miércoles, 23 de marzo de 2016

AZUL

He bajado a la cafetería La Fuente, después de sacar un paquete de tabaco de la máquina, he tomado un cortado en su terraza. Ahora voy a intentar una introducción un poco bucólica, antes de entrar en el contenido salvaje de la entrada de hoy.

Estoy ante un paisaje idílico, los cipreses a la derecha, el parque de bomberos enfrente y a la izquierda, un poco más lejos, la fuente ornamental de la rotonda que por cierto, hoy, no ofrece sus elegantes chorros de agua.

Mi mirada se dirige al intenso azul del cielo que, hoy, se me antoja que ni es cielo, ni es azul. Lo que vemos en días despejados como hoy es una masa química de aire, iluminada por la luz del sol, y puede que algunos la percibamos de color azul, pero otros no.

En mis años mozos tuve un pluriempleo con un emprendedor que tenía una empresa de pompas fúnebres y conducía su propia ambulancia. Ramón, que era un tipo estupendo, era, además daltónico, confundía los colores, en particular el verde y el rojo, pero cuando iba con su ambulancia por ahí a toda pastilla, no pasaba nada, porque había desarrollado la habilidad de identificar las luces de los semáforos por su posición, no por su color.

Pudo desrrollar su actividad con toda normalidad gracias a que 'compraba' su carnet de conducir en la jefatura de Teruel, donde al parecer eran menos remilgados que en Tráfico de Valencia. Un tipo majo, Ramón, jamás tuvo un solo accidente.

Esto viene a cuento para subrayar un hecho que a mi me parece cierto. No todos perciben los cielos de la misma manera.

Algunos de los hijos de la gran puta que han provocado la masacre de Bruselas y se han inmolado, se supone que lo han hecho con la esperanza de hacer méritos para alcanzar el Paraíso, por cierto lleno de huríes, lo que le da una imágen de prostíbulo, mas que de divinidad.

Tuve el privilegio, hace ya unos años, de visitar un país árabe, cinco de sus ciudades mas emblemáticas, y pude comprobar que el sustrato cultural y religioso no era igual en todas ellas. En alguna, el muecín lanzaba su llamada a la oración, de viva voz, a las cuatro de la mañana o así, te asomabas, de día, a las madrasas, y podías comprobar como la formación de los niños era, en lo básico, religiosa, mientras que en otra ciudad, la llamada del muecín era un grabación horrorosa con una voz distorsionada, a la que nadie hacía mucho caso debido a la frenética actividad mercantil de la gran plaza, tanto de día, como de noche.

El asunto del islamismo, como el de los cielos, está en que cada uno lo percibe, y lo practica, de una manera. Por eso, hablar del mundo musulmán, sin considerar sus múltiples 'especialidades', es una tontería. Sunnitas, chiítas, ismailitas, sufíes y un montón de itas más, dan la medida de la complejidad del Islam, y sin embargo, es necesario que aprendamos más de estos temas, porque la barbarie de Bruselas tiene detrás, en mi opinión, un conflicto de culturas.

La cultura musulmana, de cualquiera de sus étnias o preferencias coránicas, tiene el inconveniente de que procede de una etapa histórica, la Edad Media, que así como en occidente solo fué un hito que precedió a la modernidad, en los países gobernados por ayatolás, monarcas, jeques, o tipos con traje occidental pero costumbres autoritarias, en el mundo musulmán actual, salvo en Túnez, se mueve con las mismas pautas culturales y religiosas que en el siglo XV.

¿Porqué esto es así? En mi visita a ese país musulmán observé algo que puede ser una respuesta. El guía que nos acompañaba, maestro de profesión, expresó a menudo su desprecio por la cultura occidental, por comparación con sus tradiciones, que apreciaba mucho.

Es decir, ellos ven los aspectos negativos de la cultura occidental, que nosotros, normalmente, no vemos, y no desean asimilarse a esa cultura. Nacionalismo? Sí, pero adobado con grandes dósis de Corán que, unas veces pueden ser humanitarias, y otras veces, como en el caso de los salvajes de Bruselas, mortales de necesidad.

¿Entonces? Yo qué sé. Si yo tuviera en mi mano la solución a esta guerra de culturas, me estarían llamando de Bruselas para que compareciera en alguna de sus comisiones. No es así.

Me limito a mirar el cielo, que ni siquiera sé si es cielo, ni si es azul.

En fin. Azul.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 23 03 16.

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