lunes, 24 de junio de 2013

LA CULPA, EL GRUPO, EL PUEBLO.

En la cueva de Alí Babá en que se ha convertido el antiguo Reino de Valencia, como dice la derecha, el País Valenciano, como proclama la izquierda, la Comunidad Valenciana, denominación que salió, dicen, de un Estatuto de consenso, o el Levante feliz, tópico con aromas franquistas, que se utilizó por Aznar cuando gobernó, para expresar su mezquina envidia castellana y negar recursos a los agricultores a quienes el consideraba una clase enriquecida, por comparación con los yunteros de secano, hace ya unos cinco años que la pobreza ciudadana e institucional nos sitúa por debajo de otras comunidades autónomas, en los índices tanto financieros, como económicos o sociales.

En este clima de pendiente hacia la decadencia, uno de nuestros políticos representativos, porque algunas decenas de miles de ciudadanos votaron para darle un escaño, el Sr. Blasco, quien dicen que tiene una valiosa experiencia política pues, al parecer, ha pasado ya por seis? partidos, desde el FRAP hasta el Partido Popular, y ahora atesora otra experiencia, pasar al grupo parlamentario de los no adscritos, con lo que acumula este honor al hecho de haber sido expulsado de dos partidos, el PSOE de Lerma y el PP de Fabra (Alberto), se ha dedicado a malversar caudales públicos destinados a ayudar a los niños de Haití, entre otros.

El Sr. Blasco, ha sido expulsado del grupo popular por decisión del Sr. Fabra, pero no crean ustedes que lo ha sido por su repulsivo delito de apropiarse de un dinero destinado a los mas parias de la tierra, puesto que hace nueve meses que está imputado por ello y hasta hoy su presidente no había movido un dedo.

Según la primera de 'Levante' de ayer, lo ha sido por criticar al jefe de su grupo. Hoy el mismo periódico habla de deslealtad. O sea, deslealtad al grupo, lo que me mueve a hacer alguna reflexión.
(...)
La primera, es que la culpa de Blasco no ha sido probada todavía en sede judicial. Al parecer, algunos partidos están considerando incluir en sus reglas internas la expulsión de aquellos que hayan sido imputados, sin esperar a juicio. 

Así, la decisión de Fabra podría considerarse como un adelanto de esa nueva política de personal de su grupo, pero parece que la causa de la expulsión ha sido el enfrentamiento directo con el jefe de grupo, es decir, una actitud que perjudica y deteriora la necesaria cohesión del grupo cuya razón de ser declarada es el bienestar ciudadano. 

Todos los partidos dicen perseguir el bienestar ciudadano, por lo que una interpretación ingenua de esta expulsión, en definitiva, de esta bronca, podría deducir que si la finalidad última de los partidos es el bienestar ciudadano, quien atenta contra la unidad, la integridad, la cohesión del grupo partidario, lo hace contra el bienestar ciudadano, puesto que sin el grupo, ese bienestar no es posible, luego, la decisión de Fabra va, en definitiva, en favor del pueblo.

Esta afirmación, formalmente lógica, es, como todo aquello que se suele soportar en la lógica, falsa. La cruda realidad es que los grupos, partidarios o no, son entes cerrados, centrados en sus intereses que son perdurar en defensa de los privilegios de sus propios miembros y padrinos, y alejados, como si fueran marcianos, de los intereses y necesidades de los ciudadanos.

Que un tipo que ha malversado presuntamente fondos destinados a los mas miserables de otro hemisferio, es decir que está implicado como imputado en un delito criminal contra el pueblo, pues tan pueblo son los perjudicados por esa mezquindad, como nosotros, haya permanecido nueve meses después de su imputación en su grupo parlamentario, y solo después de su enfrentamiento con el jefe de su grupo haya sido expulsado, es la prueba material de que entre el grupo y el pueblo al que dice servir, hay una jerarquía, primero el grupo, luego el pueblo, o como se decía en la época de la República, todo para el pueblo pero sin el pueblo. 

En cuanto a la culpa, también aquí hay jerarquías. Una culpa no probada en juicio, aún conserva el beneficio de la duda, y es verdad lo de la pena de telediario, pero de lo que no hay duda es que la culpa de Blasco que ha inducido su expulsión, es una culpa sumarísima, mas grave que el supuesto enriquecimiento con caudales públicos.

Es la deslealtad al grupo lo que ha determinado su ejecución sumaria, en términos de metáfora, y en esa ejecución hay, sin duda, una intención de castigo ejemplar, como cuando el capitán del barco cuelga del trinquete al tripulante díscolo, porque teme un motín antes de llegar a puerto. 

Mientras tanto, el pueblo llano, ajeno a los tejemanejes de partido, se las apaña como puede para ir sobreviviendo, sabe que el grupo, este u otro, no hará nada por el, están muy ocupados mirándose el ombligo.

En fin. La culpa, el grupo, el pueblo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 24-06-13.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios