domingo, 22 de diciembre de 2013

LA CENA DE NOCHEBUENA

Hoy no me apetece dar la vara con el asunto de cuanto pierden las empresas públicas de nuestra comunidad, de lo que se ocupa el titular de primera de 'Levante', por varias razones. En primer lugar porque, desde que tengo uso de razón política, las empresas públicas han perdido el dinero de los contribuyentes, que se llevaba el sector privado.

Luego está el asunto de que las visitas a mis páginas críticas con las hordas bárbaras que nos gobiernan están creciendo exponencialmente, y no quisiera llamar la atención del ministro del Interior en estas fechas, no vaya a ser que me obligue a pasar una de estas noches señaladas en sus dependencias, sobre todo porque en la columna de la última, de Javier Cuervo, se cita lo que cuesta a los contribuyentes en Gran Bretaña el alojamiento en una celda de un ciudadano que ha bebido de mas, 4oo libras, y me parece un abuso a la economía ciudadana.

Así, me concedo la licencia de dedicar la entrada de hoy a un tema ya clásico por estas fechas, la cena de nochebuena. La nuestra será, mas o menos como siempre, con la novedad de que me han prohibido repetir en el menú la ensalada de ahumados, lo que me parece un error, habida cuenta de la que la va a sustituir, pero, como estas cosas las hacemos por consenso, pues eso.
(...)
Entraremos con una ensalada de lechuga, champiñones crudos fileteados, daditos de queso fresco, granada deshecha y pipas de girasol tostadas, y para los que prefieren algo mas clásico, unas anchoas de Santoña sobre un lecho de rodajas de tomate, además de una bandeja de berberechos frescos al vapor.

Luego una bandeja de gambón a la plancha, tres por barba, y ocho bocas de cangrejo real, que merecen un comentario aparte. Lo del cangrejo real ha tenido sus dificultades, no se si porque la familia monárquica está en crisis o qué. Lo cierto es que, en nuestro primer intento, nos dijo la pescadora, no quedan. Yo les aviso si consigo mas. En el segundo, cuando ya estaban las bocas pesadas, mi mujer dijo, Maruja, ocho bocas un kilo cien, indica que no están suficientemente llenas, ¿no vas a recibir mas?. Ya os aviso, estas las guardo de momento, si recibo otras mas grandes, te llamo. Al tercer intento, mi mujer se dió por satisfecha, ocho unidades, un quilo ochocientos, vale. 

Al llegar a este punto, ya nos habremos bebido las botellas de Blanc Pescador y de cava que guardo en la nevera. Yo quería poner un sorbete entre el marisco y el asado que sigue después. Al final nos hemos conformado con un granizado de limón, que tampoco está mal para dejar la boca dispuesta para el asado. 

Quedé estupefacto al comparar los precios del cordero en el mercado. En el puesto donde las compramos, las paletillas de cordero costaban unos nueve euros el quilo, mientras que en otro, aparentemente el mismo producto costaba diecinueve. Me dije, no puede ser. Existe el cangrejo real, si, pero del cordero real no sabía que existiera y solo un rango así justifica la diferencia de precio en un mismo producto.

Acompañaremos el asado con ciruelas pasas, orejones, almendras, cebollitas y alguna patatita para los niños. Como siempre, un tinto de crianza manchego, Estola, que es de nuestra confianza desde hace tiempo, servirá para el maridaje, como se dice ahora de ese modo tan cursi.

Un postre ligero, queso de cabra con membrillo, o bien un zumo de naranja, a elegir, cerrará el menú.

En fin, estamos en unas fechas muy, muy raras. Por mi parte, les deseo lo mejor a todos, a quienes se acercan a mis páginas críticas con las hordas bárbaras que nos gobiernan, y a quienes las ignoran. A quienes pasarán esa noche fuera de sus casas, a quienes cenarán en centros asistenciales, o en hospitales, en estaciones y aeropuertos haciendo su turno de trabajo.

A las hordas de bárbaros, no, a esos no, simplemente, los ignoro. 

En fin. La Cena de Nochebuena. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 22-12-13.

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