viernes, 25 de abril de 2008

BIENES COMPLEMENTARIOS

Entiendo que Camps, President de Heliópolis, exhiba una energía cada vez mas consistente, porque sobrevivió a las cuchilladas de Zaplana y eso da mucha marcha. También que se construya un perfil de moneda romana con la leyenda estampada de barón de su partido, pero no me acostumbro a las tonterías solemnes que dice en cada comparecencia pública este capullo meapilas a quien la mano ciega de la fortuna electoral ha premiado, como hace cada decenio con unos, para descabalgarlos después en beneficio de otros, con independencia de los méritos, supuestos o reales, de cada uno.


En su última comparecencia junto al patrón de la Fórmula 1, Camps ha hecho un elogio de esos acontecimientos, por sus efectos en nuestra economía, el estímulo que suponen para el sector servicios y el aumento en los puestos de trabajo que generan. Enunciado así, de forma general, parece una afirmación sensata y razonable, pero en cuanto levantas un poco esa piel superficial, aparece el fondo de solemnidad tonta.


En las facultades de Heliópolis, esas que están ahora en la indigencia porque Camps se ha gastado su dinero en otras cosas, en concreto en la de económicas, nos enseñaban hace decenios lo que eran bienes complementarios y como la dependencia de ciertos sectores dedicados a la producción de bienes y servicios, de otros que generaban esa demanda complementaria, era muy elevada.


El ejemplo que siempre se citaba, era la construcción. La construcción de viviendas nuevas, no solo demanda los bienes de sectores que intervienen directamente en su construcción, las cementeras, la siderúrgia, la cerámica, la madera, el vidrio, los sanitarios, los materiales de fontería, de electricidad, el transporte y otros. El número de viviendas nuevas construídas y habitadas es un parámetro de la mayor importancia para otros sectores. Así, en la época de la telefonía fija, este era un dato directamente relacionado con el crecimiento de ese sector.


Entre los bienes complementarios que dependen de la construcción están, en primer lugar, los muebles, el textil, los ajuares domésticos, los electrodomésticos, los servicios de televisión por cable y, seguramente, algunos más. De ahí que a la actividad de la construcción de viviendas nuevas se le atribuya un efecto multiplicador de la economía muy superior al de otras actividades.


Normalmente, cuando hay un descenso de la actividad en la construcción de viviendas nuevas, una de las medidas que la experiencia aconseja es aumentar la inversión en obra pública. Pero la obra pública, en el supuesto de que existan recursos para financiarla, no multiplica en la misma medida el ritmo de la economía.


En el horizonte actual de, quizás, entre medio y un millón de desempleados mas, con un sistema financiero tocado y una política crediticia rácana, el President se deshace en elogios sobre la bondad de la economía fungible, basada en bienes de consumo efímero, como los carajillos, –con café de Colombia- las aceitunas rellenas, mayormente de Jaén, y las servilletas de papel, –no creo que el estado de las cuencas de nuestros ríos soporte una fábrica de celulosa- aunque nada tengo contra el uso lúdico de las habitaciones de hotel, que no solo contribuyen al producto autonómico bruto, sino a la satisfacción neta de los ciudadanos.


El problema no es si el crecimiento de los servicios que, en si mismo, es positivo, debe alcanzar o no un porcentaje siginificativo de la tarta de la economía, sino que los arquitectos que, ahora mismo, están intentando promover proyectos de vivienda nueva de protección oficial, cuando van a la ventanilla reciben de los funcionarios de la Generalitat un montón de papeles burocráticos, y ninguna precisión sobre la cuantía y el momento en que recibiran las ayudas para mover esos proyectos, por no hablar de los rectores de universidad que mendigan cada día los euros que necesitan para su supervivencia y solo reciben razones y promesas, pero euros, ni uno.


Otro problema, que a mi parece esencial, es que en los últimos diez años la desatención al cultivo del talento en la ciencia y la tecnología, en favor de la política de circo, nos ha dejado en cueros para soportar el brutal impacto de la crisis que ya está aquí, porque los que están bien informados saben que los productos y servicios con un alto contenido de talento tecnológico y científico, están mejor orientados que los sectores tradicionales para resistir una contracción salvaje de la demanda como la que se viene produciendo en los últimos seis meses.


Como quienes podían, no han hecho lo que debían, hay que prepararse para una cadena de quiebras que va a afectar a casi todos los sectores, en una economía como la nuestra, tan vinculada a la tradición, y solo mínimamente a la innovación.


Y mientras tanto, las ventanillas de lo que sea, les darán a ustedes todos los papeles que quieran, para solicitar ayudas a la construcción de viviendas de protección, ayudas a la dependencia, recursos para las universidades. Papeles, los que quieran. Euros, ni uno. Se los han gastado todos en la política de circo. Felicidades a Camps, por sobrevivir a Zaplana y alcanzar el estatus de barón, pero en cuanto a política económica, estímulo de la innovación, del conocimiento, racionalidad en el uso de los recursos públicos, el desastre es absoluto, por mucho que repita, en cada comparecencia, enfático, sus tonterías solemnes.


Lohengrin. 25-04-08.

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