martes, 7 de abril de 2015

SMOKE

"Cuando murió, llamaron a una empresa de desinfección sanitaria, intentando deshacerse del olor nauseabundo que había dejado en la casa. Durante más de veinticino años, a razón de un paquete diario, había consumido algo más de ciento ochenta mil cigarrillos en el salón familiar, contaminando todos los objetos que allí se encontraban; libros, fotografías, cuadros, alfombras, a pesar de la limpieza frecuente, seguían infiltrados por el olor de la nicotina y las demás sustancias liberadas por la combustión del tabaco, cojines, tapicerías, sillas, estantes, cortinas, objetos de cerámica y cristal, lámparas, además de su propia ropa y la de su familia.
.......  


El lugar con mayor depósito de resíduos era el filtro del aparato de aire acondicionado, pues, a pesar de su limpieza regular, siempre mostraba una pátina grasienta de humo adherida a su superficie. El trabajo realizado por los fumigadores pareció eliminar de raíz el olor nefando. 

En realidad, lo que habían hecho era superponer otros olores, los de los productos químicos aplicados sobre la antigua solera dejada por el fumador difunto. Al cabo de algún tiempo, los efectos del tratamiento habían cesado y los viejos olores domésticos se adueñaban de nuevo, insidiosos, del lugar. 

Incómodos por esa sensación de desasosiego olfativo, comenzaron por deshacerse de las ropas de Víctor, después hicieron lo propio con las suyas, cambiaron cortinas y tapicerías, llevaron a una librería de viejo los ejemplares manchados por el humo que habían permanecido mas de un cuarto de siglo en los estantes de la limitada biblioteca familiar, subastaron en el Cïrculo las pinturas y aerografías que decoraban las paredes del salón, cambiaron las lámparas, regalaron las alfombras, vitrificaron el suelo y pintaron paredes y techos, solo para descubrir, después de tan esforzado intento de renovación, que el lugar seguía maloliendo exactamente igual que el día del funeral de Víctor. 

Sumando a la factura de la desinfección, el valor de los objetos que habían malvendido o regalado y el coste de la rehabilitación realizada, la familia de Víctor había gastado, sin ser consciente de ello, un tercio del valor de la vivienda cuyo olor trataban de erradicar que, a pesar de sus esfuerzos, seguía presente con la misma intensidad de siempre. 

Tuvieron que tomar nuevas decisiones sobre las alternativas que les quedaban. Aceptar el presupuesto de una empresa especializada, con garantía de eficacia total en los resultados. Vender la vivienda para trasladarse a otra nueva. Operación colectiva de pituitarias para privarse todos del sentido del olfato. 

Ninguna de esas alternativas estaba, en realidad, a su alcance, pues, al morir Víctor, además de legarles el hedor insoportable de su vicio nefando, los redujo a una patética estrechez económica, al privarles de sus ingresos, pero no así de sus deudas. 

Incapaces de resistir por mas tiempo la situación, los heredero naturales de Víctor se reunieron alrededor de la mesa del salón, tomaron cada uno, ritualmente, un puñado de cápsulas de concentrado de nicotina y cayeron en un profundo sueño, del que nadie supo, hasta que los vecinos notaron, al cabo de tres días, un intenso olor a nicotina que provenía de la casa de al lado. 

Aquella vivienda nunca fué vendida a nadie. Todos los agentes inmobiliarios que lo intentaron, fracasaron. El profundo olor a nicotina que permanecía tras las muerte de Víctor y su familia directa se había potenciado hasta niveles que se apreciaban en todo el edificio. 

Con el tiempo, después de muchos años, alguien instaló en los bajos del edificio vacío, un estanco." 

(Texto escrito en diciembre de 2001, encontrado en una caja de cartón que guarda mis papeles viejos, en la casa de la sierra) 

 En fin. Smoke.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 7 04 15.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios