domingo, 6 de marzo de 2016

ARTE/ARTE

Ayer fuimos a conocer la obra de Sorolla que presenta el Centro del Cármen en una exposición inédita. Antes nos detuvimos en la placita ajardinada que está junto a su entrada, al lado del Palacio de Pineda, para contemplar las evoluciones de medio centenar de jóvenes bailarines que practicaban el swing en plena calle.

Estos días, con motivo de la proximidad de las fechas falleras, Heliópolis es un hervidero de actos festivos previos a la gran celebración, que te pueden sorprender en cualquier parte, a cualquier hora.

Entramos en el museo, pagamos un euro por persona, por ser sábado, y al penetrar en el hermoso claustro, vimos a la izquierda el cartel que indicaba la sala en la que está instalada la exposición. Una muestra atípica, pero bastante abundante, de la obra menor, en formato, pero no en calidad, del llamado, justamente, pintor de la luz, aunque no solo de la luz.

Sorolla hizo una fortuna, supongo, pintando retratos a la gente con pasta, aunque hoy, aquí, lo que hay son escenas marineras, que tanto le atraían. Sospecho que Sorolla pintaba sus retratos a la gente pudiente a mayor velocidad que lo ha hecho después Antonio López, quien, cuando decidió pintar a la monarquía, si se descuida termina una vez proclamada de nuevo la república.

Cito a López porque, como Sorolla, trató el problema de la luz, pero, a diferencia de Sorolla, que en esta exposición demuestra en un solo cuadro la perfección absoluta en forma de velámen de una barca iluminado por el sol, con un realismo poético imposible de encontrar fuera de sus pinceles, López, digo, mas maniático de la perfección que nadie de su profesión, demostró en la peli de Víctor Erice, 'El Sol del Membrillo', la imposibilidad manifiesta de reproducir en la pintura el fenómeno lumínico pues, cada vez que salía, a la misma hora de la tarde, al jardin donde estaba el membrillero, percibía la escena con un carácter cromático distinto, lo que al final le desanimó y renunció a pintar el sol del membrillo.

Si Sorolla hubiera hecho lo mismo que López, nos habría privado de su inimitable interpretación de la luz en su extensa obra costumbrista. En la pared del gabinete donde escribo tengo una litografía de La Pesca de los Atunes y cada vez que la miro me asombra el tratamiento de la luz que hace Sorolla en este cuadro, cuyo original, junto a los demás de la colección Huntington, tuve el privilegio de contemplar en la mayor exposición de este pintor, de su obra venida de USA, que Bancaja patrocinó en sus buenos tiempos, cuando aún no se llamaba Bankia y andaba en lios judiciales.

La exposición que se exhibe en el centro del Cármen incluye los apuntes pictóricos previos a la terminación de cada obra, lo que dará mucha información a los especialistas--yo no soy especialista en nada-- sobre los procedimientos de trabajo de Sorolla, cómo convierte los primeros trazos en una obra acabada, pero, aún así, para mí, y supongo que para ellos, seguirá siendo un misterio cómo logra esas transparencias en el agua a la orilla del mar y cómo consigue que, al entrar en la sala, el velámen de una barca te dé un golpe de luz en los ojos como si estuvieras, no en un museo, sino en la propia ribera del Mediterráneo.

El único modo que tienen ustedes de saber si mi apreciación es o no justa, es visitar la exposición. Les recomiendo que lo hagan. Hoy, además, es domingo, y no hay que pagar, ni siquiera un euro.

Después de visitar el museo nos dimos un paseo hasta la calle Moratín, con la intención de asomarnos a Barcas para contemplar la mascletá. Ya lo hicimos el jueves, con buen resultado, pero ayer, sábado, la muchedumbre que llenaba las calles nos hizo mas difícil asistir al 'evento' ¿se dice así, ahora? con holgura.

Pese a todo, ya estamos acostumbrados a las apreturas de las fiestas falleras, incluso pre falleras, así que disfrutamos de los truenos, antes de esperar casi media hora el autobús para volver a casa. Cosas del ambiente festivo de estos días.

En fin. Arte/Arte.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 6 03 16.

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