jueves, 24 de enero de 2008

MODELOS, SISTEMAS, CAOS.

Cuando comencé a estudiar Ciencias Económicas, la Teoría de Sistemas era la estrella del momento. Como un modelo exclusivo de Galiano, se exhibía en todas las cátedras y departamentos de la facultad, era el no va más de la modernidad y en los saraos de los pijos universitarios no eras nadie si no expresabas una opinión sólida y fundada sobre alguno de sus aspectos.

Aquellos tipos fascinados por la potencia de aquella entelequia intelectual estaban firmemente convencidos de que podían utilizarla como una botella y meter dentro la realidad, como si fuera la maqueta de un paquebote, que ellos introducían en su interior, pieza a pieza, y que con aquel ritual académico el mundo, controlado al fin por el pensamiento racional, comenzaría a tener un sentido, superado el caos de su matriz inicial irracional. O sea, se sentían como Dios.

Cuando la dinámica caótica de las cosas comenzó a revelarse, como siempre había hecho, como algo incontrolable, la teoría de sistemas quedó reducida a un recurso de los informáticos para controlar el tráfico cibernético de las entidades bancarias.

Al tratar de aplicar la teoría de sistemas de modo universal, fue necesario construir modelos econométricos que la sustentaran. Los modelos tienen un rango instrumental menos general que las teorías, pero son necesarios para probar su grado de validez. En mi facultad solo había un tipo que supiera, de verdad, econometría y no era un profesor, era un alumno, que luego acabó dirigiendo una entidad bancaria aragonesa, que le reclutó porque estaba muy puesto en modelos econométricos y análisis de sistemas, y diseñó, el solito, todo el sistema informático de la entidad.

Con la edad, ha ido creciendo mi sospecha de que nada en la actividad humana tiene la racionalidad suficiente para ser observado, medido y enunciado en términos sistemáticos, y que el caos es el estado natural de todo lo humano, y si existiera, de lo divino.

Esa es la razón por la que me he interesado, ahora, por la teoría del caos.

En Wikipedia hay alguna información sobre el tema. La teoría del caos trata de ciertos tipos de comportamientos impredecibles de los sistemas dinámicos. Un sistema inestable se caracteriza por tener una gran independencia de las condiciones iniciales. En el caso de los sistemas caóticos una mínima diferencia en las condiciones iniciales hace que el sistema evolucione de manera totalmente (imprevisible).

La teoría del caos se aplica a sistemas tales como la atmósfera terrestre, el sistema solar, las placas tectónicas, los fluidos turbulentos y los crecimientos de población.

También podría aplicarse, es una opinión, a la Bolsa y a las relaciones amorosas, añado yo. Tanto en uno como en otro caso, cualquier mínima diferencia respecto a las condiciones iniciales, también es susceptible de desencadenar una reacción caótica. Una diferencia de ¾ de punto en los tipos de interés iniciales en un momento inoportuno, puede ocasionar un crack bursátil de proporciones gigantescas. Del mismo modo, una infidelidad ligera, que cambia las condiciones contractuales iniciales de la relación, puede acarrear un crimen pasional. En ambos casos son consecuencias irracionales, y frecuentemente caóticas, de fenómenos que se creían racionalmente controlados.

Cuando uno se levanta por la mañana y sale a la calle, no transita por una realidad sometida a modelos y teorías, sino que se integra en un flujo material y humano dominado por el caos, aunque solo en circunstancias especiales, como las de la bolsa y la economía de ahora mismo se hace visible de un modo evidente esa realidad.

El caos no es tan amenazante ni tan extraordinario como parece, es la forma natural y original de lo humano y del medio en que vivimos. Solo los que creen en la existencia de poderes divinos piensan que esos poderes pusieron orden en el caos inicial. Los demás, sabemos que en ausencia de una autoridad divina en la que no creemos, el caos es el orden natural de las cosas.

En especial, lo saben los banqueros quienes, con independencia de sus creencias personales, en España, se han ido guardando treinta mil millones en el cajón para curarse en salud, convencidos como estaban, en medio de la prosperidad, de que el caos, en el que si creen, aparecería.

Lohengrin. 24-01-08.

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