miércoles, 5 de agosto de 2015

GALÁPAGO ENAMORADO

Hemos ido a hacer la primitiva, mi mujer y yo, la misma combinación desde hace treinta años, que pensamos dejar en herencia a nuestros hijos porque, al parecer, las leyes del azar que regulan estos juegos, requieren de varias generaciones para que te toque algo.

Después nos hemos acercado a por el pan al pakistaní de Centelles, mientras Encarna lo compraba, yo he sacado del cajero la limosna semanal, como si estuviéramos en Grecia.

De regreso, Encarna me ha comentado algunas cosas que ha escuchado por la radio. Ella es cliente habitual de la SER, escuchante la llaman allí, que horror, no?. Lo cierto es que ha escuchado las quejas de alguien que representaba al cuerpo diplomático por el nombramiento de Werth, ex ministro de educación, como embajador en París.

A mí eso me ha parecido una protesta meramente corporativa, pero, lo extraño es que ha sido escuchar el fonema Werth, asociarlo con su imágen, y un raro deslizamiento por los vericuetos de mi memoria me ha conducido a otra época, a otros personajes que, en principio, nada tienen que ver con Werth.

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Esa alusión a Werth me ha situado, con una velocidad sorprendente, en los años setenta, cuando yo acepté que me llamaran director financiero de una empresa gasística de segunda, aunque no tenía a nadie a quien dirigir, excepto a una secretaria muy guapa y muy culta, porque pagaban muy bien.

La empresa estaba presidida por un ingeniero industrial que era a la vez delegado del gobierno en Campsa. El Director General era otro ingeniero, alto funcionario de la Confederación Hidrográfica del Júcar.

Se dedicaban a la distribución de gas butano en botella de tres kilos, para lo que disponian de una planta de llenado de GLP que, cuando se inauguró, ya no había dinero para pagar la paella de langosta servida en la fiesta que dieron en el Náutico, y a la venta de algunos aparatos domésticos muy famosos, como la misma lámpara que utilizaban para alumbrarse los del vietcong, cuando se veían obligados a ocultarse en sus refugios subterráneos, que era prácticamente siempre, para protegerse de los bombardeos con napalm de la aviación Usa.

Que tiene que ver Werth con todo esto?. Lo explico, la empresa, en la que estuve varios años, no habría podido ejercer su actividad sin una concesión expresa que lo autorizara, y al parecer, a quien concedía esas prebendas, los ingenieros que la dirigian le llamaban 'el galápago'.

No estoy seguro de ser fiel, ahora, a la realidad de entonces, pero creo que se trataba del Presidente del Grupo Fierro, los reyes del butano en botella grande, los amos del mercado gasístico, y tampoco puedo afirmar si era el galápago quien concedía las licencias directamente, o era que solo se podían conceder por quien las firmara, con la conformidad del galápago.

Al ver la imágen de Werth evocada por el comentario de mi mujer, su aspecto físico me ha hecho recordar, en un flash, el del galápago, que aparecía en los periódicos de la época y, efectivamente, tenía, como Werth, por la forma de su cuello, de su nuca, de su cráneo, de su rostro, la anatomía de un galápago.

Quienes se han quejado del nombramiento de Werth, en mi opinión lo han hecho por cuestiones corporativas, ignorando que ésta no es una historia de nepotismo, de amiguismo, de puerta giratoria, sino una historia romántica, una historia tan tierna como la de un galápago que sigue a su hembra a otras tierras, sin importarle cruzar los Pirineos, sobre todo teniendo en cuenta, esto solo lo aventuro, que tal vez su hembra se marchó previamente huyendo del galápago, sin ninguna intención de reencontrarse con él, con la de tipos normales, sin morfologias raras, que hay en París.

¿Es, o no es, esto, una historia tierna de galápago enamorado, que deja en segundo plano todas esas quejas de puerta giratoria, nepotismo y demás..?

En fin. Galápago Enamorado.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 5 08 15.

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