He bajado a la Cafetería La Fuente, con la intención de tomar un café del tiempo, pero mi primer intento ha resultado frustrado.
La mejor mesa de la terraza estaba ocupada por un perro atado a una de sus patas. Parecía esperar que le sirvieran el desayuno, ¿Un hueso de cerdo?, los de pollo, ni se les ocurra dárselos a su perro, se quiebran y pueden lastimar al animal.
He esperado unos minutos, pero nadie ha servido el desyuno al invitado. He ocupado otra mesa. El camarero, no ha aparecido. Me he trasladado a otra, porque me daba el sol. Nada.
Entonces ha aparecido la dueña del perro, lo ha desatado, y se ha ido con el. He aprovechado el momento para ocupar el lugar del perro, en la mejor sombra de la terraza justo cuando aparecía el camarero. Cuando ha vuelto con mi pedido, y un cenicero!, por fin, me he sentido a gusto.
A mi lado, dos mujeres de unos setenta años miraban un ejemplar de Hola, esa novela gráfica, cómic, o revista, con mas fotos que texto, que, al parecer, cuenta la vida y milagros de las sagas reales y principescas de Europa.
Una clase social que desperdicia su vida haciendo discursos
vanos que no tienen poder para convertir en leyes, acudiendo a actos benéfico sociales, presidiendo desfiles y, eso sí, acuden una vez al año
al baile de la rosa, un sarao al que los convoca el tipo mas libertino de toda la aristocracia europea, descendiente de piratas, el señor de Montecarlo.
Entiendo que esta publicación pueda entusiasmar a niños y niñas en edad de alimentar sus fantasías, pero verla en manos de dos mujeres mayores que residen en la calle con menor renta vecinal de la ciudad, donde está el Maravillas, ahora cerrado, me hace pensar que la estupidez humana no tiene límites, y refuerza esa sensación el hecho de que yo lleve ocho años escribiendo estupideces en el blog, sin cansarme.
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En el panorama de los medios informativos, o dedicados a la desinformación, hay de todo. Está Hola, pero también Saber Vivir, que es infinitamente más perverso y dañino, y, claro, está la prensa deportiva.
Lo de Hola, y Saber Vivir, no lo entiendo del todo. Al menos Marca, As, tienen entre sus contenidos centrales a tipos atléticos que corren hora y media en calzoncillos y se ganan la vida con unos cuádriceps
de fábula, no como los míos que, según Lola, cuando me palpó el muslo, ya no están, y debería hacer ciclismo casero para recuperarlos algo.
El asunto central de todo esto es una pregunta, ¿Tiene sentido hoy la presencia pública de una clase social que es un resíduo histórico de la edad media, sea alta, baja o mediana? No quisiera ser tomado por un republicano, tan antiguo como los monárquicos, no estoy pensando en sustituir a la monarquía por la república, sino en prescindir de las jerarquias como emblema representativo de la soberanía del pueblo, puesto
que, si el pueblo es soberano, lo dice la tramposa constitución que también eleva la monarquía a la jefatura del Estado, si el pueblo es soberano, digo, porqué precisa de un monarca o un presidente de la república, para ser pueblo.
El problema de llevar hasta el final este razonamiento sería la desaparición de Hola, con todos sus puestos de trabajo, que deben ser muchos, con lo que se dejaría de satisfacer la demanda de señoras como las que ojeaban la revista esta mañana en la terraza de la Fuente, que, solo por residir
en la calle de menor renta vecinal de la ciudad, no tienen porqué verse privadas del privilegio de compartir, aunque sea por medio de una novela gráfica, un cómic, o lo que fuere Hola, la maravillosa vida de cuento de hadas de todos los inútiles que la viven dando discursos grandilocuentes
que su presencia meramente decorativa en los órganos de los Estados, les impide convertir en leyes.
En fin. Hola.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 2 08 15.
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