sábado, 5 de marzo de 2016

JAZZ

Superado el síndrome post vacacional que me ha tenido una semana dando la paliza en el blog con la crónica de nuestra estancia en Benicassím, ayer asistimos, junto a Lola y Antoni, a un concierto de jazz en el auditorio de la fundación de una entidad financiera difunta, Bancaja.

Al pisar el hall de la fundación, habitado por grandes obras --por su tamaño-- de arte contemporáneo, el automático de mi memoria se disparó para recordar como, hace muchos años, en una visita a la asesoría jurídica de Bancaja por razones profesionales, yo entonces ejercía de director financiero en una empresa gasística medio quebrada, me llamó la atención que los titulados especialistas que pululaban por allí estaban más interesados por el arte que por la banca. Fué difícil encontrar alguien que me atendiera, pues los profesionales que allí trabajaban --se notaba que la mayoría pertenecían a ilustres familias valencianas-- pasaban su tiempo contemplando diapositivas del Ermitage, y no se advertía en sus actitudes interés alguno por atender a los clientes de la entidad que les pagaba.

Llegamos a la Fundación a las 19,30. Después de media hora de espera, mientras los músicos ensayaban, ocupamos nuestros asientos en la segunda fila del auditorio. Demasiado cerca, advirtió Antoni, y tuvo razón pues el saxo del cuarteto --percusión, bajo, teclado y saxo-- se comportó como si estuviera en una Big Band, restando intimidad con la potencia de su sonido a lo que yo creí que iba a ser una amigable reunión entre músicos que haría trascender al público ese peculiar clima de las sesiones de jazz en familia.

Antoni insistió luego, no es culpa del saxo, es que nos hemos puesto demasiado cerca, en perjuicio de una armónica percepción del sonido. Dos de los músicos que actuaron, saxo y teclado, resultaron ser parte de la historia del Jazz en Valencia, pues se formaron y procedían del club Perdido que, junto a Tres Tristes Tigres, fueron los locales míticos que durante décadas animaron la vida del jazz por aquí.

El concierto duró algo mas de una hora, los músicos recibieron muchos aplausos, pero yo, lamentablemente, torturado por la abstinencia del tabaco, tuve que ausentarme antes de que terminara, con el agravante de que al salir del auditorio perdí la cartera, sin apercibirme de ello.

Cuando todo terminó y salieron Encarna, Lola y Antoni, mi mujer me dijo --¿No echas nada en falta?. Gracias a una mujer del público que encontró la cartera y la entregó en el escenario, mi mujer pudo recuperarla.

Antoni me preguntó, después, por mi impresión de la actuación de los músicos. Me ha parecido muy repetitiva, me gusta más lo que oímos en Madrid, en los locales de la calle Huertas, cuando vamos por allí. Antoni, que es un experto, lo explicó. -Claro, esto es Jazz, aquello es Blues.

Antes de comenzar el concierto, el promotor del acontecimiento se dirigió al público para contar la historia del jazz en Valencia, pues el espectáculo era un coloquio/concierto. Así nos enteramos de las vicisitudes de los músicos que iban a actuar, en el club Perdido, del que yo no sabía que formó parte como copropietario Perico Sambeat, un coloquio que resultó muy interesante, completando con su calidad cultural el espectáculo musical que tuvo una gran respuesta del público, sobre todo del que eligió adecuadamente el lugar para escucharlo.

Terminado el concierto dimos un vistazo al móvil, para calcular si quedaba tiempo para tomar algo en algún sitio, antes de que el autobús dejara de prestar servicio y hubiera que esperar el nocturno. Tras la deliberación concluímos que sí, y nos dirigimos a la plaza del Ayuntamiento, junto al edficio de la filmoteca, donde han abierto un local que permite disfrutar de las esencias del jamón de Guijuelo recién cortado.

En su terraza, donde a pesar de la hora se estaba bien, nos papeamos sendos bocadillos de jamón ibérico y unos dobles de cerveza, atendidos por un jóven camarero colombiano con una profesionalidad, una simpatía y una gracia, como nunca antes había conocido, aquí o en cualquier otra parte. 6E. por persona.

Total, una jornada sensacional, la música, el papeo, el paseo, y encima llegamos a tiempo de tomar el autobús. Guay.

En fin. Jazz.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 5 03 16.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios