sábado, 19 de abril de 2008

SOCIALISTAS

Hay socialistas y socialistas, aunque quizás sea mas preciso decir, hubo socialistas, ¿hay socialistas?. Que hubo socialistas es un hecho incontestable. Está en todas las hemerotecas, en los libros de historia del movimiento obrero y en la memoria colectiva y personal de los que tenemos una cierta perspectiva, enriquecida por los ejemplos cercanos que hemos conocido. En cuanto a la pregunta retórica, ¿hay socialistas? la cosa es mas complicada, pero se simplifica bastante si atendemos al análisis de algunos aspectos de la política de quienes dicen serlo, pero que podrían no serlo, en un sentido de rigor histórico, sino que mas bien se cobijan, desde mi punto de vista, en una marca que todavía tiene el poder evocador de la ideología que proclama, pero cuyo contenido dista bastante de responder al continente.


La conciencia obrera socialista se formó a partir de unos núcleos minoritarios de trabajadores que, bien por pertenecer a oficios cercanos a la cultura, las artes gráficas, el periodismo, tenían la capacidad de acceder a la información que a la mayoría de sus compañeros les era vedada por el analfabetismo imperante, o bien, a pesar de esa limitación, por su posición tan cercana a las relaciones de explotación casi esclavistas, por la propia violencia de esa explotación, como era el caso del campesinado andaluz.


El socialismo era entonces una opción liberadora y los primeros socialistas fueron obreros y campesinos. No había sindicatos. La existencia de los primeros sindicatos fue defendida con sangre, a veces a tiros, por los primeros sindicalistas, muchos de los cuales fueron abatidos por los pistoleros a sueldo de las patronales. Fue una época muy convulsa, pero no hay duda alguna de que entre aquellos pioneros del movimiento obrero, se forjaron los primeros socialistas, como lo hicieron libertarios y comunistas, las tres grandes corrientes históricas de la izquierda.


Que tenemos hoy bajo el paraguas de la marca del socialismo?. En su composición, el partido socialista es hoy un partido de clases medias, relativamente acomodadas, sin el menor rastro de obrerismo. Y los sindicatos mayoritarios? Están en manos de personas que arrojaron hace veinte años la llave inglesa o el bisturí y se han convertido en corporaciones burocráticas cuya característica mas destacada es, como organizaciones, la sumisión al sistema, y en cuanto a sus dirigentes, gentes tibias, siempre dispuestas a la componenda, al intercambio de favores –tu me das una cosa a mi, yo te doy una cosa a ti-- a sacrificar, si fuera preciso, los intereses de los trabajadores en favor de una forma de sindicalismo civilizado que se traduce en la miseria de las subvenciones gubernamentales a cambio de una flexible colaboración para que todo funcione, para que todo siga como está.


Hago esta introducción, esta reflexión previa, para tratar de entender, ya que no justificar, dos medidas emanadas del aparato político profesional que funciona, sin merecerlo, con la marca socialista.


Primero. La desaparición del Impuesto sobre el Patrimonio. Después de década y media de enriquecimiento ilimitado de los mas ricos a través de la especulación desaforada, el llamado partido socialista, en lugar de imponer un impuesto sobre las grandes fortunas, para que revierta al común de los ciudadanos una parte al menos de lo que, inicuamente, les han robado, les libera del Impuesto sobre el Patrimonio, que no solo tenía una función recaudatoria, sino, sobre todo, de control, para evitar el fraude fiscal.


Segundo. Para favorecer las economías de las familias, castigadas por la inflación y los costes financieros de las hipotecas, el llamado partido socialista incluye en su progrema electoral una ayuda de cuatrocientos Euros. Al aplicar esta medida, en lugar de fijar un límite por encima del cual no será efectiva esa ayuda, deja sin ayuda a quienes tienen menores ingresos, porque no tienen retenciones a cuenta. Lo han leído bien, si. Es decir, como en este país hay unos ocho millones y medio de personas que carecen de ingresos suficientes para que se les retenga nada, esos se quedan sin ayuda, en cambio todos los consejeros de la banca, las eléctricas y demás, harán efectiva esa ayuda, `puntualmente.

Sres. Zapatero y Blanco, ustedes me caen bien, me son mas simpáticos que otros, no dudo de sus buenas intenciones, pero cambiénle de una jodida vez el nombre a su partido, no me digan que son socialistas, joder. Es un insulto a la memoria de los que si fueron socialistas.

Y, en el remoto supuesto de que lean esto, no lo despachen como el desahogo de un purista. Yo puedo ser tan pragmático como el que más, lo que sucede es que me parece un acto de pragmatismo tratar de conseguir que se avergüencen ustedes de ciertas políticas, a ver si las cambian.

Por cierto, Pepiño, vete a tomar por el culo.


Lohengrin. 19-04-08.


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