miércoles, 4 de febrero de 2009

EL RECIBO DE LA LUZ

He bajado al Maravillas y había un clamor general entre los clientes contra las eléctricas. Las asociaciones de defensa de los consumidores extienden su mensaje para que los usuarios reclamen.
El asunto está adquiriendo tales dimensiones que requiere, al menos, un comentario extenso.

Cuando se privatizó el sector eléctrico se nos dijo que eso se hacía para acabar con las ineficiencias de esas empresas públicas. Tengo alguna experiencia sobre como funcionaban eaas empresas públicas en Heliópolis, por ejemplo, Renfe. Buena parte del déficit que se imputaba a esas empresas estatales tenía su origen en contratas con empresas privadas –en Heliópolis, Macosa-- que facturaban sus servicios a precios abusivos. Era ese un mecanismo habitual por el que, en realidad, se producía una transferencia de renta desde el sector público, al privado. Sin embargo, ese pequeño detalle no se solía mencionar por quienes insistían en la ventaja de la gestión privada sobre la pública.

Miguel Sebastián, debería irse a su casa, al menos por tres razones: Prometer unas lámparas de bajo consumo que no han llegado a los usuarios , decir la tontería autárquica de que consumamos productos españoles en una economía alimentaria en manos de grupos extranjeros, defender mejor los intereses de las eléctricas que los de los electores y contarnos la milonga de que liberalizar el sector eléctrico ya privatizado se traduciría en ventajas para el usuario.

El país entero está soliviantado con las eléctricas que, al parecer, están facturando sus servicios a base de estimaciones, en lugar de emitir sus recibos en base al consumo realizado. Es como si vas al mercado, pides dos kilos de patatas y el vendedor no te las pesa, sino que las cobra a ojo. Con el agravante de que en el mercado puedes acudir a otro vendedor, pero las eléctricas, privatizadas y liberalizadas, siguen siendo un coto de caza compartido, controlado, como siempre, por el sector financiero.

Presiento que la decisión de liberalizar el mercado eléctrico, se va a llevar por delante la mediocre carrera política de Sebastián. Es lo que pasa cuando tomas decisiones para resolver un problema, que suelen aparecer problemas nuevos sobre los que no tienes ningún control, y, en ocasiones, la dinámica del cambio devora al impulsor de ese cambio.

He conocido empresarios que, conocedores de esos efectos perversos en la toma de decisiones, se negaban a tomarlas y trataban de instalarse en una especie de limbo estacionario, para mantener su cabeza a salvo. Esa actitud es una de las bases del pensamiento conservador, que conoce muy bien, por las experiencias históricas, como un proceso de cambio puede llegar a ser incontrolable por quienes lo han promovido, y sus resultados radicalmente distintos de los esperados.

En este país, siguiendo la ola neoliberal, se han privatrizado prácticamente todos los servicios básicos, pero los efectos perversos de esas privatizaciones caen, sobre todo, sobre los hombros de consumidores y usuarios, que ahora manifiestan su furia en cualquier entorno, en el bar, en el autobús, en los programas vespertinos de.la tele, y en las colas, cada vez mas largas, en las oficinas de reclamación.

Ahora les toca a las eléctricas, después a las diputaciones, que están facturando a los usuarios los costes de un reciclaje que deben hacer empresas privadas, y no está claro que lo hagan. Solo un tercio del importe del recibo del agua corresponde a ese consumo. Los dos tercios restantes corresponden a conceptos abstrusos que implican obligaciones de gasto e inversión en determinadas cosas por parte de quien emite el recibo, sin que tengamos ningún control de que, efectivamente se lo gastan en lo que dice el recibo. Y así, podríamos seguir con las empresas de telefonía, con las comisiones bancarias y demás.

Tengo la sensación de que estamos llegando a un punto en que ese tinglado montado por las compañías oligopolisticas y los políticos, va a provocar un efecto perverso, una rebelión de los consumidores y usuarios, agobiados por la crisis, que ya no van a tragar como lo hacían en épocas de vacas gordas.

No se pueden recoger los mensajes integradores de Obama y el rey, pidiendo que tiremos del carro y lo hagamos todos juntos para salir del agujero, para que nos identifiquemos con una tarea común,cuando aquí el gobierno toma medidas por su cuenta, sin un plan común que integre su política en el marco de acuerdos con empresarios y trabajadores, mientras los mismos grupos de presión de siempre, financieros, energéticos, operadores telefónicos y demás, ofrecen el bochornoso espectáculo de la defensa a ultranza de sus intereses particulares y permanecen ajenos a lo que el país necesita de ellos.

El asunto no se resuelve con el recambio de dos ministros socialistas, si eso no va acompañado de un ejercicio del poder político que frene los abusos que se están generalizando. Entiendo que el ceño de Francisco González, director del BBVA, es uno de los mas temibles del complejo entramado oligopolístico y financiero que lo controla casi todo, y que el poder político se sienta intimidado por la fiereza de estos señores, pero si se nos hinchan las pelotas a los pacientes ciudadanos, que llevamos demasiados años soportando abusos, el ceño de Paco González va a ser una risa al lado de la que se puede montar, y ya no son tiempos de recurrir a la guardia civil ni tratar la crisis como un asunto de orden público.

Convendría que todos tomaran nota porque, en tiempos de crisis, es imposible prever los efectos perversos que puede desatar insistir en la política oligopolística depredadora, como si nada hubiera pasado. Como si el capitalismo –no solo el modelo económico y financiero-- no requiriera un cambio profundo de estrategias y objetivos, como el que ya nos está exigiendo a la gente de a pie la dureza de la situación.

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 4-02-09.

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