jueves, 3 de abril de 2008

EL PARE VICENT

Ayer fui a La Nau, sin información previa, esperando asistir a un concierto, y lo que encontré fue mucho mas interesante. Una dramatización de la prédica de Vicente Ferrer, construida con fragmentos extraídos de sus sermones, titulada L´Angel de l´Apocalípsi.

Setenta minutos de predicación apocalíptica ininterrumpida, en un entorno eclesial, oscuro, alumbrado con velas, respirando el humo del incienso, con un clérigo aterrado por la culpa que se le viene encima, Ferrer dándole a la lengua como si fuera una espada flamígera...tuve una idea aproximada de como debió ser la vida de los habitantes de Heliópolis en el siglo XIV, añadida a su condición de súbditos, bastante deplorable de por si, la de presuntos pecadores, que Ferrer acentuaba con sus contínuos recordatorios de que arderían en el infierno.

Un monje oculto tras su capucha recibe al público en la Capella de la Sapiència, recomendando en voz baja, --las mujeres a la derecha, los hombres a la izquierda. Aparte de Xavier Rico, el actor que encarna a Vicente Ferrer, los demás actores no dicen una palabra, salvo sus escasas intervenciones en grupo y en latín. Ni el secretario, ni los monjes, intervienen en el texo. Tampoco el clérigo, pero éste hace una creación actoral, expresando en su rostro, con una gran economía de gestos, el terror pánico que debía inspirar Ferrer a todos aquellos que se sentían atrapados por la culpa, en este caso se trata de la certeza de que el predicador va a incluir en su discurso su pecado de fornicación.

Un cornetín, una tuba y una guitarra se encargan de los subrayados musicales de cada situación, y puedo asegurarles que la expresión de pánico que ponen las mujeres sentadas a la derecha, cuando Ferrer se dirije a ellas como un energúmeno, para condenar sus debilidades en un tono amenazante, no es fingida. El colirio o recurso semejante que Xavier se ha puesto en los ojos, consigue que su mirada brille con una intensidad turbadora y acentúa el efecto aterrador de su discurso.


El folleto informa de que Antonio Amorós ha dado el ritmo y la estructura de un texto dramático a los numerosos fragmentos extraídos de las docenas de sermones vicentinos escritos de acuerdo con el principio de la Retórica medieval, pero desde mi punto de vista de espectador lego, les aseguro que a mi me ha parecido un guión de película de terror, no inferior al de Viernes 13, o No es país para viejos, con la diferencia de que la sensación de terror no es aquí personal, no te sientes concernido, pero llegas a vislumbrar los mecanismos de control social de la vida medieval, la milicia, la jerarquía y la culpa, que operaban como un sistema total de terror, y la figura del Pare Vicent, sin desmerecer sus virtudes, su cultura, su capacidad para criticar a los propios estamentos de la iglesia, a los poderosos y a los abusadores, es, naturalmente, una figura de su tiempo, de ese tiempo en el que las grandes catedrales, y las grandes prédicas, se usaban para infundir temor en el ánimo de las gentes, como un arma represiva.


Aunque es dudoso que no existieran, también entonces, gentes discrepantes a quienes aquella parafernalia retórica les sonara a música hueca, no podían atreverse, como ahora, a expresar ese pensamiento en público.


Nunca he visto a un actor expresar durante mas de una hora, sin recurrir a la palabra, un sentimiento de terror tan creíble, tan verdadero, como el que consigue transmitir Roberto Martínez, el clérigo que está esperando recibir en su iglesia al predicador implacable, hasta que, incapaz de resistir esa presión, trata de liberarla mediante la catarsis dolorosa de la autoflagelación.


El apocalíptico predicador no deja títere con cabeza, los clérigos, las mujeres, los gobernantes, los usureros, los adúlteros, todos son objeto de sus diatribas encendidas, y algunas de sus alusiones, especialmente las de la usura y el mal gobierno no han perdido apenas actualidad. Si Vicente Ferrer nos visitara ahora, en 2.008, comprobaría que en eso, no hemos cambiado.



No puedo recomendar que vayan a verla, por tratarse de una única representación, pero si sugerir que si se enteran de otra actuación del Teatre de L´aire, no se la pierdan.


De nada.


Lohengrin. 3-04-08.

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