martes, 17 de mayo de 2016

BRUMAS

Estoy sentado en un banco que dá a Levante, con la gorra y las gafas de sol puestas, para pootegerme del impacto directo del sol de la mañana, pero la página 3 de 'Levante' que acabo de comprar en el quiosco, cubre el entorno de brumas, ese fenómeno espeso, gris, que oculta la realidad de las cosas, ofreciendo un escenario distinto, que impide penetrar en los hechos que suceden detrás de esa ocultación.

Las brumas suelen ser un fenómeno natural, producto de circunstancias atmosféricas, pero hay otras brumas inducidas, que suelen ser provocadas por ciertos humanos, interesados en ocultar la realidad por intereses espúreos.

A veces lo consiguen, y hechos que merecerían ser observados libremente, permanecen,  durante décadas, cautivos del silencio cómplice, como si estuvieran muertos, hasta que de pronto, lo que parecía muerto y enterrado, vuelve a prevalecer en el dominio público, las brumas se abren y vuelve a lucir el sol de la realidad.

La página 3 entera de 'Levante' se dedica a la comparecencia de Camps por el asunto del accidente del metro, y, según cuenta el titular, 'Camps evita la autocrítica sobre el metro y tampoco admite errores diez años después'.

O sea, que se declara al margen del contrato con la empresa que orquestó las declaraciones del personal del Metro en sede judicial, todas uniformes, como si de una actuación coral se tratara, de las presiones a la televisión autonómica para que diera carpetazo a la mayor tragedia colectiva de aquellos años.

Este hombre, se muestra altivo, a la vez que falsario, en sus declaraciones, desde su puesto en un Consejo de no se qué, cuando, para ser consecuente con sus inclinaciones religiosas, debería haber ingresado en un convento, para purgar allí sus responsabilidades políticas y humanas que ahora niega.

No sé que me produce más repugnancia, si la imágen de Camps, o la de Cotino, que aparece en la página 4, coautor del intento de enterrar el accidente del metro para que no desluciera la visita del Papa, mediante la coacción sutil, que no el chantaje, a las familias de las víctimas, hecha, naturalmente, sin papeles, por lo que no hay pruebas materiales de esos actos.

Antes de seguir, quiero aclarar que estas afirmaciones no suponen la expresión de un sentimiento de odio hacia Camps y Cotino, sino de asco, no vaya a ser que el ministro del interior me malinterprete, un asco que no es sobrevenido por la lectura del periódico de hoy, sino que fué apareciendo a medida que comencé a acudir, por influencia de mi mujer, a los actos que se han celebrado en la plaza de la Virgen, durante años, y me fuí enterando, a través de las intervenciones de Beatriz Garrote, de los vergonzantes hechos protagonizados por Camps --ha estado diez años sin recibir a las familias de las víctimas-- y Cotino, --se dió mucha prisa en visitarlas, según el para ofrecerles consuelo a cambio de nada-- con lo que en realidad la sensación de asco fué precedida por la de vergüenza, ajena, claro.

Durante diez años, esos hechos vergonzantes han sido cubiertos por la bruma, por el silencio, evocando aquellos tiempos del Dux veneciano en que la política se hacía detrás de una cortina, en los salones palaciegos, hasta que, hace algún tiempo, un periodista atípico exhibió en un programa de la Sexta el verdadero perfil de Cotino, un tipo muy meapilas, con esa sonrisa tan inocente, que uno no desearía que se acercara a sus hijos, alguien que, no solo dirigió la Policía, sino que tenía un entramado de Residencias subvencionadas por la Generalitat, aunque su último perfil --tiene muchas caras-- es el de cultivador de caquis, aunque la fiscalía no lo busca ahora por nada de eso, sino por un contrato con una empresa que participó en las infraestructuras para la visita del Papa.

Lo va a tener crudo el fiscal, conociendo la afición de Cotino a no dejar papeles como prueba de sus tejemanejes.

Sean cuales fueren los resultados de estas comparecencias o investigaciones, que no hay que prejuzgar hasta sus conclusiones, lo cierto es que las brumas de aquella oscura época de Camps y Cotino se han descompuesto, por la vía electoral, y un clima político mas transparente y soleado decora el paisaje, aunque yo debo protegerme de su intensidad, con gafas y gorra, aquí, en el banco donde estoy sentado, que da a Levante, mientras leo las páginas 3 y 4 del periódico del día

En fin. Brumas.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 17 05 16.

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