miércoles, 16 de abril de 2014

LA AMBIGÜEDAD

La ambigüedad es tendencia. Lo dice Millás, aunque no con estas palabras, en su artículo de hoy en las páginas de Opinión de Levante. He bajado al Maravillas de un modo tan apresurado, porque después debía participar en una carrera de orientación con los chicos del IES San Luís, que he leido lo de Millás demasiado deprisa y no puedo recordar los términos que ha empleado pero, en el fondo, se trata de lo mismo,ambigüedad.
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Ahora que se acercan las elecciones europeas, si usted es un periodista que busca respuestas concretas de los políticos lo tiene crudo. Usted pregunta por algo que requiere un simple si, o un no, y se encuentra con una respuesta que, primero parece un sí, luego resulta ser un no, o viceversa, o sea, las dos cosas a la vez, lo que es un imposible metafísico, pero no mediático. 

El si, pero, o el no, pero tal vez si, dominan el panorama de la comunicación, y creo que a eso se refiere Millás cuando afirma que la ambigüedad, que el nombra de otra manera, es tendencia. 

Veamos un ejemplo práctico, usted interpela a Rita Barberá, para que reconozca públicamente que ha cometido desobediencia civil al pasar de un decreto gubernamental y una decisión judicial, en su afán de que prevalezcan sus criterios sobre la urbanización de un barrio situado en el Municipio del que es alcaldesa, el Cabanyal, y ella le cuenta que está negociando con el ministerio la aplicación de aquel decreto, sin reconocer en ningún momento su actitud de desobediencia a instancias superiores, ministeriales y judiciales.

Que es esto de la ambigüedad...debí comenzar por ahí, pero lo voy a hacer ahora

En mi viejo Espasa pre democrático se dice de la ambigüedad que es la calidad de lo ambiguo. Que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbres o confusión. 

Esta magnífica definición teórica tiene una aplicación paradigmática en el mundo real, si consultamos las declaraciones y entrevistss realizadas a personas del Partido Popular, desde que comenzó a ser público el asunto Bárcenas, hasta las declaraciones mas actuales sobre el mismo sumario. Un tema que, sin ambigüedades, todo el mundo percibe como la existencia de una caja B en esa organización política que, entre otras cosas, ha permitido dedicar recursos ilegales a esa formación destinados a ganar elecciones democráticas, en el lenguaje tan de moda que según Millás es tendencia ahora mismo, se convierte en una ceremonia de la confusión que instala la comunicación en el reino de la ambigüedad, si pero no, o todo es falso salvo alguna cosa, por no mencionar la parida del finiquito de Bárcenas. 

Consulto Wikipedia para ver si existe una definición mas amplia de la ambigüedad pero, básicamente, es coincidente con la del Espasa, aunque distingue entre ambigüedad semántica y estructural. Yo diría que la ambigüedad del PP es mas estrucutural, porque tiende a hacerse permanente, sin que el paso del tiempo, el cambio de coyuntura, o la proximidad de un nuevo proceso electoral, añadan claridad a su discurso. 

Naturalmente, la ambigüedad dominante no solo se puede achacar al PP, también los partidos de izquierda recurren, cuando tienen que tratar un conflicto en términos mediáticos, a la ambiguedad, como acaba de suceder con el PSOE andaluz y Izquierda Unida, con su contradictoria política sobre la vivienda social, y no digamos ya lo de Rosa Díez, que suele presentar un perfil de izquierdas, de derechas, o de la constelación de Orión, con la excusa de su condición centrista, según le convenga en cada situación. 

Hasta cierto punto, esta ambigüedad es consustancial a la política pues, por su propia naturaleza, sobre todo cuando se trata de lograr acuerdos, evita argumentos lapidarios y trata de evitar afirmar o negar, porque en ese terreno de nadie, en el de la no negación y la no afirmación, es donde a veces pueden fraguarse los acuerdos. 

Pero lo que puede entenderse como algo positivo para que las distintas formaciones alcancen un equilibrio de intereses en beneficio de los ciudadanos, cuando se traslada a la comunicación mediática que debe estar al servicio del público, cuando se convierte en tendencia, como dice Millás, estamos ante una tomadura de pelo monumental que el efecto que consigue es la desafección de la gente por la política, convertida en eufemismos, ambigüedades o simplemente mentiras, que acaban, por acumulación, perjudicando a las propias formaciones que las lanzan. 

En fin. La Ambigüedad. 

 LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 16 05 14.

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