domingo, 23 de junio de 2013

ARMA DE DESTRUCCIÓN LETAL

El lenguaje ha sido siempre, además de un modo de comunicarse, un medio de destruir al enemigo, como se demuestra con la lectura de algunos textos antiguos.

En nuestro tiempo, en el que una palabra puede ser escrita en tan diversos soportes y volar a través de los múltiples espacios en los que se difunde, sean de papel impreso, en las ondas radiofónicas, en los infinitos canales de televisión, o en el cada vez mas vigilado espacio cibernauta, el lenguaje puede devenir en un arma de destrucción letal, y a menudo es así cuando es usado por minorías violentas, o por  los poderosos para controlar a las masas, en el supuesto de que tal cosa exista. Yo no creo en la existencia de las masas, si en la existencia de pueblos sometidos.

Un ejemplo claro de lo que sostengo, que el uso del lenguaje como arma es una cosa antigua, se puede observar en el texto de 'Julio César', escrito por el famoso discípulo de Marlow, en el que Marco Antonio, después de ser acuchillado César en un acto, si no ritual, por lo menos colectivo, en el que ha intervenido activamente Bruto, su ahijado, hace uso del lenguaje para dar un discurso al pueblo en el que, después de alabar las virtudes de honradez de Bruto y los suyos, enciende los ánimos de la gente con su lenguaje ambiguo, desatando con sus palabras una contienda civil en aquel imperio.
(...)
Si convenimos en que el arte, la literatura, el teatro, usan la ficción para ofrecer una muestra de la realidad, podemos asumir, o no, que la palabra 'honradez' usada por Marco Antonio en su discurso plagado de ambigüedades, es un arma de destrucción sangrienta que culmina con los cuerpos destrozados de los que se apuntan a cualquiera de las facciones que, arengados por ese discurso, defendieron a César muerto, o a sus matadores.

La aceleración del progreso tecnológico nos muestra en nuestros días ejemplos sobrados de esa prostitución del lenguaje presente en los textos de los dramaturgos del siglo XVII, que a su vez recrean historias de la antigüedad clásica.

Así, una frase de solo cuatro palabras 'armas de destrucción masiva', repetida hasta la saciedad por la tecnología de la comunicación, convirtió una mentira en verdadera y puso en marcha un proceso bélico cuyas consecuencias aún perduran en los telediarios en forma de cifras de muertos cotidianos. 

La tremenda expansión de la tecnología de las comunicaciones permite ahora mismo que se extiendan por las emisoras de televisión las llamadas tertulias que no lo son, en las que los tertulianos repiten de modo insistente unos argumentarios previamente aprendidos, nada es espontáneo en esos mensajes, o bien reciben directamente a través de una tablet las respuestas que deben dar a cada cuestión, en una ceremonia de confusión lingüística donde nada de lo que se dice es inocente, nada es espontáneo, todo está preparado en un laboratorio con la intención manipuladora de tratar la realidad desde un punto de vista únicamente partidista. 

La potencia del lenguaje, de su uso manipulador, es tal, que ahora mismo, según recoge Cuervo en su columna de la última de 'Levante', una sola palabra, terrorista, marca la estrategia de un mandatario elegido por modos democráticos en Turquia, Erdogan, convertido ahora en un sátrapa, que usa esa palabra para criminalizar a quienes se oponen a su despotismo, y la refuerza con gases lacrimógenos y vehículos blindados.

Esa palabra, terrorista, en boca de Erdogán, se convierte en la expresión de un ritual mágico, por medio del cual el tirano lanza una cortina de humo para justificar sus acciones. 

Aquí, el lenguaje no es menos prostituido y mal utilizado por quienes detentan el poder político. 'La luz al final del túnel' es una frase de argumentario, distribuida entre ministros y directores generales, para dar una sensación de que habitamos un lugar propicio a la esperanza, dirigida a los millones de personas con sus niveles de vida muy disminuidos por las acciones de las políticas que les son ajenas, pero los expertos económicos reunidos en cónclave, desmienten ese mensaje infantil y constatan que nada en los datos objetivos confirma esa visión de nuestra realidad.

En nuestra evolución biológica, la aparición del lenguaje fue un tesoro. El grado de prostitución, manipulación torticera y mendaz del discurso que la creciente aceleración de la tecnología de la comunicación permite ahora que se expanda a nivel planetario, con una velocidad y amplitud nunca antes conocida, puede ser un arma de destrucción letal, o no.

Todo depende de la actitud de los destinatarios de la información. Así como en tiempos de Marco Antonio, después de escuchar su discurso incendiario, pudo haber romanos que se fueran tranquilamente a su casa, sin hacerle ni puto caso, nadie nos impide, ahora, seleccionar nuestras fuentes, contrastar las tonterías que se dicen, negar credibilidad a quien no la merece, actuar, en fin, con la responsabilidad adulta que se requiere en estos tiempos de exceso de información, en buena parte manipulada, torticera y mendaz. 

En fin. Arma de destrucción letal.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 23-06-13.

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