Vuelvo de Mercadona con los riñones tocados por arrastrar un exceso de peso en un carro que ya no se desliza como antes. Tres packs, uno de agua, otro de leche, otro de cerveza, son demasiados para traerlos a la vez,
mientras me prometía no volver a hacerlo, he recordado que ya otras veces me he prometido lo mismo, y se me olvida,
lo que me lleva a una frase encontrada hoy en la columna de Albert Cano en la 22 de 'Levante'.
Albert no da opiniones, se limita a mostrar
las que encuentra por ahí, en este caso, se trata de la opinión de Die Welt sobre la situación en España y otros países del sur de Europa.
'..la escasa decencia de una clase política propia de una dictadura del tercer Mundo y la falta de cultura política de buena parte de la población confluyen para que, en dichas naciones, se muestre a Alemania como un imperio colonial.'
Yo no quitaría ni una coma a esa opinión, pero añadiría una reflexión histórica sobre la nación alemana, su clase política, y su idea del Imperio, así como una opinión sobre la cultura política de buena parte de su población, todo ello inspirado en una película que vi ayer en el cable, que contó la historia de unos estudiantes de Munich, componentes de un movimiento no violento anti nazi, 'La Rosa Blanca', a quienes manda cortar la cabeza un juez de la entonces clase política alemana dominante (1942), por haber repartido unos panfletos contra el Imperio.
O sea, que el Imperio alemán existió, como existió, en aquel contexto, una dictadura fanática alucinada, que causó millones de muertos y que fue llevada al poder de modo democrático, por la mayor parte de su población, que sigue con el mito de su superioridad intelectual, desmentido por la historia. ¿Han aprendido? Parece que ellos, sí. Nosotros? Depende del punto de vista.
(...)
¿Como es posible que un pueblo maduro, como el alemán, entregara el poder en las urnas a un tipo como Hitler? Todos los historiadores están de acuerdo en que fue la situación desesperada del pueblo alemán en la época de la República de Weimar, lo que les empujó al nacional socialismo que, al principio, fue un movimiento minoritario, pero que se extendió por la propia dinámica del poder dictatorial.
Alguien con quien he coincidido alguna vez en una comida con los tertulianos del viernes, al hablarle yo de la necesidad de regeneración de la clase política, respondía negando tal cosa, pues los políticos y los ciudadanos somos, decía, esencialmente iguales, ningún defecto atribuido a los políticos está ausente en la naturaleza de sus votantes.
Me preguntaba yo porqué, después de Weimar, los alemanes votaron a Hitler, o porqué, sin ánimo de molestar, después
de quedar hartos de Zapatero, la mayoría de los españoles votó a Rajoy. Vamos a ver, cuando uno sufre un desengaño
amoroso, lo suyo es que se aleje durante un tiempo de la causa de su decepción, en este caso de las urnas.
Lo razonable es que después de una gran decepción política haya una abstención masiva que desacredite el sistema. Pues no,los alemanes votaron otra vez, a Hitler, y nosotros, otra vez, a Rajoy.
Ahora comprendo porqué. Es el mismo mecanismo amnésico que hace que yo me equivoque una y otra vez, que vuelva a cargar el carro de la compra con demasiado peso, sobrevalorando mis energías para soportar el esfuerzo.
Es cierto,
el hombre no solo es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra, sino que lo hace porque se empeña en repetir el mismo camino, es mas cómodo que buscar una ruta nueva, si.
Voy a repetir la cita del periódico de hoy, pero esta vez quitando lo innecesario, "...la escasa decencia de una clase política propia de una dictadura del tercer Mundo y la falta de cultura política de buena parte de la población confluyen....". Están de acuerdo?..Entonces,¿porqué siguen votando?.
En fin. El Punto de Vista.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 7-09-13.
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