miércoles, 27 de agosto de 2014

CUMPLEAÑOS FELIZ

El hijo de una vecina celebra hoy su cumpleaños. Esa es la razón por la que Jordi no acudirá hoy a la comida familiar en casa de su hermana, Mónica, porque tenía un compromiso anterior para asistir a esa fiesta. Mónica cocinará una paella, porque ha vuelto de Brighton con un mono importante de comida española, potente, después de haber sobrevivido tres semanas a base de hamburgesas, perritos calientes, fish and chips y otras zarandajas.

Pero yo no quiero reflexionar hoy sobre costumbres gastronómicas, sino sobre el hecho, que me parece mas sustancial, de si la costumbre de nuestros treintañeros y hasta cuarentones, de seguir celebrando sus cumpleaños a edades tan plenas, no será un signo de infantilización.

Recuerdo haber celebrado mis cumpleaños de niño, como todo el mundo, pero también cómo ingresé en la edad adulta a los doce años, pues, a tan tierna edad, ya trabajaba por cuenta ajena, pese a que las normas del sistema prohibian hacerlo hasta la edad de catorce años, lo que parece indicar que el sistema, entonces, era incluso mas permeable que el de ahora.
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Desde que entré a trabajar, no tengo recuerdos de la repetición de aquellas ceremonias infantiles, pero puede que lo haya olvidado, porque enseguida entré en una vorágine de pluriempleos, hasta que encontré alguno mejor remunerado y, antes de que pudiera darme cuenta, era padre de una niña y habitaba una vivienda nueva. Solo entonces volvieron los cumpleaños, pero fueron los de la niña. 

La cuestión que quiero plantear es, están nuestros hijos mas infantilizados que lo estuvimos nosotros.. en caso de que fuera así, somos responsables de su infantilización, los hemos sobreprotegido...Esto de la sobreprotección me hace mucha gracia, me sugiere un depósito bancario a su nombre de un millón de euros, un apartamento en Manhattan...si no es el caso, no me jodan, no me hablen de sobreprotección, en todo caso los hemos dejado caer, sin paracaídas, en un sistema que ya no es aquel que nos daba trabajo a los doce  años y, por consiguiente,su maduración, o su falta de maduración, es, sobre todo, al margen de actitudes individuales, que también, una consecuencia del entorno que les toca vivir.

En mi entorno mas próximo observo un número significativo de jóvenes que, no habiendo alcanzado lo que podríamos llamar la madurez laboral, dedican su tiempo a actividades creativas o reivindicativas, se dedican a las artes plásticas, a la música, a veces a las dos cosas, o se convierten en activistas militantes. Claro, esas actividades les dan poco, o ningún, dinero. 

Nuestros padres les habrían dicho que dejaran esas prácticas infantiles y se hicieran hombres de provecho. No seré yo, que hace siete años que escribo en el blog por la cara, quien comparta ese sermón, pese a las alusiones de mi mujer para que intervenga en el desequilibrio entre aficiones y obligaciones de uno de nuestros hijos. 

A todos esos chavales, algunos ya treintañeros y cuarantones, solo les puedo decir que insistan en sus actividades creativas, que la creatividad es, en si misma, una retribución a sus dedicaciones y que estiren todo lo que puedan esta etapa de su vida, pues para ser repartidor de pizzas, o ministro de justicia, que mas da, aún les quedará tiempo y hasta podrán arrepentirse de haberse incorporado al final al pelotón de los hombres de provecho.

En fin. Cumpleaños feliz. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 27 08 14.

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