jueves, 9 de abril de 2015

LOS NOMBRES

He bajado al Maravillas y he pedido un té verde. Me lo estaba tomando cuando he notado que era rojo, de todos modos, me lo he bebido entero sin rechistar. Para quienes me han oído pedirlo, era un té verde, ese era el nombre, pero no la cosa.

En Levante, he leído la columna de Cipriano Císcar, que aludía a la Mordaza, recordando el cese de Jesús Cintora, un periodista incómodo para ciertos políticos. Cipriano llama Mordaza a una cosa que siempre se llamó censura, represión.

Sostengo que vivimos en un tiempo en el que es esencial para el poder, cualquier clase de poder, el uso de nombres que diferencien el modo de nombrar la cosa, de la cosa misma, pues a nadie conviene usar nombres que recuerden tiempos pasados que, en lo político, son esencialmente iguales a los nuestros y solo la tecnología permite reconocer como distintos, disfrazando así la persistencia en el tiempo de las relaciones de poder.
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Nombres que antaño significaban, claramente, la naturaleza de un Régimen, Franco, Solís, Fraga, han desaparecido del horizonte comunicacional, pero han sido sustituídos por otros, Aznar, León de la Riva, Hernando, nombres superpuestos sobre el mismo cuerpo político, adaptado a formas parlamentarias, que no democráticas en sentido participativo y así, cuando leémos el periódico, o ponemos la tele, los discursos que escuchamos están plagados de eufemismos que tienen por objeto designar con nombres nuevos, hechos históricamente repetidos. 

Se puede oponer a este punto de vista el reconocimiento de los periodos de gobierno socialista en nuestro sistema democrático, pero si reconocemos cuales han sido las relaciones de cualquier gobierno en los últimos veinte años, con las compañías eléctricas, y cuales han sido sus consecuencias, es decir, que después de las sucesivas reformas tarifarias aprobadas por este o aquel gobierno, sus cuentas de resultados no hayan dejado de crecer, éste es un caso típico en que el nombre de la cosa, reforma, oculta la realidad de las relaciones de poder. 

En mi opinión, no hay tanta diferencia entre los recursos del brujo de la tribu para mostrar una realidad a los miembros de la misma, aderezada con los nombres mágicos que convenían a la relación tribal de entonces, y el uso abusivo, eufemístico, del que ha hecho gala Rajoy estos días, tratando de ocultar las miserias que afligen a buena parte de la población, incluso las que afectan a su propio partido, en una ceremonia triunfalista, falaz, claramente evocadora de la del brujo de la tribu. 

Esto, en cuanto a los nombres que afectan a lo propio, a los intereses políticos de una formación, pero, cuando esta técnica de nombrar las cosas según conviene se aplica a los adversarios, entonces se vuelve menos sutil, y con un solo nombre, populismo, se despacha la complejidad de los múltiples movimientos ciudadanos surgidos desde el 15-M, caracterizados por una auténtica partiipación democrática, y los neo franquistas, disfrazados de neo conservadores, intentan que sus mensajes descalificadores usen una sola emoción, el miedo. 

Las encuestas indican que, a pesar del uso torticero de los nombres por parte de los que gobiernan y sus candidatos, todavía se les asignan un gran número de votos. En mi opinión, son, en buena parte, votos clientelares, de quienes se benefician, directa o indirectamente, de la política acomodaticia del sistema. 

Está por ver si a la hora de la verdad son mas los que distinguen el color del té, que aquellos que solo lo reconocen por su nombre.

En fin. Los Nombres. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9 04 15.

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