martes, 29 de abril de 2014

GANGRENA

Hoy no he bajado al Maravillas, hemos ido al mercado, de donde hemos vuelto, después de tomar café en Valiente y comprar el ejemplar de abril de Le Monde Diplomatique, con el carro de la compra lleno, una ventresca de bacalao enorme, de un ejemplar que pesaba catorce quilos, el arreglo para el arroz al horno porque mañana hay comida familiar y un par de pechugas de pollo para las croquetas de la abuela. Encarna les pone nuez moscada pero, en este caso, como viene Quique a comer, no les añade trocitos de jamón, porque no le gustan.

Al regreso, cargado con el carro, después de hojear la primera de Le Monde, Megafusiones en la comunicación, Todos bajo control, ya tenía decidido escribir sobre comunicación, pero no cualquier aproximación, sino algo que contemple la comunicación en su totalidad, es decir, Aparatos, Sistemas, Medios y Fines en la Comunicación. Ahí va, me lanzo a la piscina.

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He de aclarar, primero, que por aparatos me refiero a los departamentos de comunicación al servicio de los partidos políticos, con personas fichadas por ellos mismos. La visión nuclear de la razón de ser de estos aparatos la dio Ébole en el ultimo programa de Salvados cuando llamó, sin aviso previo, a Jorge Moragas, un señor que durante años ha cultivado una imagen campechana, popular y dialogante pero que ahora, ascendido a mayores responsabilidades, no pudo evitar mostrar una aversión y hostilidad evidentes ante una situación que le obligaba a expresarse espontáneamente, sin ninguna negociación previa sobre el contenido de la conversación.

La conclusión, evidente, es que los aparatos de comunicación de los partidos practican una aversión permanente a la espontaneidad en la comunicación, y la razón y la misión de su existencia, no es la comunicación directa con el público, sino la repetición machacona del soliloquio de su propaganda sesgada. Algo, por otra parte, bien conocido por cualquiera que siga sus discursos, o sus ruedas de prensa sin preguntas.

En cuanto a los sistemas, el artículo de Ignacio Ramonet citado, es una exposición exhaustiva de los cambios en los sistemas de comunicación inducidos por el fenómeno de Internet, centrados en el agotamiento del ADSL y la irrupción del cable como soporte técnico de la información en red, hasta el punto de que, según Ramonet, hay en marcha una fusión por 45.000 millones de dólares, cuyo resultado será una sola compañía con una cifra de negocios de 87.000 millones de dólares, mientras que las de cuatro grandes periodicos europeos y estadounidenses no alcanzan los 6.000 millones de Euros, lo que indica que los sistemas técnicos, los soportes de la comunicación, han sufrido en los últimos años una transformación radical, de la que ya teníamos noticia, pero no con la claridad de estos números.

El tema que me interesa, no es tanto el de los sistemas, sino el de los medios y sus contenidos, pues esos mismos medios que se venden en papel, están también presentes en la información en Red. Los cuatro periódicos a los que me he referido facturan, cada uno de ellos, según Le Monde, El País, menos de 3.000 millones de euros, el New York Times no alcanza los 2.000 millones, el grupo Le Monde no pasa de 380 millones y The Guardian se queda en menos de 250 millones, sin embargo estas diferentes escalas de negocio entre los medios impresos y los grandes conglomerados digitales, no nos deben hacer olvidar la capacidad que tienen los medios impresos, sobre todo a través de las grandes agencias de noticias, de conseguir que los usuarios del mundo entero se enteren de ciertas noticias que les interesa divulgar, y de otras no. 

La expresión, Todos bajo control, que Ramonet aplica a la comunicación digital, recordando de paso las revelaciones de Snowden sobre la aplicación del espionaje ilegal masivo por parte de la agencia NSA, ahora la podemos extender a los medios escritos, si consideramos que los aparatos de comunicación de los partidos filtran la realidad a su conveniencia y que el flujo de comunicación que recibimos a través de la prensa escrita está viciado, no solo por esos aparatos, sino por la composición de los consejos de esos diarios, que también han sido objeto de fusiones, y por los compromisos que obligan a los medios, que dependen de subvenciones, y de los ingresos de la publicidad institucional. 

Así, en los últimos años, lo que tenemos en la prensa escrita, no son ya medios, sino mediadores que se pliegan a los fines que les dictan, en un proceso progresivo que se puede asociar, de ahí el título de esta entrada, a la gangrena. 

Según mi viejo Espasa pre democrático, la gangrena seca se caracteriza por el endurecimiento y desecación de los tejidos. La húmeda se caracteriza por ingurgitación de los tejidos y derrame de un líquido fétido, señal de putrescencia. 

Wikipedia va mas allá y refiere la gangrena espumosa en la que la piel se va cayendo a pedazos, lo que provoca un olor desagradable al olfato humano. 

El hiperdesarrollo de los aparatos de comunicación de los partidos en los gobiernos, la brutal presión tecnológica del mundo digital sobre los medios escritos, que los hace mas dependientes de los chanchullos y prebendas del poder político para subsistir, junto a la degradación del lenguaje, una práctica sistémica en la política, eufemismos, ocultaciones, reducción del lenguaje a la propaganda, además de otros factores que sin duda están operando en la misma dirección, hacen que ya no podamos hablar de medios, un concepto aséptico que ya no existe en la realidad, sino de mediadores al servicio de determinados fines. 

Así es como yo lo veo. Es solo una opinión. 

La gangrena puede degenerar en necrosis y amputación. No creo que sea el caso de los medios de comunicación escritos en la situación actual, pero buena parte del flujo de noticias que producen al servicio de los poderes que los controlan, está comenzando a parecerse, sobre todo en época electoral, a ese líquido fétido, señal de putrescencia, propio de esa dolencia. 

Naturalmente, hay un antídoto contra ese mal, la lectura crítica, que incluye documentarse con diversas fuentes, y un razonable escepticismo y descreimiento, que no tiene porque afectar a nuestra concepción de la realidad, solo a la percepción de la calidad de quienes nos la cuentan. 

En fin. Gangrena.

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 29 04 14.

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