domingo, 20 de marzo de 2016

CARÁCTER

He bajado a la cafetería La Fuente, con las prisas del adicto que se ha quedado sin tabaco. Con algo de ansiedad, le he pedido al camarero cambio de 50 para la máquina, quien, después de buscar en varios escondites me ha dado el suelto necesario para conseguir el primer paquete del día.

La terraza del bar aún no estaba instalada, he fumado el primer cigarrillo de pié, en la calle, antes de tomar un cortado en el interior del bar, mientras reconocía a algunos clientes del Maravillas que, como hoy cierra, han elegido como yo, La Fuente.

De vuelta a casa, he entrado en el quiosco, he comprado el periódico, pero, antes de ojearlo, una sensación singular me ha dado el tema de la entrada de hoy. Se trata de la asombrosa limpieza de las calles del barrio, hasta hace unas horas ocupadas por decenas de monumentos falleros que en toda la ciudad se aproximan a los setecientos, contando los infantiles.

¿Cómo es posible que lo que era hace apenas ocho horas una ciudad en cenizas, tenga ahora el aspecto de un lugar convencional, donde no hay rastro de la locura festiva de las fallas?. ¿Tiene esto algo que ver con el movimiento que trata de obtener la condición de Patrimonio inmaterial de la humanidad para las fiestas falleras concedida por la Unesco?

No sé. Creo que no, porque este fenómeno de desaparición de los restos festivos inmediatamente después de concluída su celebración es un fenómeno repetido cada año que, sin embargo, siempre me causa estupefacción.

En mi opinión, antes de pretender convertir estas fiestas en Patrimonio, hay que fijarse en su Carácter, pero tengo un problema, no se muy bien que es eso del Carácter. He intentado consultar una página vieja del blog, Carácter y Destino, inspirada en el discurso de ingreso en la Academia de Sánchez Ferlosio, pero no he podido acceder a ella, solo recuerdo, vagamente, que Ferlosio oponía la libertad de la noción de carácter, al concepto de Destino, algo determinante. Sigo sin saber que es el carácter, si una noción abstracta como lo pinta Ferlosio, o un modo de describir la personalidad del presidente de la comunidad de vecinos.

Suelen ser, los presidentes, o presidentas, de las comunidades de vecinos, personas con una personalidad, con un carácter, diferenciado del resto de los vecinos, por eso se hacen elegir presidentes.

Carácter, ¿que es eso del carácter?. Ya tenemos el concepto de personalidad, ¿para que queremos el de carácter?. No es lo mismo. Carácter sería un modo de nombrar aquellos rasgos de la personalidad que no cambian, que son inmutables, que nos acompañan de por vida y moldean, sí, nuestra personalidad completa, acompañando a aquellos otros que incorporamos a lo largo de nuestra existencia.

Pero, entonces, esos rasgos son inmutables, determinan nuestra conducta de un modo que la convierten en algo sujeto a un destino invariable. Ferlosio defiende que no, que carácter no es sinónimo de destino, que el condicionante del carácter no tiene porqué impedir el ejercicio de la libertad individual (esto suena, no?, al viejo concepto teológico del libre albedrío).

En fin, carácter y destino, de esto iba el artículo de Ferlosio y mi página del blog, pero ahora se trata de las Fallas.

Las Fallas, nuestra fiesta por excelencia, tienen, me parece a mí, un carácter dual. Por un lado, son extremadamente locales, hasta el punto de que la mayoría de la gente de fuera que las visita--este año nos hemos juntado tres millones en una ciudad de 800.000 vecinos--no las entiende.

También suelen tener un componente universal, pues algunas se ocupan de asuntos que tienen una dimensión global. Este año he visto algo más de una docena de fallas, en casi todas estaba Rita Barberá, o el culo de Rita Barberá, como en la del Mercado Central, lo que parece indicar su carácter local,  no he reconocido en ninguna de ellas, referencias al problema de los emigrantes de Siria, ausente, a mi me parece que de forma escandalosa, en una manifestación festiva, que quiere ser crítica, y se reclama Patrimonio de la Humanidad.

Por tanto, si me preguntan a mí, si las Fallas deben ser elevadas a esa condición que otorga la Unesco, yo diría, esperen un año más, a ver si además de una expresión de fiesta localista, se convierten en un altavoz crítico mas eficiente de la realidad global, que justifique la condición de Patrimonio de la Humanidad, de esa humanidad una parte de la cual es objeto de las mayores atrocidades como muestran cada día las noticias de televisión, sin que se conmuevan los creativos falleros. Ya se que las fallas no son una ONG, pero su condición crítica no tiene porqué prescindir de ciertas realidades.

 En fin. Carácter.

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 20 03 16.

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