viernes, 13 de febrero de 2009

LA REALIDAD CONTADA

“Los periódicos nunca cuentan lo que está pasando, sino lo que sucedió ayer. Por eso, conviene estar atentos a la realidad que se ofrece a nuestros ojos, además de a lo que nos cuentan que ya ha sucedido. A diferencia de los medios audiovisuales, que envian sus cámaras al lugar del suceso y tienen la capacidad de ofrecer, en directo, lo que está sucediendo, los medios escritos tienen la limitación de que, mientras envian a sus periodistas a recoger la noticia, se reúnen en las redacciones para espigar lo que van a contar o no, y deciden que lugar ocupará cada noticia en el periódico, los ordenadores componen el ejemplar ya maquetado, las rotativas lo imprimen, y los medios de transporte lo distribuyen, cuando llega tu ejemplar a las siete de la mañana al cajón del quiosco, lo que contiene es un relato periodístico de una realidad que ya está caducada.

De modo excepcional, digamos un par de veces cada veinte años, cuando sucede un magnicidio o un golpe de Estado, los periódicos lanzan ediciones especiales que se ocupan de la realidad sucedida ese mismo día.

A cambio de esa caducidad, obligada por las estructuras de producción de los periódicos, nos ofrecen análisis de la realidad contada, que suelen ser mas extensos y profundos de los que practican los medios audiovisuales, marcados por la prisa y lo que cuesta emitir cada segundo de la información que recibimos en las pantallas, aunque también esos medios se reservan espacios semanales para los reportajes elaborados con mayor profundidad.

Esto, que es algo obvio, a veces se nos olvida hasta tal punto, que damos mas crédito a lo que nos cuentan que sucedió ayer, que a lo que estamos viendo hoy con nuestros propios ojos.

Este preámbulo viene a cuento porque ayer, jueves, di un paseo por la playa de la Malvarrosa, en Heliópilis, acompañado de un amigo. Lo hacemos todos los jueves desde hace algún tiempo. No he encontrado, de momento, mejor modo de ocupar la mañana de ese día para tener la gratificante sensación de que el aire que respiro es algo distinto de la rutina cotidiana.

Sentados en la terraza de un restaurante junto al paseo marítimo, reparamos en un cliente solitario de la mesa de al lado que ofrecía un aspecto muy singular, como si quisiera pasar desapercibido. Lo raro era que su atuendo, gabardina azul, sombrero, gafas, y su gran bigote, producían el efecto contrario. A mi amigo y a mí, el ciente desconocido nos hizo evocar al inspector Closeau, el de la última versión de la Pantera Rosa. Sobre la mesa tenía dos periódicos y los leía con avidez. Entonces caímos en la cuenta, era Pérez, el gerente de la empresa investigada por Garzón, cuya foto ha salido en todos los periódicos.

No puede ser, me dije. Según el periódico del día este hombre ha sido llamado a declarar por el Juez Garzón. No puede estar en dos sitios a la vez. Terminamos nuestra estancia en la playa con la duda de si el hombre de la gabardina era o no el que habíamos creído reconocer.

El periódico de hoy da la noticia, caducada claro, de que el juez Garzón dejó marchar a Pérez después de tomar su declaración, lo que aumenta la probabilidad de que el hombre de la gabardina con el que compartimos terraza ayer fuera, efectivamente, Alvaro Pérez, gerente de Orange Marquet, empresa investigada por sus presuntos chanchullos con la Generalitat valenciana, y según precisaba el periódico, felizmente casado con una ex-mama chicho, que ha trabajado con cierta regularidad en diferentes emisoras de televisión, entre ellas Canal Nou.

Ahora entiendo mejor el llamativo intento de pasar desapercibido de aquel caballero y su elección de un lugar apartado y solitario para hacer sus reflexiones sobre las noticias de los dos periódicos que ojeaba. Es curioso, esa actitud de marcharse a la playa cuando a uno lo persiguen, bien los periodistas, o los acreedores, es mas común de lo que parece, por lo menos en los lugares en los que disfrutamos de esa geografía marítima.

Intervine, hace años, profesionalmente, en una empresa quebrada, una distribuidora de camiones, y el gerente, acosado por las deudas y la exigencia de los acreedores, se comportaba exactamente igual que el hombre de la gabardina. Se marchaba a la playa de el Saler, donde ningún acreedor pudiera encontrarle, y allí, sentado sobre un tronco seco devuelto por el mar, reflexionaba sobre si mismo y las circunstancias que le habían conducido a esa situación.

Ningún periódico, ninguna emisora de televisión, puede sustituir con sus técnicas para contar la realidad la percepción de la realidad misma. El hombre de la gabardina, la actitud ansiosa con la que se lanzó a buscar en los periódicos la versión periodística de su propia realidad, evocaba esos planos cinematográficos tan repetidos en el cine de Hollywod en los que quien se ve acusado de alguna fechoría se lanza con ansiedad sobre los periódicos para buscar su propia imagen. Esa experiencia casual, me pareció mas elocuente, mas veraz, y también mas fiel, que cualquier relato periodístico sobre el caso.

Lo que ves en los periódicos son personajes. Lo que reconoces en la realidad es esa mezcla de humanidad, capaz de lo mejor y lo peor, que nos habita a la mayoría. Esa realidad observada está libre de maniqueismo, no está manipulada, y te ofrece la rara oportunidad de contemplar a un hombre que, aunque vestido con gabardina y sombrero, da la sensación de que se siente desnudo, derrotado, perdida, o a punto de perder, la fortaleza aparente de carácter que acompaña a las personas que hacen de la trepa social o política su primer objetivo .

Internet es el mejor medio para la comunicación instantánea, pero aquí estoy yo contando algo que me sucedió ayer, con lo que, sin apercibirme de ello, sigo el mismo esquema de la prensa escrita, con sus mismas limitaciones. Es posible que la realidad solo pueda contarse un día después de que ha sucedido? No se.”

LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 13-02-09.

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