lunes, 9 de diciembre de 2013

CRÓNICAS DESDE BENIDORM (3)

PONIENTE.- Hoy ha amanecido en Benidorm con un techo nuboso que no deja pasar la luz del sol. Nos dirigimos al paseo de la playa de Poniente. Nos gusta mucho la colorista decoración geométrica de sus pavimentos.

Buscamos un banco frente al mar. Mi mujer, con su aguda vista de pastor, reconoce la presencia de varias embarcaciones en el horizonte gris del mar. Yo no las vislumbro, porque no veo un pijo. El sol se comporta hoy de un modo aleatorio. ¿Salgo?. ¿No salgo?. Por un momento, se asomó por un claro entre las nubes. Nos miró. Solo hay media entrada. Se fué.

Hubo un instante, que a mi me pareció mágico, en el que una luz filtrada, cinematográfica, iluminó la playa. Esa luz me pareció perfecta para hacer una foto al socorrista que, encaramado a un túmulo de madera, guarecido bajo un gran paraguas, vigilaba en soledad la absoluta desolación de la playa desierta.

Habría sido una foto singular, si, de no ser porque hace ya veinte años que no hacemos fotos, ni siquiera con las facilidades que da ahora el teléfono móvil. Llega un momento en que ya no eres capaz de asumir tu rostro en una foto. Si es así, aunque no tiene porqué serlo, es mejor no hacerlas.
(...)
Mi mujer tiene un tremendo trancazo, así que hemos regresado al hotel desde la playa de Poniente por las calles colindantes, en lugar de por el marítimo, tratando de evitar el húmedo aire marino que no le sienta bien. En una de esas calles, otra vez la vendedora china de un comercio decía a un cliente, 'Benidorm no va bien...no ganamos...no ganamos..'. Me ha parecido algo exagerado

Al día siguiente hubo mercadillo, y dada la brevedad del comentario sobre Poniente, añado aquí, por razones, digamos de edición, la crónica de la visita que hicimos al lugar donde estaba ubicado, cerca del Hotel Pueblo.

EL MERCADILLO.- Había una extraordinaria variedad de productos textiles, ropa interior, exterior, medias, calzado, bolsos, productos alimenticios, juguetes, y un sinfin de cosas mas, algunas absolutamente inútiles. Calzoncillos pulgueros, bragas (no se cambian), sujetadores con copas grandes, muy grandes. Al llegar al puesto de las medias nos hemos detenido, fascinados por sus acabados decorativos llamativamente estéticos, en particular un par que exhibía una textura de fiera.

Me pareció apropiado para Consuelo Císcar, que suele vestir de tigresa. No lo digo porque sí, coincidí con ella una vez en la puerta del Centro del Cármen y su look era exactamente así, de tigresa, si, como esa que casi se come a un domador, lo vi en la tele anoche. 

Luego dimos otra vuelta. Calcetines, calzoncillos, bragas (no se cambian), camisetas (oferta de navidad)...Cuando estábamos a punto de cambiar de calle, un grupo de jovenes ha irrumpido en el mercadillo, voceando, 'No volem, no volem, un ninot de president..' un argumento que me ha sonado viejo, aunque al parecer está de nuevo de moda. 

Un eslógan antiguo, podríamos decir. En la calle siguiente, en el puesto de antigüedades, se subastaban corbatas y chaquetas de pana listada, esas prendas que hace veinte años desaparecieron de los usos y costumbres, y ahora se subastan como piezas de museo. 

Mi mujer ha aprovechado para exigirme que me deshaga de mi chaqueta de pana y me compre una decente, ajustada a los tiempos que corren, pero a mi nunca me gustó cambiarme de chaqueta, a pesar de que la que llevo es tan vieja como el eslógan que me ha sugerido estas líneas. 

En la tercera calle hemos encontrado zapatos, zapatillas, botas, botines, relojes, cinturones. En los puestos de cinturones, hay al menos dos, solo venden eso, cinturones. Nada de llaveros, adhesivos con forma de mariquita para colgar el cepillo de dientes, o camisetas del Real Madrid. Solo eso, cinturones, pero nosotros no buscamos cinturones. 

Junto al puesto de cinturones había otro que exhibía una maceta con un colibrí mecánico volando alrededor.El colibrí es mecánico, hay que suponer que no come, a diferencia de la dama alemana que, en el chiringuito de enfrente, se lanza con un gesto enérgico sobre su bocadillo, con una expresión fiera que parece indicar que comer para ella es el resultado de una compulsión irresistible. Después de contemplar este ejemplo de civilización germánica, tomamos otra ruta. 

Otra vez calzoncillos, bragas (no se cambian), bañadores de una pieza, bañadores de dos piezas, camisas, chaquetas, pañuelos, pashminas, foulards, o como se llamen, vueltas y mas vueltas, hasta llegar al puesto de bolsos donde mi mujer ha encontrado, por fin, sin recurrir al megáfono, un bolso de tamaño medio, discreto, sin añadidos innecesarios, de buena manufactura, a un precio razonable, porque están de rebajas. ¿Benidorm va bien, o no va bien? No sé.

En el puesto de juguetes hemos visto un avión que se mueve con un aire gracioso sobre el tren de aterrizaje, y un niño de aire marroquí ofrecía la demostración de un coche loco que hacía giros acrobáticos. Después nos hemos dirigido al chiringuito que está en la parte alta del mercado. Un zumo de piña y un cortado, dos Euros. Menos que en cualquier bar del barrio donde vivimos. ¿Benidorm no va bien? No sé. En cualquier caso, en espera de lo que suceda el próximo puente festivo, ahora solo se aprecia que hay media entrada, si. 

Al salir del mercado hemos pasado por la calle donde están los productos de alimentación. Frutas deshidratadas, piña, mango, papaya; tomates de distintas variedades, patatas, ajos secos, frutas frescas, berenjenas, judías verdes, zanahorias, alcachofas, limones, limas para el mojito, mandarinas, naranjas. Por un momento, me he sentido como en casa. Como si mi mujer me hubiera mandado al mercado a por lechugas. 

A punto de abandonar el mercado en dirección a la playa de Levante para tomar un rato el sol, ha llegado a nuestros oídos, de nuevo, el cántico de los jóvenes que han irrumpido en el mercado. 'No volem, no volem, un ninot de president'. Tome nota señor Fabra, un ninot, ya sabe, es un muñeco sin voluntad propia dirigido por alguien a quien no se ve. 

Por la tarde, volvimos a ir de tiendas. En COOL, encontramos una americana, a ciento treinta pavos, y un cartel."En ropa interior no se admiten cambios", que es la versión fina de, bragas (no se cambian). 

En fin. Crónicas desde Benidorm (3) 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN)  9-12-13.

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