"He bajado al Maravillas, Toni me ha dicho, ¿cuando vas a la sierra? --cuando me lleven. Hubo un tiempo en que viajaba sin depender de los demás, como cuando fuímos a París, en el R5, allá por los setenta. justo cuando estaban derribando Les Halles, para construír el Centro Pompidú.
Recuerdo que, en mitad de la autovía, hubimos de tomar un desvío por obras y, al reanudar el camino, lo hicimos en dirección contraria, hasta que otro conductor nos señaló la dirección correcta. Al llegar a París, visitamos la casa de mi mentor cuando comencé a trabajar, a los doce años, gran amigo a quien dediqué una página del blog, su mujer nos acompañó a las Galerías Lafayette, a la carnicería, y a muchos otros lugares, en los días en que permanecimos en un hotel del barrio, reservado por ellos mismos y, cuando fuímos a pagar la cuenta, ya estaba liquidada por nuestros anfitriones.
Entre las muchas delicadezas que agradecí a Juan, estuvo la de aprender a decir, 'me explico', en lugar de 'me entiende'. Juan era de Carcaixent (y dolçes...els collóns m'aspolses), fué funcionario de la Once durante años, luego experto en la consultoría en la que yo trabajé y, finalmente, se fué a París, a trabajar en el mercado de Orlí, con un empresario de la alimentación, ignoro si familiar o amigo.
Esto de los viajes que nos dejan huella en la memoria es así. Anoche vino nuestra hija Mónica a casa, a recoger a su hijo Joan, que se estaba duchando en casa, después del entrene de baloncesto en el polideportivo del barrio. Mónica, además de docente en un Instituto de enseñanza media, es ama de casa, madre soltera de dos hijos, y chofer de los mismos para llevarlos y traerlos de sus actividades deportivas, de modo que no le queda tiempo para ella misma.
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