jueves, 3 de marzo de 2016

CRÓNICA DE BENICASSIM .../...

"No sabía que los monos comen carne, además de vegetales e insectos, hasta que ví en un documental de la 2 a un chimpancé comerse a un bonobo. Ese acto de canibalismo me recordó las imágenes del acto de investidura con las que nos han mareado todas las teles, llegando incluso a alterar su programación para dar preferencia a ese show de canibalismo político.

Nos han mostrado siempre a la especie bonoba como una comunidad de individuos que viven alegremente, dedicados a sus juegos, a su activa y repetitiva sexualidad de simios, grupos solidarios carentes de agresividad, pero nunca los había visto convertidos en presas de los chimpancés.

Esa expresión de agresividad de los chimpancés, me ha recordado el rostro serio, con un punto de mala leche, del Papa Luna, cuya estatua en bronce preside la puerta del castillo de Peñíscola, el lugar que visitamos el tercer día de nuestra estancia en Benicassím, cuya crónica pensaba haber puesto ayer en el blog, pero ayer, ay.. no pude hacer nada de lo que tenía planeado.

Me pasë el día haciendo de taxista, una persona próxima había sufrido un esguince y tuve que llevarla, por la mañana, a un exámen de inglés en Quart de Poblet y por la tarde, a tres centros médicos, luego a su casa. Cuando regresaba, ya anochecido, a la mía, al torcer a la izquierda en un desvío me metí en dirección prohibida. Increpé al conductor de un Mercedes que venía de frente, pensando que era él el infractor, hasta que enseguida me dí cuenta de que era yo quien había metido la pata, pude rectificar y colocarme en la posición correcta, pero me quedé con la sensación de que soy un mal, muy mal, conductor nocturno.

Ahora paso, sin más dilación, a la pseudo crónica de nuestra visita a Peñíscola."

Nuestra motivación para adherirnos al grupo con el que compartimos estas vacaciones baratas del Imserso y formar parte de la excursión organizada a Peñíscola, es mas gastronómica que turística y monumental, pues ya conocemos el lugar de otras visitas. Sucede que, en la última visita encontramos en el puerto un lugar destinado a los jubilados, que resultó ser una de las mejores ofertas gastronómicas de esta costa. Tal era el éxito de este lugar, para el consumo de pescados y mariscos, que contaba con uno de esos distribuidores que reparten numeritos para organizar el turno de los demandantes, como si estuvieras en otro tipo de establecimiento.

Disfrutamos de sus excelencias en otra visita pero en esta ocasión, estaba chapado por vacaciones, así que nos dedicamos al turismo monumental, lo que, en principio, no entraba en nuestros planes. En algún cartel de promoción turística he leído que Peñíscola es el segundo enclave mas importante de la costa, después de Benidorm. Si no recuerdo mal, su población, de unos 8000 habitantes, aumenta hasta los 150.000 en plena temporada, pero el día que lo visitamos, la mitad de los ocho mil estaba de vacaciones.

Por estar de vacaciones, estaba hasta el Bufaor, ese hueco en las rocas por donde respira agitado el mar cuando hay temporal. El tranquilo paseo ascendente nos llevó hasta el muro que rodea la fortaleza del papa aragonés, desde allí contemplamos una de las perspectivas urbanísticas mas salvajes que se puede ver en la costa mediterránea, dejando aparte el Algarrobico.

Una construcción semicircular enorme ocupa la mitad de una colina cercana donde el resto de la edificación es mas congruente con el ambiente, tal vez como en Moraira, Jávea, Dénia, pero aquí, quien puso la firma en el proyecto que permitió semejante barbaridad urbanística, se lució, sí.

Seguimos la ruta de ascenso, nos detenemos un momento frente a la representación en bronce del Papa Luna, Benedicto XIII, natural de la provincia de Zaragoza, quien, fué primero militar, luego se metió en la curia, como hacían hasta no hace mucho los naturales de Teruel que elegían su seminario como un medio de vida al alcance de sus posibilidades.

Llegados al punto mas alto de la fortaleza, se divisa la playa, una playa muy extensa y urbanizada, donde se aprecian los hoteles que ofrecen sus estancias a los turistas. No descartamos pasar aquí algunos días, en otro viaje, con la condición de que la marisquería del puerto esté abierta.

Descendemos hasta el puerto, demorándonos en los vericuetos que nos ofrece el camino, con casas adornadas con flores, bien pintadas y restauradas, y comprobando que más de la mitad de los establecimientos comerciales y hosteleros permanecen cerrados, dadas las fechas.

Ya en el puerto deportivo y de pescadores, recalamos en la terraza de Puerto Mar, donde comprobamos que el plato de pescadito que nos sirven, salmonetes, palayas, boquerones, no tiene nada que envidiar al que veníamos buscando. Plato de pescadito y dos cervezas 13 E. Bien, ¿no?.

Mientras esperamos el autobús que nos llevará de vuelta al hotel, se nos acerca una vendedora de lotería, pero, curiosamente, da marcha atrás, después de afirmar, --Ah no, ustedes no, son extranjeros...

Sorprendidos, pues nunca nadie antes había llegado a esa conclusión tras observarnos --son extranjeros, embarcamos en el autobús y nos disponemos a contemplar, en ruta, los extensos paisajes del prat vecino de la mar en calma.  Cerca del hotel, aparece una formación montañosa cuya cumbre llaman aquí, las 'Agujas de Santa Águeda'. Otra vez los eufemismos, pues una imágen de esa santa que hemos visto en alguna iglesia confirma que se trata, en realidad, de las 'Tetas de Santa Águeda'.


En fin. Crónica de Benicassím .../...

LOHENBGRIN (CIBERLOHENGRIN) 3 03 16.

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