lunes, 30 de diciembre de 2013

PAGAR IMPUESTOS, RESPETAR AL OTRO

Esta noche he tenido un sueño. Vivía en un lugar donde todos pagaban sus impuestos con normalidad, y respetaban al otro. Pagar impuestos con normalidad exige, por lo menos desde la revolución francesa, una cierta proporcionalidad, es decir que quienes gozan de mayores fortunas y mejores rentas, pagan mas impuestos, que se calculan de acuerdo a su patrimonio y sus ingresos reales.

En este lugar soñado, no existen Sicav, esas sociedades patrimoniales al servicio de las fortunas que desean minimizar el pago de sus impuestos, y el acceso a los paraísos fiscales, lugares donde se ocultan rentas y capitales no siempre bien ganados, es técnicamente imposible. La consecuencia es que atender las necesidades sociales, de ese modo, es bien sencillo, sin endeudarse.

Luego, ya despierto, he ido a Mercadona, he comprado una docena de artículos de primera necesidad, alimentación, limpieza, esas cosas, y me ha llamado la atención que muy cerca de la mitad de los articulos adquiridos estaban gravados con el 21% de IVA, ese impuesto que grava nuestra renta dedicada a la compra cotidiana, que es casi toda, de tal modo que los señores feudales que gobiernan ahora nos trincan una parte sustancial de nuestras exiguas rentas, aunque hay que decir que los burócratas de Bruselas se financian con ella.

Al volver a casa, he abierto el buzón y había dos sobres en el. Uno contenía la factura de la luz, el otro la del agua. Las he mirado mientras subía en el ascensor y me ha llamado la atención que el grueso de dichas facturas no correspondía al suministro de luz ni de agua, sino a conceptos abstrusos que escapan a mi comprensión. Conclusión, el trinque de nuestras rentas por procedimientos indirectos, incluídas otras tasas municipales o provinciales, es el que financia, en mayor medida, las necesidades del Estado, algo que no sucedía en el lugar soñado que ha entretenido mis sueños nocturnos.
(...)
Ante esta realidad, seguramente, muchos pensarán que  es necesaria y urgente una Reforma Fiscal, para que el peso de los impuestos se reparta con una mayor equidad. No estoy seguro de que sirva. Aquí ya se hizo una verdadera reforma fiscal, en tiempos del profesor Fuentes Quintana, y del ministro Fernández Ordóñez, que, por cierto, no eran socialistas, y se convirtió a este país, que era un erial donde no pagaba impuestos ni Dios, en una cosa mas cercana a un país civilizado. 

Ahora, acojona oir hablar de reforma fiscal a los ministros del Partido Popular que nos gobiernan, porque, juzgando por lo que han hecho hasta ahora, no hay duda de que lo que pretenden es una contrarreforma que acabe con la poca equidad fiscal residuo de las leyes anteriores. Sr. Montoro, por favor, no contrarreforme nada mas, que una cosa son los sueños, y otra resistir las presiones de un gobierno que se acerca cada vez mas a la época en la que los siervos pagaban los diezmos directamente a los señores. 

En cuanto al respeto al otro, es un tema mas delicado, sobre todo porque de modo cotidiano hago una crítica feroz de la derecha que nos gobierna, casi siempre exenta de respeto, por lo que de antemano asumo que se me tache de cínico al hablar del respeto al otro.

En mi sueño nocturno, una duermevela en el sillón frente a la tele, en realidad, me pareció escuchar a una señorita muy beligerente, que lidera una plataforma, no contra la ley anterior de la interrupción del embarazo, sino contra el aborto mismo. Siendo esa cuestión, según la mayoría, una decisión personal de cada mujer, y no siendo obligatoria, sino garante de derechos individuales, alguien le preguntaba a la señorita porqué su insistencia en luchar contra algo a lo que nadie la obligaba. 

Su confusa respuesta dejó bien claro que no era el respeto al otro lo que la motivaba, sino que ella deseaba imponer a toda la sociedad un modelo ético propio, sin entender que ese modelo no es el de la mayoría social de este país. No había respeto al otro en su actitud, en sus argumentos, sino el deseo de imponer a la mayoría un modelo ético que no es compartido.

A veces, siento una cierta envidia de los franceses, que acabaron con su modelo feudal, lástima que de una forma violenta, si, y se sienten orgullosos de su república. El otro día me encontré con Agustín, un médico amigo, y me dijo, mientras charlábamos en el autobús, que a diferencia de los franceses, nosotros todavía arrastramos los resabios feudales que aquí nunca fueron erradicados del todo, y hacía un elogio de la guillotina.

No comparto esa visión. No hace falta guillotinar a nadie para convertirse en un país moderno. Basta con dar a los feudales una infusión de hierbas que propicie el buen sueño, que vean el mismo lugar que yo he visitado, donde pagar impuestos y respetar al otro produce una salud social e individual que mejora nuestro ánimo. 

Todavía me queda una porción de esas hierbas, estaría dispuesto a facilitarla a los ministros de la derecha, y tambien a la oposición, porqué no,pero sobre todo a los que gobiernan acogidos a su sombra, sin dar la cara. Tal vez fuera este método mas eficaz que cualquier reforma o contrarreforma fiscal, a condición de que, fascinados por su sueño, los poderosos cambiaran sus actitudes. 

A todos nos iría mejor, también a ellos, supongo.

En fin. Pagar impuestos, respetar al otro. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 30-12-13.

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