De vez en cuando me gasto cuatro pavos en la versión en español de Le Monde diplomatique. Los artículos de Ignacio Ramonet me devuelven, siempre, mas de lo que gasto. Este hábito reciente me permitió comprobar,hace algún tiempo,
como un espacio de periodismo de investigación de la Sexta presentó con gran parafernalia un programa sobre los excesos de la banca internacional, la vista gorda de alguna entidad hacia el dinero de los narcotraficantes mexicanos, o los abusos que precedieron a la quiebra de algunos bancos, que Le Monde había presentado, con todo lujo de detalles, algunos meses antes.
De manera que me quedó la sospecha de que, en ocasiones, lo que llaman periodismo de investigación es una práctica infantil que consiste en recortar y pegar de los trabajos que otros han hecho antes.
Recuerdo de la lectura de aquel artículo que alguna entidad bancaria especulaba con nocturnidad mediante un sistema
cibernético, que tomaba decisiones automáticas, sin ninguna presencia humana, y que en una sola noche ocasionó pérdidas millonarias a la entidad. Eso no quiere decir que, con presencia humana, no se hubieran producido los mismos errores, pues ya se sabe que las decisiones humanas se toman ahora en base a datos facilitados por ordenadores, en el mejor de los casos, con programas de gestión financiera, en el peor con redes de espionaje o aviones no tripulados.
Por lo demás, el cine se ha ocupado, con mucha profesionalidad, de la crisis financiera en esa película cuyo título no recuerdo, protagonizada por Jeremy Irons, que recrea las horas anteriores a la quiebra de Lehman Brothers.
Pero yo no voy a seguir hablando de crisis alguna, sino de hipocresía y falsedad, de la distancia entre los valores que se defienden en algunas corporaciones y organismos y la política que practican en sus relaciones laborales.
Aunque, tal vez, en lugar de valorar hipocresía y falsedad, que son conceptos morales, debamos hablar de equilibrios. Equilibrios entre coherencia o incoherencia, dependencia o independencia, que siempre son una relación, un cociente, que debe tender al equilibrio, ya que alcanzar valores absolutos en estas cosas no parece que esté al alcance de la condición humana.
(...)
El último número de Le Monde diplomatique, lleva un excelente editorial, como siempre,de Ignacio Ramonet, 'La coacción alemana', pero no lo traigo aquí por eso, sino porque la denuncia de las condiciones de trabajo en las fábricas textiles en Bangladesh, '..los asesinos del prèt-a-porter', que firma el enviado especial Olivier Cyran, chirría con otra información, obtenida directamente de una periodista que trabajó en ese medio.
Me explico. En una de las últimas clases a las que asistí en el Aula de Medios de Comunicación, hice un elogio de Le Monde diplomatique, por lo que a mi me pareció un evidente enfoque crítico de la realidad, independiente y leal con los lectores. Para mi sorpresa, la profesora lanzó una diatriba contra las políticas de relaciones laborales de ese periódico, se reconoció como una periodista explotada como nunca lo había sido en su carrera profesional, mientras trabajó allí.
No parece que esas pautas de explotación de su personal afecten a la independencia de Le Monde... pero si a su coherencia. No parece coherente denunciar la explotación en Bangladesh y practicarla en la propia casa. De modo que si aplicáramos ese cociente coherencia/incoherencia a las prácticas del periódico, el resultado sería cero.
No es un caso único. El País estuvo en contra de la política laboral del Gobierno de Rajoy, el sepulturero, pero le faltó tiempo para aplicar los ERES en su propia casa. Maruja Torres, un 10 en coherencia, lo criticó desde las páginas del semanal. Ahora Maruja Torres está ausente de ese ventana a los lectores. No se porqué. Si por represalias, si por su propia coherencia, o por la rotación que suelen imprimir los periódicos a sus firmas.
Ser coherente, ser independiente, no sale gratis. Tiene costes. Esto vale tanto para los periodistas, como para los medios. Dos evidencias. En la 7 de 'Levante' de hoy, el editor de 'Mediterráneo' desvela una conversación con Carlos
Fabra, cuando presidió la Diputación. 'Levante no verá una página de publicidad mientras no deje de atacarme'.
Esta evidencia, está en línea con otra anterior. Cuando Zaplana llegó a la Presidencia de la Generalitat, un tiempo después, supongo, un colega libertario que había trabajado en 'Levante', me confirmó que a ese periódico se le quitaron 600 millones de las antiguas pelas de publicidad institucional, porque al señorito Zaplana no le gustaba la línea editorial del periódico. Se puede hablar aquí de coherencia?. Según. Visto desde el poder, eso sería una actuación coherente. Si algo no te gusta, lo eliminas de un plumazo.
También es un agravio a la independencia de la prensa, pero, claro, desde el momento que la prensa escrita recibe ayudas, bien por medio de la publicidad, o por medio de subvenciones, igual que las reciben las organizaciones sindicales, estamos ante un difícil equilibrio entre coherencia/incoherencia, dependencia/independencia, y ante la disyuntiva de mantener la cuenta de resultados a costa de le independencia, o de explotar a los propios como se critica que exploten a los ajenos, unos ganan en el envite y otros pierden.
Dependientes somos la mayoría de la población, unos dependen de su salario, otros de su pensión, aunque no vean la tele, otros de los subsidios de desempleo, y muchos, de la caridad. Eso si hablamos de la población que trabaja por cuenta ajena. Luego están los grandes empresarios, a los pequeños los englobo en la categoría anterior.
Entre esos grandes empresarios, no todos son independientes, ya quisieran. En el panorama empresarial, yo reconozco solo dos grandes empresarios independientes, porque no dependen de la gran banca, ni de la pequeña. Son independientes porque disfrutan de una independencia financiera que han construido ellos mismos desde sus negocios. Pienso en Inditex y Mercadona. Son independientes pero, son coherentes?.
Inditex, a través de sus filiales, no es ajena a las condiciones de trabajo en Bangladesh que denuncia Le Monde, lo que no es coherente con la imagen que difunde de su supuesta política en el conjunto del grupo.
Mercadona, teniendo en cuenta la fe calvinista que difunde Roig en sus declaraciones, tal vez sea mas coherente, pero el resultado de esa coherencia es un práctica férrea en el control del personal, mas propio de 'Rebelión en la Granja' de Orwell (1.945), que de un sistema de relaciones laborales propio del siglo XXI.
En resumen, muchos somos dependientes, pocos los independientes, pero, cada uno en lo suyo, puede elegir entre un grado relativo de libertad personal que lo incline a la coherencia, aunque tenga costes, o hacer de la incoherencia
una elección permanente que convierta su hacer profesional en una práctica indigna.
En eso estamos, cada uno, desde sus preferencias.
Por cierto, al día siguiente de escribir esta entrada me levanto un poco mas lúcido, hago el test de mi propia
coherencia/incoherencia y me da cero, porque acostumbro a criticar a menudo algunos contenidos de la prensa escrita, sin reparar en que con frecuencia me alimento de esos mismos contenidos.
En fin. Le Monde Explotador.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 22-06-13.
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