lunes, 27 de febrero de 2017

RAZÓN Y LOCURA

"Tenemos dificultades para entender estas cosas de la razón y la locura --al menos, yo, las tengo-- porque, en general, quienes se han ocupado de investigar la racionalidad humana estaban bastante locos.

Freud fué un testimonio vivo de lo que digo, un tipo que se ponía ciego de coca inventó el psicoanálisis, basado, nada menos, que en el subconsciente, algo que, evidentemente no existe. El hombre es absolutamente consciente de su realidad, lo que sucede es que cuando algo de esa realidad consciente le molesta, lo entierra en un agujero, pero eso sigue siendo materia consciente, por mucho que esté enterrada para no molestar.

Buena parte de los grandes pensadores que han intentado profundizar en la racionalidad humana, han acabado sus días en algún frenopático, por no hablar de las motivaciones más íntimas que tiene todo aquel que elige una profesión relacionada con los arcanos de la razón o la locura.

Las gentes de a pié andamos por la vida con una total indiferencia sobre estos temas, que consideramos ajenos a nosotros, pero, un día, una crisis existencial por la pérdida de la pareja, del trabajo, de alguien muy próximo y querido, nos enfrenta a la necesidad de aceptar los imprevistos de la vida, y no todos reaccionamos con la misma cordura porque se suele tratar de sentimientos, bien de pérdida, de decepción, de la necesidad de reconocer las limitaciones que no créiamos tener, y el modo en que cada persona resuelve ese escenario, a veces termina con un diagnóstico siquiátrico, con un bajón que se resiste a la recuperación, mientras que otras personas se recuperan satisfactoriamente de esas bofetadas que a veces dá la vida.

En mi opinión, estas crisis nada tienen que ver con la racionalidad, o la pérdida de la razón, sino que se producen en el dominio de las emociones, de los sentimientos, de la personal resistencia, o no, a la adversidad, y es este terreno emocional, sentimental, tan ajeno a las teorías psicoanalíticas, al subconsciente, el que debe ser explorado para entender ciertas conductas humanas sacudidas por la desgracia.

Otra cosa es la violencia, en este caso, tan presente por desgracia en los maltratos de todo tipo, bien sea a mujeres, a inmigrantes, o a indigentes, con independencia de su nacionalidad, estos casos sangrantes de violencia, generalmente gratuita, pues no persigue fines económicos o de otro tipo, al margen de la propia destructividad de sus actos, son la consecuencia directa de la personalidad destructiva de quienes los perpetran y, en este sentido, si hemos de agradecer a los especialistas que han estudiado este fenómeno, exhaustivamente, como lo hizo Erich Fromm, no Freud, en su 'Anatomía de la Destructividad Humana', un compendio, una autopsia minuciosa de la personalidad destructiva, que, si hubiera merecido más atención divulgadora entre los responsables públicos de la protección de los colectivos amenazados, quizás hubiera sido una herramienta de prevención que, añadida a las ya existentes, nos habría ahorrado algunas tragedias pues, el violento, el homicida, avisa con su conducta previa de su naturaleza agresiva.

La convivencia, sea marital o de otra índole, suele dar pistas suficientes sobre la naturaleza de cada sujeto, sin embargo, del mismo modo que enterramos en un agujero la información consciente que recibimos, cuando nos molesta, al parecer se procede igual cuando se perciben los primeros signos de una personalidad violenta, las futuras víctimas se niegan a aceptar que eso les esté pasando a ellas, y confían en un cambio de conducta que, cuando se trata de una personalidad destructiva, en el sentido de Fromm, no cabe esperar que se produzca.

En ciertos casos, es mejor 'cortar por lo sano', aunque parezca algo cruel, que asumir los riesgos que supone seguir conviviendo con un sujeto violento.

Es en el apoyo a quienes deben tomar estas decisiones, en el que podría ayudar el enorme legado intelectual de Fromm sobre el estudio de la violencia."

No tengo ni pajolera idea de porqué me ha salido, hoy, esta página. Tal vez, cuando leí a Fromm, hace unos treinta años, el contenido de su obra me pareciera incómodo, lo enterré en un agujero, y allí ha estado todo este tiempo. No me pregunten porqué ha aflorado hoy, no tengo ni idea.

De haber estado interesado por estos temas, tal vez me habría hecho psiquiatra, y ahora residiría, seguramente, en un frenopático.

En fin. Razón y Locura.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 27 02 17.

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