de comunicación que explota la noticia.

En mi opinión, aún aceptando que se trate de una denuncia honesta de un periodismo ético que denuncia hechos y prácticas que vulneran la salud democrática, esa línea editorial va acompañada de otros componentes objetivos que contaminan la supuesta denuncia ética con el interés mercantilista del beneficio puro y duro.

Que le pregunten a Pedro J. por la cuenta de resultados de “El Mundo” cuando se convirtió en parte de la pinza que gestionó la campaña de opinión para derribar el gobierno de González. Seguramente nunca vendió, ni ha vuelto a vender, “El mundo”, tantos ejemplares como entonces.

Por eso, no se trata de matar al mensajero, como intentó Aguirre en los inicios del escándalo que cada día se agiganta, pero conviene observarlo detenidamente, para ver como va vestido, que itinerario recorre, y que beneficios obtiene directamente por su labor de mensajería, no vaya a ser que caigamos en la ingenuidad de suponer que solo actúa por integridad profesional, ni en la generalización de que lo hace solo para salvar su cuenta de resultados.

Seguramente, ambas motivaciones, y quizás alguna mas, van juntas, y sería una simplificación impropia de un estudiante tardío de periodismo, caer en la trampa del reduccionismo.

Mas sencilla de interpretar resulta la actitud de otros medios de comunicación. Canal Nou, la televisión autonómica de Heliópolis, no ha dicho una palabra sobre el asunto.
En este caso no se trata de motivaciones económicas, sino políticas. Y hay dos calificativos que resumen, con claridad, esa actitud. Censura. Si. Aquello del franquismo, recuerdan? Impuesta por el partido popular de aquí. Sumisión abyecta. Por parte de quienes son responsables de un medio de comunicación obligado a informar a todos los ciudadanos, y se pliegan a la voluntad censora.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 10-02-09

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