lunes, 3 de agosto de 2015

ESCRIBIR

He bajado a la cafetería La Fuente a por tabaco y a tomar un café del tiempo, lo he tomado en la barra, sin entretenerme, porque sentía la necesidad de volver para contarlo. ¿A quien le interesa que cuente que he ido a tomar café?, a mí, hay quien escribe cosas que interesan a los lectores, otros solo escribimos cosas que nos interesan a nosotros.

Hay quien, con 140 caracteres, es capaz de expresar el asco o la simpatía que le merecen determinadas cosas, ideas o personas. Otros, yo mismo, hoy, podemos dedicar una página entera, sin ningún sentimiento de culpa, a no decir nada.

Me sorprende mi afición por la escritura pues solo fuí unos años a una escuela clandestina dirigida por una maestra represaliada, y allí se leía, todos los días algunas páginas de el Quijote, más que se escribía, y aunque es cierto que de mayor cursé una carrera universitaria, sin duda gracias a la benevolencia de un sistema universitario que aceptaba alumnos que habían dejado la escuela a los doce años, tras pasar una prueba, no sobre lo que sabían, sino lo que se intuía que eran capaces de aprender, lo cierto es que si aceptamos que son las primeras experiencias las que nos marcan el desarrollo de nuestras habilidades futuras, yo debía haber sido lector, en lugar de dedicarme a contar por escrito mis visitas cotidianas a la cafetería.

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Hay tantas clases de escritores, como autores vinculados a las editoriales, a los periódicos, sin contar los guionistas de televisión, los escritores que se dedican al cine, los que se prostituyen escribiendo para los políticos, quienes escriben panfletos, avisos y textos al servicio de los usuarios de autobús, tren, avión, y demás medios de transporte. 

Una escritura utilitaria que no suele estar muy valorada, pero en caso de siniestro en un transporte público, puede ayudar a salvar la vida de las gentes. A mi me parece mas digna de gratitud esta escritura utilitaria que, yo que sé, El Nombre de la Rosa, que me gustó mucho sí, pero no puede compararse en utilidad social a un buen texto que te indica con claridad como usar un martillo para romper el cristal de la ventanilla de emergencia. 

Y sin embargo, asumiendo que hay muchos que escriben para otros, he de confesar que yo solo escribo para mí. ¿Porqué?, no lo sé. En realidad, tampoco se porqué escribo, pudiendo no hacerlo. Una explicación fácil es que ahora tengo tiempo para hacerlo, pero eso no explica que escriba, con mayor o menor frecuencia, desde hace cuarenta años, por lo menos. 

En la escritura se encuentran muchas cosas mezcladas, hay autores con un tic historicista que condiciona sus relatos, otros se dedican a las emociones, eso que suelen llamar suspense, las tramas policíacas son tal vez las mas usadas entre montones de escritores profesionales, y sin embargo hay otros cuya única motivación es la búsqueda de la belleza, no importa lo que escriban, lo que buscan es lograr un estilo, unas metáforas líricas que suelen prevalecer sobre la narración misma. 

No es mi caso. Simplemente escribo, aunque no sepa porqué. En realidad, me importa un bledo llegar a saberlo, o no. Poner una palabra detrás de otra me produce una íntima satiafacción y a eso me dedico, mas intensamente que antes, desde hace ocho años, en un lugar de la Red que un escritor mediático de cuyo nombre no me acuerdo calificó de mensaje en una botella, aludiendo a lo aleatorio de la lectura de sus contenidos. 

Ya ves, autor mediático de cuyo nombre no me acuerdo, a día de hoy han bebido de esta botella 65.000 visitas, y eso que escribo cosas que solo me interesan a mí. No pienso cambiar de actitud, me dá igual 65,000 que 650.000, solo se trata de poner una palabra detrás de otra, y ya está. 

En fin. Escribir.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 3 08 15.

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