lunes, 16 de noviembre de 2020

ARIEL PARDAL II

Son las cinco de la tarde. Aburrido de ver la tele entro en mi cubil, abro el  libro de Ariel por la página 185 y esto es lo que he encontrado:

"Anoche descargó sobre nuestras cabezas la primera tormenta de Septiembre y el último trueno despertó a la mujer con la que vivo. A estas alturas de la conquista feminista resulta asquerosamente posesivo escribir mi mujer. La mar de Heliópolis es una sopa caliente y cuando el vapor de boullabaisse se dispersa en la atmósfera y choca con los vientos helados que llegan de la tundra siberiana, de ese apareamiento resultan partos húmedos con grandes fuegos de artificio.

Parezco del centro meteorológico, siempre hablando del tiempo, pero, que le voy a hacer, si nunca me ha sucedido nada digno de ser recordado. Una vez me pusieron un revólver en la sién. Fué en la época de la transición, cuando los responsables de la seguridad pública procuraban promover la inseguridad ciudadana para convencer al público en general de las debilidades de la democracia partidaria.

Entré en un estanco, con las llaves del coche en la mano, el auto lo había dejado, abierto, junto a la acera. Unos tipos entraron, no pasó nada, me encañonaron con el revólver y me hicieron entrar, junto a otros clientes, en la trastienda. Después, la estanquera llamó  a gritos a una vecina --María, baja, nos han vuelto a encerrar. Ni siquiera me robaron el coche, lo recordaría.

Hoy hemos ido al mercado a por media docena de bacaladillos y dos calamares para plancharlos esta noche. De camino hemos pasado por el Banco para retirar la modesta cantidad de nuestra supervivencia semanal.

Me he quedado fuera, esperando, con el carro de la compra y, para mi disgusto, he visto mi imágen reflejada en una pantalla. No me gusta que me fotografíen, mucho menos que me filmen. Odio reconocer los estragos de mi propia devastación materializados en un soporte magnético. Los animistas no se dejan fotografíar, créen que en ese acto interviene algo mágico que les roba su espíritu.

El pensamiento occidental analiza la magia como un resíduo tribal y lejano, propio de comunidades primitivas, pero eso no es así...."

Bueno, vale, lo dejo, me voy a ver la Sexta, ya casi es hora de que nos cuenten lo que sucede en las salas en las que se juzga a las  mujeres que han cometido infanticidios, antes de que Mámen Mendizábal dé la paliza con el asunto del virus ....

Un saludo cordial a los cibernautas que todavía se acercan por aquí, a pesar de lo intrascendente de mis narraciones. En particular, saludo a los de Namibia, que han aparecido por primera vez por aquí.

Chao, pibes.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16 11 20

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