Allá por 1976 se puso de moda una serie de televisión americana, Hombre rico, hombre pobre, que hizo famoso a Nick Nolte, el hermano pobre de una familia que se presentaba con diversas actitudes ante el progreso económico y social.
Uno de los hermanos optaba por el ascenso social y la riqueza, el otro no.
Aquella serie prescindía de otra tipología social, la clase media, que en aquella época no parecía muy desarrollada. Las clases medias, sin embargo, estaban llamadas a protagonizar el desarrollo económico y social en los países occidentales, en las dos o tres décadas sguientes, hasta que hace unos ocho años, el cambio de paradigma de las clases muy ricas, un episodio que los medios llamaron crisis económica, y yo aún no estoy seguro de como nombrar, se cargó las clases medias, y hemos vuelto a la vieja dicotomía ricos/pobres, sin apenas categorías intermedias.
A pesar de ese retroceso, las cosas no son aquí en España como en los años cuarenta del pasado siglo. En el barrio en que yo vivía, muchas casas no tenian agua corriente, las gentes venian a llenar sus cántaros en la fuente pública que había junto a mi casa y en las calles apenas habían vehículos de motor, solo caballerías que arrastraban carros cargados con enormes troncos, o transportando alfalfa para los conejos que se criaban en las casas del barrio.
Bien, no obstante esos indicadores de atraso, de cierta miseria, creo recordar que yo no me sentía pobre en absoluto, claro, con siete años, tener todo el día para jugar en la calle, que mi familia me procurara disfraces hechos por ellos mismos para el día de carnaval, y teniendo la opción de cruzar a la otra acera cuando un cura fascista ofrecía su mano para que le besaran el anillo, la riqueza de mi modo de vida era evidente, sobre todo porque no tenía conciencia de lo que era la riqueza material.
Para tener conciencia de lo que es la acumulación, se ha de haber nacido en una familia burguesa de las de antes, que acumulaban bienes en forma de numerosas hectáreas de terreno, casas señoriales, títulos de la Deuda, y que pasaban sus vacaciones en balnearios de postín, bien en suelo nacional, en la vecina Francia, o incluso en Suíza o Alemania.
Sin embargo, aquellas clases burguesas, no hacían demasiado daño social, se limitaban a disfrutar de sus comodidades, en general heredadas, pero no tenian la capacidad de las de ahora, controladoras del bienestar o malestar general, que con sus inversiones o desinversiones a nivel global, pueden desencadenar, como lo han hecho recientemente, un trasvase de rentas de un sector social a otro, alterando los niveles salariales, empobreciendo y casi haciendo desaparecer lo que se llamaban clases medias, volviendo a aquella dicotomía de la televisión de los setenta, Hombre rico/hombre pobre.
Antes de esa decisión de los poderes globales, llamada crisis económica y financiera para disimular, hubo un lapso de tiempo en el que los niños que nos habíamos criado en la calle, sin demasiado nivel de instrucción, podíamos acceder a la formación universitaria, obtener alguna licenciatura, incluso algún master, formar una familia, adquirir una vivienda y alcanzar un estatus social próximo a la clase media, lo que se podría llamar clase media baja.
En los tiempos que nos toca vivir ahora, esa familia tiene dos hijos en el desempleo, uno de ellos con formación universitaria, el otro, despedido de la televisión autonómica, junto con el resto de sus compañeros, y los chavales que estudian ahora en la universiadad, lo hacen con el horizonte de convertirse en Erasmus, es decir, emigrar.
La paradoja del mileurismo muestra que lo que hace unos años se consideraba una limitación, ahora sea un privilegio, tener una pensión por encima de esa cifra convierte al beneficiario en un privilegiado. Es el resultado de la decisión consensuada de las nuevas clases dominantes de bajar los salarios, una estupidez que solo consigue hundir la economía de todos.
Bien, esta es, mas o menos, la situación actual de las clases sociales, ahora privadas del colchón de las clases medias/medias, o medias/bajas. Sin embargo, esta situación no puede durar siempre, entre otras razones porque los errores, como los éxitos, no se eternizan.
Lo que ahora vende Rajoy es la continuidad en el error, que no es solo suyo, es europeo. No se compite bien con salarios bajos, que estrechan y empobrecen la economía en su conjunto
No estoy en situación de saber hasta cuando se prolongará el error. Por mi parte solo puedo contribuir a acotarlo negando el voto a sus
responsables. Allá cada quien con su contribución para acabar con el quinquenio ominoso.
En fin. Hombre rico/hombre pobre.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 31 05 16.
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