jueves, 7 de junio de 2007

ETA SÍ, ETA NO.

Parece increíble que una organización armada cuyo brazo político no reúne mas allá de los doscientos mil votos se siga oponiendo, después de cuarenta años, por la fuerza de la violencia, a un país con mas de cuarenta y cuatro millones de habitantes. Si lo piensas, es una locura carente de lógica racional. Lo irracional, no lo olvidemos, forma parte de la naturaleza y el comportamiento humanos. Por otra parte, las actitudes, los objetivos y el comportamiento de los etarras no carecen de lógica. No es una lógica racional, de acuerdo, es una lógica interna, de contenido endogámico, que no está construida desde la realidad, sino desde sus necesidades psicológicas de interpretación de esa realidad.

Por debajo del discurso patriótico que siempre cubre las miserias de las organizaciones cerradas, casi autistas, como lo es Eta, podemos identificar algunos rasgos comunes a otras situaciones y grupos sociales. Uno de los posibles enfoques para tratar de entender el problema desde otro punto de vista, mas sociológico que político, es considerar lo que supondría para la militancia y la dirección de Eta la transición a la paz. Ese proceso sería tan traumático para ellos, como lo es para la plantilla de Delphi el cierre de la factoría en la bahía de Cádiz, --recordemos que esos trabajadores han reaccionado con violencia al anuncio de esa eventualidad-- pero además, supondría el reconocimiento de que todos sus esfuerzos, sus discursos, sus ideas, no solo eran una equivocación monstruosa, sino que les han llevado al fracaso personal mas absoluto.

Recordemos, además, que Eta, como cualquier organización empresarial, detenta un poder económico y financiero importante, que controla su dirección. El caso reciente de Endesa puede ser ilustrativo de como los directivos se oponen con uñas y dientes a la pérdida de ese control, cuando hay alguna operación hostil que lo amenaza. En cuanto a los militantes, algunos de ellos, cuando realizan alguna operación importante para la casa, reciben una retribución comparable a la de un alto ejecutivo y se van de vacaciones a un exilio dorado durante la mayor parte del año. Muchos de los directivos de empresas transnacionales que se dejan el lomo durante todo el año, envidiarían esas condiciones de trabajo, que no difieren demasiado de las que están vigentes en la profesión de sicario.

Cualquier intento de los gobiernos, del signo que sean, para concertar un proceso de paz con una organización de estas características, debería estudiar en profundidad estas consideraciones . Eta es, entre otras cosas,.un caso de libro de gran empresa con una plantilla numerosa, renuente a perder sus privilegios, que debe ser reestructurada.

Debe ser muy difícil atravesar las capas sucesivas de retórica guerrera, ideológica y territorial, solidificadas por el paso de las décadas, para alcanzar el núcleo oculto de la negociación, pues nadie lo ha logrado hasta ahora.

Si no hay negociación, solo queda la infiltración. Los aparatos de seguridad de los estados han acabado en Europa con los grupos violentos, infiltrando a sus agentes en sus organizaciones. Aquí no. Se han desmontado algunos aparatos, que luego han sido reconstruidos. Tal vez habrá que pensar, en lugar de infiltrar a expertos antiterroristas, en conseguir la presencia en el seno de Eta de un equipo de especialistas en psiquiatría, psicología, reorganización empresarial y asistencia social, para cubrir todos sus niveles jerárquicos con gentes que conozcan, muy en profundidad, el lado irracional del ser humano.

Eta sí (200.000), Eta no (44 millones). Sería interesante que los sucesivos gobiernos, de distinto signo, que han ejercido su poder desde la instauración de la democracia, emitieran un comunicado conjunto para explicarnos a los de a pie, porqué han perdido ese cruento partido, disfrutando de tamaña ventaja.

Lohengrin. 6/06/07

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