viernes, 4 de marzo de 2016

CRÓNICA DE BENICASSIM (FIN)

Afronto la crónica de nuestra estancia en Benicassím el viernes día 26 y siguientes sin que las notas de mi libreta, interrumpidas el día anterior, sirvan de ayuda. Por suerte, en la crónica que aludía a nuestra estancia del día 23, me referí a la contemplación de las maniobras de aproximación de los grandes buques porta contenedores al puerto de Castellón y añadí que tal cosa había sucedido el viernes, aunque lo citaba fuera de contexto, por tanto, puedo deducir, sin temor a equivocarme, que pasamos la mañana del viernes en la playa cercana al hotel.

Como no tengo nada más que contar de esa mañana, aprovecho para reproducir dos citas marineras con la intención de que sustituyan esa falta de impulso narrativo. Una es de Paul Valéry, poeta simbolista francés, autor de 'El Cementerio Marino', un texto que al parecer se estudia desde siempre en las escuelas de primaria de toda Francia. 'La mar, la mar, siempre recomenzada..' media docena de palabras que, sin embargo, pese a su brevedad, tienen un gran poder evocador, no solo del mar, sino de la vida, sobre todo para aquellos que, sobrevivientes de algún gran temporal emocional, han sabido recomenzar de nuevo.

La otra cita, me da un poco de corte decirlo, es mía, y es una breve descripción de un paisaje marinero nocturno, en el que nunca estuve presente, salvo en mi imaginación. 'Entre la adelfa y la jara/ de verde sombra lunar/ tu eres para mi la arena/ yo soy para tí la mar". Podría ser parte de la letra de una canción de Manolo Tena. Lo he visto en la tele estos días, y también parece haber estado un poco pirado, como yo, no?.

Después de la estancia junto al mar, supongo que dimos una vuelta por los alrededores y nos dirigimos al hotel. No se lo que comimos. De lo que estoy seguro es de que no había arrós negre. Desde el día de nuestra llegada esperé que el bufet incluyera ese plato, pero no fué hasta el día de nuestra partida, el lunes, cuando pude probarlo y he de decir que no estuvo a la altura de la experiencia anterior en ese mismo hotel. Habrán cambiado al cocinero, ya no echan una cucharada de all i oli en el caldo, como entonces.

Del viernes si recuerdo, con nitidez, que por la tarde jugué tres partidas con Encarna al Continental, en el salón de arriba, porque las perdí todas. También que, por la noche, una camarera advirtió a una compañera, el fin de semana vienen 300. Los 300 resultaron ser un grupo de evangelistas, bastante multirracial, todos cargados con sus biblias, gente de todas las edades y condición, que nos acompañaron, cuando no estaban encerrados en los salones hablando de sus cosas, durante el fin de semana.

Ya que estoy en ello, voy a terminar esta serie de crónicas refiriéndome al sábado, domingo y lunes, porque empiezo a aburrirme, y a aburrirles, supongo, con este monotema mas o menos descriptivo.

La mañana del sábado permanecimos en el hotel en espera de la llegada de Lola y Antoni, que nos habían avisado que venían a pasar el día con nosotros. Llegaron sobre las doce, porque se detuvieron en Castellón, pues el hermano de Lola vive allí, y Antoni quería recoger un foulard, precioso, por cierto, que olvidó en una visita anterior.

Por lo demás, los actos de la Madalena que pudieron entretenerles allí mas tiempo, les parecieron demasiado insulsos para dedicarles mas atención. Dimos un largo paseo por la playa juntos, y luego, en el comedor, Antoni se puso morado, sobre todo con los postres. 15 E. por persona les costó la comida, ya que no estaban alojados en el hotel.

Por la tarde, pillamos el carril bici y fuimos a tomar café a Benicassím, juntos. Después de que Lola y Antoni emprendieran el regreso en su Chevrolet americano, nos quedamos nuevamente en el hotel. Se desencadenó una furiosa tramontana que fué el preludio del temporal que azotaría después la costa donde habíamos vivido cinco días de clima tranquilo.

El Domingo, el viento furioso nos aconsejó desistir del viaje al mercado de Castellón que teníamos previsto (bragas, no se cambian) y permanecimos todo el día en el hotel, con alguna breve escapada por sus alrededores. En el comedor siguió ausente el arrós negre, que se le va a hacer. Por la tarde tomé la revancha ganando dos partidas al Continental a Encarna y por la noche, en el salón de baile, como era la última sesión, creo recordar que me atreví con algún baile coreografiado, sí.

El lunes transcurrió con la necesidad de hacer las maletas, abandonar la habitación antes de las diez, desayunar, dos zumos de naranje y dos cafés con leche, ¿o fueron tres?, un par de huevos con bacon, esas cosas. En el comedor, ¿lo adivinan? hubo arrós negre, entre otras muchas opciones, naturalmente.

El viaje de vuelta fué muy tranquilo, sin incidentes. Sin embargo, ya en casa, en el sillón, nos atacó un fuerte síndrome posvacacional, que yo he intentado combatir con esta crónica, ustedes perdonen.

En fin. Crónica de Benicassím (Fin).

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 4 03 16.

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