miércoles, 2 de abril de 2014

TODO A 1 EURO

Algunos lunes, cuando no tengo clase de Medios, suelo acompañar a mi mujer, que va con otra pareja amiga, al mercadillo de Russafa. Eso hice el pasado lunes, y fue una experiencia tan gratificante que no me resisto a contarla.

Los puestos del mercadillo itinerante se disponen alrededor del edificio del mercado municipal, pintado con los colores del arco iris, como si estuvieras en Chueca. Allí, en Chueca, está el mercado de San Antón, que solemos visitar cuando vamos a Madrid a ver museos.

Ese mercado ha sido reconvertido en un centro turístico de primer orden, quedan algunos puestos que venden mercancías selectas, frutas, salazones, flores, todo de gran calidad, pero la mayoría de los antiguos puestos de ese mercado, cuya arquitectura se remodeló dándole un toque muy contempóraneo son ahora establecimientos de hostelería, donde puedes consumir artículos comprados en el propio mercado, con una oferta de vinos y tapas amplísima.

Si subes a la terraza del mercado, y es verano, los difusores de agua te refrescan mientras tomas un gin tónic reclinado en los asientos de diseño. Russafa, su mercado, comienza a ofrecer algunos puestos semejantes a los que hay en Chueca pero la gran mayoría siguen siendo puestos tradicionales con su magnífica oferta de frutas, verduras, carnes, pescados, que en Chueca no se pueden encontrar, aunque los de charcutería de lujo están a gran nivel, en ambos mercados, como se puede comprobar si visitas aquí el puesto de Gea.

En cuanto al mercadillo itinerante de los lunes, ofrece ese aspecto étnico de la oferta merchera que tanto disfruto.
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Me encanta ver a las poderosas vendedoras de tez de aceituna y falsa melena rubia desplegar sus habilidades seductoras con las compradoras, a las que atraen a los montones de ropa usada voceando su mercancía...todo a un euro, guapas, lo mejor del mercado...todo a 1 euro...un chollo...

Las compradoras revuelven los montones de ropa usada en busca del chollo, y a veces lo encuentran, pero, comprar ropa usada por contenedores, no sabemos de que procedencia, y venderla por unidades...eso si que es un chollo.

Ahora hago un inciso porque al usar la palabra contenedores ha saltado a mi memoria la peli que vi el lunes en la 2, Le Havre, que me dejó una huella perdurable. Una película finlandesa, dirigida por Kaurismaki, que cuenta la historia de un escritor bohemio que vive en un barrio portuario y se gana la vida como limpiabotas. 

Cuando descargan un contenedor en el puerto de Le Havre un vigilante escucha el lamento de un niño, la policía abre el contenedor y descubre que va lleno de inmigrantes. En ese momento un niño, por indicación de su abuelo, se escabulle de los guardias y termina protegido en casa del escritor, hasta que este consigue embarcarlo pagando 3000 euros que consigue en un concierto benéfico para que lo lleven a Inglaterra, donde está su madre.

Me conmovió la historia, y la gama de colores usada para contarla. Parece que esto no tiene nada que ver con el mercadillo, pero si, porque me fijo en el mantero que extiende sus cedés en la acera de la calle Carlos Cervera, y me recuerda intensamente el rostro del niño de la película.

Antes de escaquearnos para tomar café en Valiente, Enrique y yo acompañamos a dar una vuelta a nuestras mujeres por el mercadillo, por una de las calles que lo acogen, pero ante su indiferencia, su falta de interés por nuestra compañía, ocupadas como están en la calidad de los calcetines, las medias y las bragas que se ofrecen en los tenderetes, nos largamos. 

Vuelvo a observar que aquí, a diferencia de lo que sucede en Benidorm, no hay cartel alguno en los puestos que indique, Bragas, no se cambian... y que hay muchas vendedoras de ajos secos. Esto de los ajos secos tiene su miga. 

El otro día pillé una cabeza de ajos en casa, para seleccionar tres para la fideuá...y eran blancos...con una piel imposible de desprender...porqué no los has comprado morados, le dije a Encarna...son los que había en Mercadona...ni se les ocurra comprar ajos blancos...nunca. 

Total, que antes de ir a Valiente, con Enrique, he comprado unas cabezas de ajos, pero me he asegurado de que fueran morados. Ya en Valiente, he tomado un zumo de naranja, Enrique un cortado, hemos dado un vistazo a la prensa. Todo a 1 euro. 

No solo se han vendido entidades financieras aquí por 1 euro, el Banco de Sabadell compró una, ahora está en venta el club de fútbol, y no sabemos que pasará al final con la tele autonómica, alguien la comprará por 1 euro...Guapa, ven, quieres una tele..solo por 1 Euro, un chollo, si. 

Luego han venido nuestras mujeres, concluído su recorrido mercantil, a tomar café con nosotros, acompañadas de Chari, una amiga con la que suelen encontrarse en el mercado y su hija, que es florista, y aparece de vez en cuando.

Se queja la florista de los abusos de su jefa, que no solo le regatea vacaciones y horas extra, sino que le tira encima responsabilidades como, si en lugar de la empleada, fuera ella la dueña del negocio. Cuando nos despedimos con besos en la mejilla, le digo a la florista, dame la dirección de la floristería, quiero ir a ver a una flor entre las flores. 

Ella se ríe, de mi, naturalmente. Y eso fue todo.

En fin. Todo a 1 Euro.

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 2 04 14.

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