RUIDERA

"Hemos vuelto sanos y salvos de Ruidera, un paraíso húmedo donde el Guadiana se muestra en una escalera descendente de sucesivas lagunas, decoradas por unas impresionantes cascadas de agua, alimentadas por los sucesivos episodios de lluvias torrenciales, que acabaron almacenadas en el acuífero de donde surgen..

Para llegar hasta allí hemos atravesado un paisaje de dehesas que recuerda extraordinariamente la dehesa extremeña, con la diferencia de que aquí no hay explotaciones ganaderas de cerdo ibérico, ya que las numerosas hectáreas pobladas de encinas y arbustos están reservadas, casi en exclusiva, a los cotos de caza.

En nuestras correrías por estas comarcas hemos visitado varios lugares. En particular, nos llamó la atención Tomelloso, donde, si no recuerdo mal, pasamos junto a una bodega que la campaña pasada recibió en sus depósitos 180 millones de litros de vino, tantos, que excedieron su capacidad de almacenaje, por lo que tuvieron que ampliar, una ampliación que ahora ya está en servicio.

No creo que fuera de allí el excelente vino blanco que nos han puesto en el hotel estos días, de un gusto tan agradable y una riqueza aromática tan variada, que hemos cogido media cogorza en cada sesión de comedor, convenientemente atemperada con el sueño de una breve siesta.

En nuestra visita al Toboso visitamos un museo cervantino con un contenido impresionante. Además de los miles de ejemplares del Quijote, de muy diversas épocas, que conserva, me llamó la atención la colección de ejemplares recibidos a través de las embajadas de decenas de países, algunos enviados por Fidel Castro, Hitler o Franco, entre otros jefes de Estado y de gobierno, y, en particular, el ejemplar donado por Sara Montiel, con ilustraciones de Dalí.

Una verdadera joya, el contenido de este museo, tan desconocido para mí, hasta este viaje por Castilla la Mancha.

En Tomelloso, nos encontramos frente a un museo que, en principio, no parecía tener interés, pues estaba dedicado a aperos de labranza y viejos carruajes, pero, al aventurarnos en su interior, descubrimos, en uno de sus patios, una obra arquitectónica que, por si sola, elevaba el tono de la visita.

Se trata de una construcción piramidal, semiesférica y abovedada, de una dimensión notable, construída piedra sobre piedra, sin argamasa, con una boveda cubierta en su exterior por algo que parece una argamasa de gravilla.

Un edificio refugio, llamado bombo, cuya función es dar cobijo a aperos y mulas, que se construye en lugares en el centro de las extensas dehesas, pero por cuyo acabado, al menos el del museo, por su perfección, parece la pirámide de un faraón egipcio.

También visitamos el Corral de Comedias, de Almagro. Un monumento al Teatro, que aún está vivo, como comprobamos cuando la experta del lugar nos ilustró con su historia más antigua, y con la más actual.

Su plaza mayor es una réplica, me pareció, de la plaza Mayor de Madrid, más reducida en dimensiones, pero más hermosa en sus detalles arquitectónicos.

A destacar el museo de Antonio López, -no recuerdo ahora donde lo visitamos- en Tomelloso, sí, tío del pintor actual del mismo nombre --el sol del membrillo--  su paleta de colores me recordó la de un pintor expuesto en el San Pío V de València, cuyo nombre no recuerdo, aunque lo intento. Ya está, Muñóz Degrain.

Solo hubo una cosa de Almagro que no me gustó. Mientras tomábamos unas cervezas alguien me pasó un pincho. Resultó ser una porción de berengena de Almagro, tan pasada de vinagre, que me produjo un ruidoso eructo.

Lo demás de por allí, el queso al romero y los dos jamones con que nos han obsequiado en el hotel de Ossa, muy bien, oiga."

El corolario del viaje fué estupendo pues, apenas descendidos del autobús, cargados con bolsos, jamones y paquetes, apareció un taxista sirio muy simpático, que nos llevó a casa por el camino más corto.

Octubre alumbra con el parpadeo de sus alas la maravilla del otoño. (He bebido tanto vino blanco estos días, que aún me dura su efecto).

En fin. Ruidera.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 22 10 18.